La equiparación de los permisos de nacimiento para madres y padres ha sido una de las grandes apuestas de la política social de los últimos años: en 2021, España se convirtió en el primer país del mundo en el que ambos progenitores tenían permisos iguales y remunerados al 100%. Aunque ha transcurrido poco tiempo, varias investigaciones indagan en cómo se están usando, en las diferencias entre mujeres y hombres, y en qué patrones parecen instalarse. Una de las conclusiones es que los hombres toman de manera mayoritaria el permiso completo. Pero también tienden a coger ese permiso fraccionado, en varios periodos, para seguir en contacto con el empleo, mientras que las mujeres toman las 16 semanas seguidas.
Después de varias ampliaciones, fue en 2021 cuando se produjo la equiparación total de los permisos por nacimiento: ambos progenitores tenían derecho a 16 semanas pagadas e intransferibles. Las primeras seis semanas son obligatorias, pero las diez restantes son voluntarias y pueden fraccionarse en varios periodos durante el primer año de vida del menor.
La prestación se denomina permiso por nacimiento y las estadísticas recogen primer y segundo progenitor, que corresponden mayoritariamente con madre y padre, respectivamente, aunque las parejas del mismo sexo también están encuadradas en esas categorías.
Un estudio de Lidia Farré, Libertad González, Claudia Hupkau y Jennifer Ruiz Valenzuela para Esade muestra que, conforme se fue ampliando el permiso de nacimiento, los padres respondieron tomándolo mayoritariamente y sin apenas transferir semanas a la madre (algo que era posible mientras se aplicaba gradualmente la ampliación y hasta la equiparación total de permisos). Las autoras toman los datos de diferentes organismos de la Seguridad Social.
Pero la cosa cambia si miramos cómo ambos progenitores toman ese permiso. La reforma permitió fraccionar el permiso en varios periodos. El estudio muestra que el 50% de los hombres simultanean su permiso con el de su pareja, mientras que el otro 50% lo fracciona. Ese porcentaje ha crecido: en abril de 2019 eran el 20% quienes lo repartían en distintos momentos del primer año de vida del bebé. Sin embargo, muy pocas madres dividen su baja, apenas un 5%.
Quiénes fraccionan más
Las autoras subrayan que un patrón habitual es el de un padre que coge un periodo inicial de siete semanas junto a la madre, para después tomar varios periodos sucesivos una vez que finaliza el permiso de su pareja. “Esto resulta en un aumento del tiempo total que los menores pueden estar a cargo de alguno de sus progenitores”, explican. La presencia simultánea de ambos progenitores durante buena parte del permiso tiene efectos diversos. Por un lado, subrayan las autoras, está relacionada con “efectos positivos en la salud de la madre”. Por otro, “puede limitar el efecto positivo” que tiene la medida “en aumentar la involucración del padre en el cuidado de los menores”, algo que, a su vez, se espera tenga efectos en la reducción de las desigualdades de género en el empleo y el uso del tiempo.
“A medida que transcurre el tiempo desde que se han introducido las extensiones de los permisos de paternidad, y se entiende que existe la posibilidad de fraccionarlos, más padres hacen uso de esta opción, de manera que alargan el periodo total de permiso disponible entre los dos progenitores. Además, es muy posible que a medida que aumenta el porcentaje de padres que fraccionan el permiso, esta opción se haga más popular, genere menos rechazo en las empresas, y los trabajadores se sientan más cómodos optando por un período inicial de permiso y otros posteriores”, asegura el estudio.
Las investigadoras encuentran ligeras diferencias en la duración y en la forma de coger el permiso en función del sector de actividad en el que trabajan los hombres. En general, quienes trabajan en sectores que cuentan con un gran porcentaje de ocupaciones con bajo nivel educativo toman permisos algo menores que la media. Es el caso de la agricultura, la industria, la construcción, el transporte o el comercio. Por contra, los que están en sectores que concentran más ocupaciones de mayor nivel educativo, como la educación o la sanidad, toman, de media, permisos algo mayores.
La diferencia también se da entre quienes fraccionan el permiso. Los que trabajan en hostelería y agricultura dividen menos sus permisos, mientras que en sectores como el de la información y comunicación, y las actividades financieras y profesionales, más del 70% de los padres lo hacen. “Esto sugiere que el fraccionamiento del permiso es una práctica más habitual en los sectores más competitivos y con trabajadores con más nivel de formación”, dicen las investigadoras. La distribución del tiempo, constatan, parece estar influida por el nivel educativo y de ingresos, las características del empleo y la aceptación o facilidad para dividir el permiso.
Turnarse o no
Otro estudio, en este caso de Cristina Castellanos Serrano, Adela Recio Alcaide, Javier Andrés Jiménez y Celia Vega Martínez publicado por la UNED, se fija especialmente en cuántos hombres se turnan con la madre, es decir, cuántos toman inicialmente solo las seis semanas obligatorias y dejan las diez restantes para cuidar ellos una vez que la madre termina su permiso. Con datos de la Seguridad Social, concluyen que menos del 20% de padres opta por esta fórmula, que es, señalan las autoras, “la opción que más favorecería la corresponsabilidad” y también la que permitiría un cuidado más prolongado del bebé por sus progenitores.
Otro 25% de padres usan algunas semanas a la vez que las madres y otras después del permiso de ellas. Las investigadoras concluyen que la manera en que se usa el permiso instaura “el rol de padre ayudante” y no el de padre como cuidador principal: “Dada la generalización de los roles de género en la actualidad, en presencia de ambos progenitores las madres siguen cubriendo mayoritariamente el rol de cuidadora principal. La figura de padre corresponsable —padre que cumple un rol de cuidador principal similar a la madre, que utiliza el permiso para maximizar el cuidado del bebé en el hogar y estar presente y activo en el cuidado— es minoritaria”.
El estudio apunta a que este patrón en los hombres puede deberse a una adaptación del uso del permiso a las demandas laborales o a preferencias personales, “más allá del cuidado estricto del bebé”. Las autoras creen que la norma está fomentando estos comportamientos y son favorables a modificarla para que haya menos semanas que puedan ser simultáneas entre progenitores así como que existan incentivos para que el uso de los permisos sea sucesivo.