Cada uno de los nueve jarrones que componen la exposición 'Las formas del olvido' guarda una historia de violencia machista, la de una superviviente que ha destruido y reconstruido su propio “testigo emocional”.
La muestra, que se puede visitar hasta el 4 de febrero en la sala Juana Francés de la Casa de la Mujer de Zaragoza, es el resultado de un taller que ha contado durante un mes con la participación de un grupo de trabajo de nueve mujeres víctimas de violencia machista.
La propuesta de la creadora Gema Rupérez, a cargo del taller, consistía en trabajar sobre un objeto “absolutamente común y cotidiano” en el que de alguna forma se volcara parte de la identidad de cada una de las mujeres, explica en una entrevista con Efe.
“La idea era crear un espacio de confianza con ellas, hacer uso de esa parte que tiene el arte casi de carácter paliativo, y hacerlo de forma colectiva”, continúa.
Sobre estos jarrones de su entorno, “llenos de carga emocional directa”, se realizó una intervención artística: una destrucción haciendo alusión al pasado y una construcción del futuro.
Pero las autoras han podido hablar mucho más a través de este objeto que forma parte de su imaginario personal y de sus recuerdos, escribiendo en las aristas del propio jarrón “a modo de narrativa emocional”.
Como relata la artista, alguno ha vuelto a recuperar su aspecto como jarrón, mostrando eso sí las marcas del proceso, pero otros, simplemente muestran sus fragmentos.
Rupérez señala que durante estos años de investigación ha descubierto que existe una técnica japonesa que mantiene similitudes con este proyecto, el 'Kintsugi' o “el arte de hacer bello y fuerte lo frágil”, que consiste en arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino.
Para la artista, guarda un fuerte paralelismo con la intervención artística del grupo puesto que “enfatiza la idea de que las roturas forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en vez de ocultarse”.
“Me interesa mucho el proceso porque hablamos de las víctimas de violencia machista y de aquellas que no pueden contarlo o de las que se han recuperado. Pero a mí me importa qué pasa en medio”, expone la artista zaragozana en relación a la necesidad de “visibilizar” esta parte del desarrollo de una mujer que ha sufrido violencia de género.
La artista, cuya obra siempre ha mantenido una relación con lo social y lo político, ya expuso en el 2012 en la misma sala un conjunto de obras bajo el título 'Sobre la superficie', que sirvió de punto de encuentro para la reflexión de un grupo de mujeres víctimas de violencia machista.
Una actividad que se convirtió en el motor de la actual exposición, ya que permitió profundizar en su forma de analizar lo cotidiano y activar sus emociones con las instalaciones artísticas.
Ahora, tal y como pretendía la creadora, las supervivientes son “las protagonistas de verdad” en esta exposición sobre violencia de género “que va más allá de convertir en bello lo frágil”.
“Estas mujeres ya han demostrado que la palabra frágil no es la que mejor las define. No en vano, si hay una grieta en todo, como dice Leonard Cohen, es solo para que entre la luz”, finaliza Rupérez en el texto de presentación de 'Las formas del olvido'
Inés Escario