El optimismo se abre paso tras la superación de la quinta ola de contagios. La incidencia sigue cayendo, las comunidades abandonan las restricciones y los riesgos son cada vez menores con tres de cada cuatro personas vacunadas en España. Pero en medio de este panorama alentador hay reductos que recuerdan que la pandemia sigue ahí y que continúa complicando a niveles preocupantes el día a día de algunos hospitales.
El servicio de Neonatología del hospital del Sureste, en Madrid, está cerrado desde hace un mes. La normalidad aquí no ha vuelto ni se la espera al menos hasta el 1 de octubre. Una portavoz del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) confirma que la reorganización, motivada por el impacto de la quinta ola, se replegará entonces y alega que forma parte del plan de “elasticidad” del centro. El equipo de enfermería y auxiliares –18 en total– encargados de velar por la salud de los recién nacidos, y atenderlos en caso de complicación, está destinado íntegramente a la ampliación de la Unidad de Cuidados Intensivos, ha denunciado Comisiones Obreras a través de un escrito al hospital, sobre el que informó El Salto.
La unidad tiene seis camas de seis ocupadas por pacientes con coronavirus en estado crítico cuyos ingresos pueden prolongarse meses. El 100%. Se trata de una UCI pequeña que a la mínima colapsa. Desde el inicio de agosto, coincidiendo con el pico de la quinta ola, el hospital mantiene abierta otra sala “limpia” para enfermos que requieren cuidados intensivos por otras dolencias (infartos, operaciones complicadas...). Esas cinco camas extra las atienden los especialistas en bebés prematuros. Los trabajadores advierten que el cierre de la unidad genera riesgos si algún parto se complica.
“He tenido que salir corriendo dos veces al paritorio dejando a mis pacientes en la UCI. La primera vez por un bebé que nació en parada y tuvimos que reanimar; la segunda vez fue un niño con problemas respiratorios”, relata un enfermero del servicio que prefiere no dar su nombre. “No es que sea un estrés, es que es peligroso. Al final dejas sin atender a tu paciente y mal atiendes al neonato”, añade al otro lado del teléfono. La atención en los primeros minutos de vida de un bebé es crucial si las cosas no van bien. La unidad de neonatos, como la de urgencias, responde como un polvorín.
El Servicio Madrileño de Salud confirma esta forma de proceder. “Si durante el parto el neonato precisara ser atendido por personal de enfermería especializado, uno de estos profesionales se desplazaría al paritorio expresamente para ello y, una vez estabilizado el bebé, si su situación clínica lo requiriera, el neonato sería trasladado a otra maternidad, facilitándose en estos casos la derivación conjunta con su madre para favorecer el vínculo materno-filial”.
Del otro lado también hay quejas. El delegado sindical de CSIF ha enviado una carta al director de enfermería del hospital, a la que ha tenido acceso elDiario.es, que exige la reapertura de la unidad de neonatos antes del 1 de octubre, como inicialmente está previsto no solo por el “estrés añadido” que soporta el personal, sino por el “trabajo adicional” que requiere este desplazamiento de recursos a la plantilla de Cuidados Intensivos.
“La atención a los pacientes que han estado llevando los enfermeros de UCI se ha podido ver algo mermada desgraciadamente todo este tiempo por tener que dedicar parte de cada jornada, no solo a enseñar una y otra vez al nuevo personal que se ha ido incorporando, sino también al estar casi duplicada la atención, teniendo que llevar tanto a sus pacientes como a los que lleva el nuevo personal, por sentido de responsabilidad”, dice el escrito, que solicita al centro que el personal COVID contratado de manera extraordinaria sea quien cubra esta falta de plantilla. Para explicar esta situación también hay que tener en cuenta la dificultad para contratar personal de enfermería en Madrid. Las bolsas de empleo están agotadas.
Las criaturas siguen naciendo
Los niños y niñas no han dejado de nacer en el hospital del Sureste, aunque el Servicio Madrileño de Salud asegura que las “gestantes con embarazos de riesgo, como gemelar o múltiple, que tienen cercana la fecha de parto están siendo derivadas a otras maternidades”. Hace justo un año, los tres paritorios del centro hospitalario se cerraron para convertirse en UCI.
Los profesionales del hospital admiten que los partos han disminuido, además, porque la población de la zona conoce la situación y prefiere evitar riesgos. “Se está produciendo una huida forzosa de numerosas embarazadas por el riesgo que supone para el bebé si existe la mínima complicación en el parto. Los obstetras están derivando también todos los embarazos en los que aprecian el más mínimo riesgo, durante el seguimiento”, abunda Comisiones Obreras.
En caso de contratiempos, los recién nacidos son trasladados al Gregorio Marañón, el centro de referencia. Mover a una criatura recién nacida -o peor, prematura- es una tarea compleja: requiere una ambulancia adaptada y otra regular para la madre. De las primeras solo hay una para toda la Comunidad de Madrid, según el sindicato.
La atención al segundo niño que atendió el enfermero que habló con este medio, con algunos problemas para respirar, “se podría haber resuelto con unas horas de incubadora”, según el profesional. Sin embargo, tuvo que ser derivado. “Fue un despliegue bastante importante que se podría haber resuelto sin problemas si las incubadoras y el equipo estuvieran en su sitio”, subraya el enfermero. En su estado habitual, la unidad consta de cuatro salas con 10 puestos de ingreso y sala para familias.
El hospital del Sureste es público pero tiene privatizados los servicios no médicos: la administración, la lavandería, las comidas... Forma parte de los centros que levantó la expresidenta de Madrid Esperanza Aguirre con un sistema mixto según el cual las sociedades adelantaban el dinero y construían los edificios por un canon anual de dinero público prolongado durante 30 años. Este centro, situado en la localidad de Arganda del Rey, precisamente se distinguía por contar con un especialista en neonatos en todos los partos.
En el equipo cunde el desconcierto porque, aseguran, no saben dónde está el personal que normalmente atiende a los pacientes recién salidos de quirófano, que ocupaban la sala ahora denominada “UCI limpia”. “Tiene personal asignado y no sabemos dónde lo han reubicado”, dice Javier. El enfermero avisa de otra paradoja: “Los contratos COVID están ocupando unidades de pediatría y nosotros de la UCI. Es todo al revés”.