Los responsables del autobús tránsfobo son el grupo ultracatólico más activo en España. Fundados en 2001 como respuesta a las protestas ciudadanas contra el Gobierno de Aznar, HazteOir.org (hoy subsumido en la plataforma CitizenGo tras el rechazo de la jerarquía de la Iglesia católica a apoyar públicamente sus campañas) se convirtió, casi de inmediato, en el lugar de encuentro de defensores a ultranza del catolicismo más ultraconservador.
Al frente de los mismos, Ignacio Arsuaga, emparentado con Rodrigo Rato –su madre es prima segunda del exvicepresidente– y un experto en agitación y movilizacion ciudadana a través de la red. Al principio, junto a Arsuaga se encontraban amigos de la infancia y profesionales liberales. Muy pronto, HazteOir consiguió convertirse en la plataforma del conservadurismo más radical en la sociedad española.
Coincidiendo con la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones de 2004, HazteOir alcanzó el cénit de su fama, con la convocatoria de marchas multitudinarias en contra del matrimonio igualitario, que logró sacar a la calle, por primera vez en la historia de la democracia, a una veintena de obispos; contra la reforma de la ley del aborto o contra Educación para la Ciudadanía.
En 2007, HazteOir era mucho más que un grupo de jóvenes ultras preocupados por el rumbo de la familia tradicional y la defensa de la vida de los no nacidos. Se habían convertido en el punto de referencia de los grupos más tradicionalistas, hasta el punto de que el cardenal Rouco se apoyó en ellos (y en movimientos ultraconservadores, como los kikos, el Opus Dei o los Legionarios de Cristo) para convocar sus “misas de la familia” en la Plaza de Colón de Madrid, que durante años se erigieron –como tuvo que admitir el propio PSOE– en la principal oposición a Zapatero.
Ya eran la versión española del Tea Party norteamericano. Y HazteOir aglutinó bajo su capa a los sectores más reaccionarios: desde Concapa al Foro de la Familia, pasando por Profesionales por la Ética, Derecho a Vivir o CitizenGo, que ahora se ha convertido en la matriz del grupo. Todo ello para ocultar la auténtica organización que se encontraba detrás del entramado: una sociedad secreta, El Yunque, que hundía sus raíces en México, y cuya existencia ha sido reconocida por la Iglesia española.
Paradójicamente, el crecimiento de HazteOir supuso el comienzo de su fin. Disensiones entre los grupos profamilia y la exigencia de Arsuaga de controlar todas las campañas (incluyendo la vertiente económica), provocaron la ruptura con el Foro de la Familia. Al tiempo, algunos exmiembros de El Yunque elevaron a la Conferencia Episcopal sus denuncias acerca de las tramas ejercidas por sus responsables.
Desde 2013, coincidiendo con la llegada al Papado de Francisco y la confirmación de las acusaciones sobre El Yunque, la Conferencia Episcopal comenzó un progresivo alejamiento de sus tesis.
La llegada del arzobispo Carlos Osoro a Madrid supuso, además, el fin de las misas de Colón y el arrinconamiento en la marginalidad ultra de los responsables de HazteOir. Precisamente, en los últimos años, ya sin el apoyo de los obispos, ha sido cuando Arsuaga y sus seguidores han incrementado su beligerancia y lanzado campañas cada vez más duras, en el fondo y en las formas, amenazando a grupos como VIPS o El Corte Inglés y arremetiendo contra gays, lesbianas, mujeres, y, ahora, niños transexuales. Por ejemplo, envió más de 16.000 folletos a los colegios con mensajes homófobos, cargó contra una serie de RTVE que mostraba una boda entre dos mujeres u organizó una conferencia para “sanar” la homosexualidad.
Ahora, tras su alejamiento de la Iglesia y el poder, también responsables del PP critican la campaña del autobús de HazteOir. Además de Cristina Cifuentes, a quien le hicieron también una campaña en contra, el portavoz del partido en el Congreso, Rafael Hernando, ha dicho que es un “disparate”.
Corren otros tiempos para los ultracatólicos, que en 2013 fueron distinguidos por el mismo gobierno del PP, concretamente por el exministro de Interior Jorge Fernández-Díaz, como asociación de “utilidad pública”.