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Y este 8M ¿qué? De la huelga feminista a apuntalar las reivindicaciones más allá de un día concreto

La multitudinaria manifestación del 8M de 2019.

Marta Borraz

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El movimiento feminista se prepara para un nuevo 8M. Tras dos ediciones marcadas por multitudinarias manifestaciones y huelgas –laboral, de consumo y de cuidados– sin precedentes, la pertinencia de convocarla de nuevo es uno de los interrogantes que emergen a un mes de la convocatoria. “Huelga sí” o “huelga no” ha centralizado buena parte de los debates en los últimos meses y ha sido una de las cuestiones a decidir en el seno de las asambleas. Por el momento, solo Catalunya se inclina por hacerla.

Las feministas catalanas han decidido apostar, pendientes de que algún sindicato la secunde, por huelga laboral el 8 de marzo, que este año cae en domingo. Siguiendo la máxima de la descentralización que siempre mantiene el 8M –en esta ocasión, además, no se han convocado encuentros estatales previos–, cada territorio tiene potestad para convocar huelga pero la mayoría no lo hará y prefiere otras fórmulas con las que consagrar otro Día Internacional de la Mujer masivo. Muchos territorios aún no se han pronunciado y decidirán en los próximos días qué movilizaciones convocarán alrededor del 8 de marzo.

En el caso de Madrid, el pistoletazo de salida lo ha dado una cadena humana que rodeó este sábado el centro de la capital y que ha sido el inicio de la “revuelta feminista”, el concepto elegido para nombrar el mes previo a la convocatoria. Sin embargo, es algo más que un nombre. “El patriarcado no nos da tregua, así que estamos en revuelta constante. Es una forma de ampliar el foco y una herramienta para movilizar más allá del propio 8 de marzo y que no sea cosa de un día”, explica Carlota, integrante de la Comisión 8M de Madrid.

En las Islas Canarias, por ejemplo, también se ha optado por no convocar huelga debido a que cae en domingo, día en que trabajan muchas mujeres que realizan servicios mínimos o pertenecen a sectores precarizados, con lo que tendrían mayores dificultades para acudir, informa Jennifer Jiménez. El movimiento feminista en Euskadi tampoco convocará huelga, entre otras cuestiones, porque ya apoyó la huelga general del pasado 30 de enero bajo la consigna “Pensiones, salarios y vida digna”.

Uno de los objetivos principales del movimiento feminista en Euskadi este 2020 es crear un 8M más integrador. Por eso, a pesar de no hacer huelga, se realizarán una serie de reivindicaciones y movilizaciones para denunciar además del machismo, el racismo. Para ello, la Coordinadora Feminista del 8M en Bilbao, Bilbo Feminista Saretzen, ha propuesto “ocupar las calles y rescatar el carácter radical de nuestras demandas”. El lema que orientará el 8M 2020 será “Organización y lucha feminista”. Se realizarán una serie de acciones, movilizaciones y reivindicaciones previas al domingo 8, comenzando el jueves y finalizando el sábado. Estas movilizaciones previas serán en torno a tres ejes de denuncia: antirracismo, anticapitalismo y cuerpos/sexualidades, informa Maialen Ferreira.

La Asamblea Feminista de Valencia tampoco ha convocado huelga para el 8M y quiere aprovechar la peculiaridad de la fecha este año para mostrar otras acciones reivindicativas. Entre ellas, las feministas valencianas preparan una concentración en la Plaza de la Virgen de Valencia durante todo el domingo. La Coordinadora Feminista, que prepara la manifestación, ha convocado a las 18 horas frente al colegio Luis Vives bajo el lema “Feminismo para cambiar el mundo” e incluye un bloque de mujeres con diversidad funcional para reclamar un cambio radical de sistema. En Alicante, la coordinadora sí ha convocado huelga en el sector de la hostelería, especialmente feminizado y afectado por la precariedad laboral, informa Laura Martínez.

En casi todas las ciudades, pueblos y barrios también se sucederán las acciones semanas antes. Y es que si en algo coinciden todas las propuestas es en “la resaca que han dejado” los anteriores 8M, explica Dolo Pulido, integrante de la plataforma barcelonesa Noviembre Feminista. “Las huelgas han dejado una red organizativa muy amplia y potente en barrios y ciudades. Es un tejido asociativo importantísimo que tiene mucho poder de acción”, dice la activista.

En esta misma línea, para Haizea Miguela, miembro de la Comisión 8M de Madrid, las huelgas “han sido procesos” para llegar hasta aquí y han acabado “por generar potencia y músculo feminista”. Algo que no se podría entender sin los precedentes “que han logrado la acumulación de fuerzas”: el 15M, el Tren de la Libertad contra la propuesta fracasada de reforma del aborto de Gallardón, el 7N contra las violencias machistas o la confluencia de las movilizaciones en apoyo a la víctima de 'la manada'.

Propuestas concretas y descentralización

“Cada vez más gente se siente interpelada y se ha empezado a organizar. Ahora tenemos esa fuerza, ¿qué hacemos con ella?”, se pregunta Miguela. En Madrid, la respuesta que han encontrado ha sido ampliar el foco “y sacar el 8 del propio 8” para centrar su fuerza durante todo este mes en dos elementos que consideran clave: fortalecer el feminismo en los barrios y en los pueblos –el pasado 1 de febrero se celebró un encuentro para ello al que asistieron cientos de mujeres– y poner sobre la mesa soluciones prácticas a la violencia y la desigualdad que atraviesan las mujeres.

Por eso, la cadena humana que ha marcado el inicio del 8M estaba formada por diferentes tramos temáticos que interpelan a reivindicaciones concretas: educación afectivo sexual, vivienda, la falta de derechos de las trabajadoras del hogar o la precariedad laboral. “La huelga parece que al final solo es desde las 0.00 del 8 de marzo hasta el final de la jornada, pero la revuelta feminista tiene un punto de sacar la fecha del propio día, de estar desde un mes antes hablando de problemas concretos”, reflexiona la activista.

“No es decir 'no' a la huelga, es plantearnos cómo conseguir que la idea que propuso la huelga transforme la vida de las mujeres”, prosigue Miguela, que pone como ejemplo la ratificación del Convenio 189 de la OIT, una demanda histórica de las trabajadoras del hogar para que sus derechos se vean ampliados. “La revuelta tiene que ser ya y no solo en un día concreto, porque además nos estamos encontrando con discursos reaccionarios que cuestionan los derechos de las mujeres y que no solo nos quieren llevar al pasado, sino que nos niegan el presente”, dice en clara referencia a Vox.

Así, las cuatro semanas que restan estarán marcadas por acciones centradas en cada uno de los ejes en los que se articula el 8M: cuerpos, violencias, fronteras y economía. La idea es que, en esta ocasión, los barrios y los pueblos tengan mucho mayor peso y, de cara a la manifestación que tendrá lugar en Madrid, acudan columnas de mujeres hasta el centro de la capital. “Es mucho más fácil llegar a las vecinas si las interpelamos desde los lugares en los que viven y por parte de mujeres que conocen las problemáticas de sus barrios”, ejemplifica Carlota.

Como paso previo a las manifestaciones que se convocarán en todas las ciudades el mismo 8, y que al coincidir en domingo tienen muchas posibilidades de ser multitudinarias, todos los territorios organizarán encuentros, asambleas, talleres, llamamientos, actividades... Y muchas de estas acciones se realizarán a pequeña escala porque “la descentralización es una de las fuerzas más potentes del movimiento feminista”, comenta Dolo Pulido desde Barcelona.

En la capital catalana, el 8M dará comienzo el 14 de febrero con una performance denominada “San Violentín” para señalar los mitos del amor romántico y el mismo día el sureste de Gran Canaria celebrará una asamblea con esta misma intención. Un día más tarde, el 15, las mujeres tomarán el norte de la isla en una cadena humana feminista al estilo de la de Madrid y organizarán varios talleres.

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