La huelga de prostitutas que desató la muerte en la cárcel de María Isabel

Marta Borraz

13 de febrero de 2022 21:45 h

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El 9 de noviembre de 1977 aparecía calcinado en la cárcel de Basauri (Bizkaia) el cadáver de María Isabel Gutiérrez Velasco. Hacía dos años que Franco había muerto, pero las secuelas de la dictadura eran aún una realidad muy palpable. Nadie llegó a saber a ciencia cierta qué ocurrió en el interior de su celda, pero su muerte funcionó como un detonante y prendió la mecha de una huelga de prostitutas y una oleada de protestas para pedir justicia por su compañera y el fin de la represión que todas sufrían. Poco después de acudir a la misa por su muerte, las prostitutas echaron a andar en una manifestación improvisada por el barrio de San Francisco.

Algunas décadas después, la periodista y coordinadora de la revista Pikara Magazine Andrea Momoitio se encontró con la historia de María Isabel y con la movilización que habían albergado las calles del que ahora es su barrio. Este 14 de febrero publica, de la mano de la editorial Libros del K.O, Lunática, su primer libro y una exhaustiva investigación que recupera la memoria de María Isabel y las prostitutas que ejercían en la bilbaína calle Las Cortes. Momoitio ha buscado a María Isabel en cada rincón y ha seguido sus huellas desde Bilbao a Asturias, Cantabria o Barcelona. A través de documentación oficial y decenas de testimonios, entre ellos los de varios familiares, reconstruye un puzzle al que aún le faltan piezas, como suele ocurrir con las historias de quienes habitaron los márgenes.

“Me he dado cuenta de que no es una heroína y no quiero que lo parezca; no hace falta que lo seamos para que haya un hueco para nosotras. Estamos en nuestro barrio, en la gente de nuestro entorno y en el mundo...seamos o no unas heroínas”, explica la periodista en conversación con elDiario.es. María Isabel, que tenía un hijo de cinco años, fue víctima directa de las duras leyes y estructuras de la represión franquista; fue detenida muchas veces, entraba y salía de la cárcel constantemente y se empeñaba en intentar sobrevivir.

En varias ocasiones a lo largo de su vida la internaron en psiquiátricos y pasó parte de su adolescencia en uno de los centros del Patronato de Protección a la Mujer, institución franquista en la que encerraban a chicas consideradas “descarriadas”, las que desafiaban las férreas normas morales impuestas a las mujeres. La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que aunque ya fallecido Franco seguía en vigor, le persiguió hasta su muerte.

Sufría mucho y reaccionaba de maneras difíciles de aceptar por la sociedad: se ponía agresiva o gritaba cuando no tocaba según los cánones. Busqué en los archivos hasta que pensé que no importaba lo que la psiquiatría franquista pudiera decir de ella

La norma, que sustituyó a la Ley de Vagos y Maleantes, castigaba a quienes consideraba peligrosos sociales, personas que por sus conductas “sin ser, en general, estrictamente delictivas, entrañan un riesgo para la comunidad”, reza el texto. Entre quienes cita la ley se encontraban “los vagos habituales”, quienes realizaran “actos de homosexualidad” o ejercieran habitualmente la prostitución. Pero en la práctica se utilizó para perseguir a todos aquellos que se desviaban de la moral y las normas de comportamiento impuestas por el franquismo. Entre las medidas, se encontraban la prohibición de visitar ciertos lugares o el internamiento en centros “de reeducación”.

“Ha muerto una compañera, hoy no se trabaja”

Cuando María Isabel murió quemada en la cárcel de Basauri, estaba a la espera de ser trasladada a un centro psiquiátrico de Madrid. Es posible que tuviera algún tipo de problema de salud mental, pero en la documentación oficial consultada por la periodista no hay una respuesta concluyente. “Sufría mucho y ante ese sufrimiento reaccionaba de maneras que son difíciles de aceptar por el conjunto de la sociedad. Se ponía agresiva o gritaba cuando no tenía que gritar según los cánones del resto”, apunta Momoitio, que buceó en los archivos médicos y se encontró con pruebas contradictorias: “Busqué hasta que pensé que no importaba lo que la psiquiatría franquista tuviera que decir de ella”.

El movimiento feminista estuvo en las protestas con una pancarta que rezaba 'Isabel, la soledad, el olvido y la desesperación te acompañaron hasta el fin. No conociste ni la amnistía'

Las prostitutas de Las Cortes no se creyeron la versión oficial sobre la muerte de María Isabel. Acudieron al funeral en una iglesia del barrio y media hora después, entre tristes y cabreadas, iniciaron una marcha en la que, según publicó El País, participaron unas 300 prostitutas. Esa noche decidieron plantarse y no trabajar. Según narra Momoitio en Lunática, fueron cerrando uno a uno los bares de la calle Las Cortes mientras decían “ha muerto una compañera, hoy no se trabaja”. La huelga estaba declarada y a los clientes que en principio no se lo creían les gritaban: “Aquí hoy no se jode, claváosla en el suelo o iros con vuestras mujeres”.

Reclamaban esclarecer la muerte de María Isabel, pero ella se había convertido en un símbolo. “Sobre todo pedían la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, acceso a la educación, un centro para poder acceder a tratamientos médicos o que se acabara con la persecución policial. Esa noche ardió María Isabel, pero todas estaban fritas”, señala la periodista. Una de las prostitutas clamaba: “Nosotras somos la escoria de la sociedad. Si hubiera sido una hija de papá, cualquier otra mujer, no le hubiera pasado esto. Pero a nosotras, las prostitutas, nos dejan morir como a perros”.

La confluencia con las reclamaciones de los presos

En la oleada de movilizaciones que desencadenó el fallecimiento de María Isabel ellas no estuvieron solas. En ese momento se estaban dando protestas para pedir la amnistía general para los presos sociales después de que hubieran sido amnistiados los políticos, y los comités de apoyo a COPEL (Coordinadora de Presos En Lucha) denunciaban las condiciones dentro de las prisiones y la abolición de la Ley de Peligrosidad Social, que no sería completamente derogada hasta 1995.

“El movimiento feminista empezaba a estar y de hecho estuvo en las protestas con una pancarta que rezaba 'Isabel, la soledad, el olvido y la desesperación te acompañaron hasta el fin. No conociste ni la amnistía' y también el movimiento marica, pero los más activos fueron los comités porque las reivindicaciones de las putas encajaban directamente con las suyas”, explica Momoitio. Tanto que al día siguiente las mujeres se unieron a un encierro en el Hospital de Basurto que hacía días habían convocado los comités de apoyo a COPEL.

El libro recupera la movilización inédita de las prostitutas y la dura y corta vida de María Isabel, que “nunca encontró la ayuda que necesitaba”, describe la autora, aunque “confío en que diera con personas bonitas en los lugares y centros por los que pasó”. Momoitio lleva siguiendo el rastro a la mujer desde hace varios años; casi a cualquier persona con la que se haya encontrado durante este tiempo le ha preguntado si la conocía, si sabía algo de ella para seguir uniendo las piezas.

Pero Lunática es, sobre todo, un ejercicio de memoria que arroja luz sobre quienes, como María Isabel, siempre estuvieron del lado ignorado de la historia e importaron poco a las instituciones.