Casi una semana después, la Generalitat ha dejado a su suerte en el plano educativo a las familias afectadas por la DANA en la Comunitat Valenciana. Al menos 22 localidades de la región se han quedado sin un solo colegio o instituto útil, según una circular enviada por la Conselleria de Educación, que se limita a comentar que no habrá clases esta semana en esos pueblos y abre de manera excepcional la posibilidad de que quien esté interesado pueda acudir a otro centro. Pero, añade esta nota, deberán gestionárselo por sus propios medios y solicitarlo ellos mismos a los centros a los que quieran ir.
Además, ni siquiera es una idea propia: se la trasladó la asociación de directivos de centros de Primaria ADEP-PV, sostiene su vicepresidente Fran Perea, que también lamenta los ritmos a los que se mueve la administración. Hasta este lunes, la Conselleria que dirige el popular José Antonio Rovira no ha convocado a la comunidad educativa para informarles de la situación ni buscar soluciones comunes, lamentan sindicatos, familias y directores. La reunión será el próximo miércoles, ocho días después de las inundaciones.
Este periódico ha pedido información a la Conselleria sobre el impacto de la DANA, cuántos estudiantes, profesores y colegios se han visto afectados o sus planes de futuro, pero no ha obtenido respuesta. La única información oficial disponible es que en 23 localidades “no será posible prestar el servicio educativo”. Son Albal, Alfafar, Algemesí, Alginet, Alcàsser, Benetússer, Beniparrell, Catarroja, Cheste, Chiva, Dos Aguas, Godelleta, L'Alcúdia, Massanassa, Paiporta, Picanya, Sedaví, Siete Aguas, Utiel, tres pedanías de València; Castellar Oliveral, La Torre y Horno de Alcedo y Yátova, además de Aldaia, donde sí están operativos los colegios ubicados en Aldaia-Barrio del Cristo. Efe añade Montserrat, que iba a hacer una prueba piloto para determinar si los accesos e instalaciones pueden funcionar con normalidad, y Xirivella, que tampoco abrirá este martes. Alaquàs cerrará entre el 4 y el 6 de noviembre, aunque estos últimos no aparecen en la lista de la Generalitat.
Sí ha medido la Generalitat el impacto en los centros de Formación Profesional, según otra circular. En este caso hay más información: son un total de 21 centros afectados, que alojaban a casi 7.000 estudiantes y con unos daños calculados en 16 millones de euros.
En Albacete, los 34 alumnos y ocho docentes del centro escolar de Letur, la población más afectada por los efectos de la DANA en Castilla-La Mancha, han reanudado este las clases en la vecina localidad de Socovos, donde han sido recibidos entre aplausos.
El impacto en los más pequeños
Mientras, crece la preocupación entre profesionales y no profesionales por el impacto que puede tener todo lo ocurrido en la salud mental de los más pequeños, que han visto cómo su mundo conocido se derrumba delante de sus ojos. La Generalitat limita en su circular la información a la semana en curso (“no será posible por razones de fuerza mayor (...) prestar el servicio educativo desde el día 4 al 8 de noviembre”), pero varias fuentes que han visto el estado de los centros educativos afectados sostienen que en muchos casos no va para una semana, harán falta meses para reconstruir los centros más dañados, advierten. Algún colegio habrá que tirarlo entero, auguran.
“Entendiendo la dificultad de organizar algo, no puede ser que no haya ningún plan para los niños”, lamenta Rubén Pacheco, presidente de la Confederación de AMPAS Gonzalo Anaya, principal asociación de familias de la región. “Debería haber una alternativa que permita sacarlos del lodazal en el que están, que es insalubre, mentalmente, una mina. Sabemos que incluso el mero acceso [a algunos municipios] es complicado, pero que no haya ningún plan para que las criaturas –que deberían poder seguir yendo a los centros– tengan una alternativa es bastante preocupante”, reflexiona.
La comunidad educativa –directores, profesorado, sindicatos, familias– critica que la Conselleria no tengan ningún plan para retomar la actividad de los niños que se han quedado sin colegio, más allá de que esté “está evaluando las medidas necesarias para restablecer el servicio educativo a la mayor brevedad posible”, según explica la circular enviada por Educación. “Ha actuado antes la comunidad educativa que la Conselleria”, sostiene a pie de calle Vicent Mañes, expresidente de Fedeip, la asociación de directores de Infantil y Primaria, y vecino de un municipio arrasado.
“Necesitamos, el profesorado y la comunidad educativa, una planificación ya para abordar las soluciones que se deben aplicar ya en los centros educativos que se encuentran en las zonas, poblaciones y comarcas afectadas por la DANA”, pide Francisco González, responsable de Educación de UGT en la Comunitat. “Ha habido dejación de funciones desde el primer momento”, sostiene Rafael Martínez, responsable de Acción Sindical de Educación Publica No Universitaria de CCOO. “Dado que estamos en una zona en la que corremos un riesgo evidente de que esto suceda, estaría bien tener un plan previo entrenado. No solo educativo, también de evacuación, prevención de accidentes...”, añade Mañes.
La preocupación principal ahora es mitigar, en la medida de lo posible, el impacto en los más pequeños. María Bilbao, psicóloga infantil, cree que “lo más importante de todo en este momento es darles una sensación de seguridad”, una recomendación que repiten desde Save the Children o la ONG Educo. “Lo que ha pasado atenta contra la integridad y sensación de seguridad que tiene todo el mundo, pero especialmente los más pequeños. Hay que darles cercanía física, abrazos, si necesitan dormir juntos hacerlo... También pueden aparecen síntomas como la angustia de separación”, advierte la psicóloga.
Otros ponen el foco en la importancia de retomar las rutinas, que en este caso pasa por volver a clases, explica Pilar Orenes, directora general de la ONG Educo, especializada en actuar en contextos de emergencia por todo el mundo. “Es muy importante que los niños y niñas que han vivido estas terribles inundaciones puedan recuperar cuanto antes la normalidad. Eso incluye retomar las clases, ya que, en este tipo de situaciones, la escuela es un refugio emocional para ellos y ellas, en el que pueden expresarse y compartir sus emociones con sus compañeros y compañeras mientras se sigue garantizado su derecho a la educación”.
Bilbao apunta que es importante “que los padres o madres puedan dar sentido a lo que ha pasado”, realizar una narrativa comprensible “que les ayude a elaborar la situación en las cabezas”. Para ello es importante hablar, pero teniendo en cuenta “que los niños no siempre hablan como los mayores. A veces hablan con dibujos, a veces con juegos”, insiste la psicóloga en la importancia de habilitar espacios que posibiliten estas actividades. Rodrigo Hernández, director de Save the Children en la Comunitat Valenciana, apunta al riesgo del estrés postraumático y las secuelas a largo plazo, preocupación que comparte Bilbao, quien recomienda “apagar la radio y la tele, es terrible estar escuchando a la gente decir que pensaba que se iba a morir, es retraumatizante”.
Un plan con fisuras
Hay motivos psicológicos para retomar la actividad escolar, de socialización, educativos aunque menos, incluso pragmáticos que permitan a los adultos también volver a su vida, explica Fran Perea, vicepresidente de ADEP-PV y director del colegio Reyes Católics de Silla, uno de los pocos municipios en la zona que esquivó las inundaciones.
“Las familias necesitan que se retome la actividad. No veo un problema en que los niños pierdan una semana de clase, pero en muchos casos padres y madres tienen que recuperar sus trabajos. Conozco a muchas familias que no pueden dejar los niños con nadie porque todos sus conocidos están todos igual que ellos”, ilustra.
Porque el plan de que las familias interesadas busquen un centro al que acudir plantea más interrogantes de los que resuelve. “Esa circular no explica ni qué tipo de acogimiento se va a producir en esos centros, si va a poder ser en el mismo nivel en el que están los niños, si en la medida de lo posible estará vinculado a otros alumnos que vengan del mismo centro, si van a contar con transporte público como hasta ahora o cada familia debe transportarlo –sin tener en cuenta que la mayoría ha perdido los vehículos–, si el servicio de comedor está asegurado o no, si habrá servicios complementarios al acabar las clases...”, enumera Pacheco, de la Confederación de AMPAS Gonzalo Anaya. “Además, la mayoría de las familias no van a poder recibir esta información de ninguna manera. Están limpiando, muchos sin luz o conexión [a internet] buena parte del día”, añade.
En el medio plazo las fuentes consultadas creen que, ante la imposibilidad de recuperar muchos centros en las siguientes semanas, se tratará de reubicar al alumnado de una manera algo más estructural. La Generalitat ha pedido a los centros que identifiquen espacios que puedan habilitar para esta acogida, explican los directores. Perea cree que hace falta un plan bien estructurado, “y rápido”. “Se está yendo de las manos. No es de recibo que alguien de otro municipio venga a mi centro una semana solo porque yo conozca a la familia. Igual habría que hacerlo a nivel de localidad, vinculando pueblos de referencia”.
A este director le vienen a la mente muchas problemáticas a futuro. “Hay que tener en cuenta la situación del profesorado. Hay centros en los que un 50%-60% de los maestros son de las zonas afectadas. En mi colegio (ubicado en Silla) tengo la fortuna de que de casi 40 me van a faltar cuatro o cinco. Pero en otros faltarán ocho o diez. Habría que estructurar la acogida, si van a trasladar al alumnado quizá debería ir su profesorado con ellos”, improvisa.
Los sindicatos también confirman que a nivel laboral “la información ha brillado por su ausencia”, según asegura Martínez, de CCOO. “Hemos tenido muchísimas casuísticas de profesorado que se ha visto en la incertidumbre sobre qué debe hacer, qué no... Desde centros que han tenido problemas con el agua hasta el profesorado que no ha podido acudir a las clases y no han sabido cómo gestionarlo”, sostiene. La circular que envió Educación se limita a pedir al profesorado que no pueda acudir a su centro que lo comunique.