La idea de usar un fármaco barato y accesible para mejorar la asfixia grave que produce la inflamación de los pulmones, como la que causa la COVID-19, surgió en España hace siete años. Y fue comprobada por primera vez por un grupo de 20 médicos que publicaron sus hallazgos tras un lustro de recopilación de datos en The Lancet el pasado febrero. La dexametasona reduce la mortalidad en casos severos de distrés respiratorio agudo y así lo ha corroborado un amplísimo estudio de la Universidad de Oxford aplicado a la COVID-19 y conocido este martes.
“No nos ha sorprendido el estudio de Oxford. Estaba esperando que se publicaran los resultados porque ese departamento tiene unos grandísimos recursos para hacer un ensayo como debe ser y aplicando el método científico”, explica a eldiario.es Jesús Villar, intensivista que encabezaba la lista de investigadores del estudio español. Se refiere al número de pacientes, más de 5.000, cuya evolución han seguido en la universidad inglesa debido a la pandemia. “Han aplicado el modelo aleatorio y administrado diversos fármacos: los enfermos han aceptado participar, pero sin saber qué sustancia recibían”, cuenta el doctor Villar. “Nosotros hicimos un estudio sobre la dexametasona y el síndrome respiratorio en el que estuvimos cinco años para poder acumular un número de casos suficiente para tener conclusiones válidas”. Su estudio abarcó 277 personas con ese distrés respiratorio agudo producido por la inflamación pulmonar –la principal causa asociada ahora a la muerte por COVID-19–.
El ensayo británico ha administrado este antinflamatorio a 2.000 personas ingresadas por COVID-19 y comparado con otros 4.000 enfermos que no la recibieron. La mortalidad de los casos más graves se reduce un 30%. La reducción en el total de pacientes ronda el 13%. El estudio español arrojó datos muy similares: un 40% para el grupo más severo y un 15% de reducción de la mortalidad total para personas con este síndrome que fue descrito por primera vez en 1967. Esta medicina es “inespecífica”, actúa donde se da la inflamación y la atenúa. De ahí los beneficios que aporta a los enfermos con serios problemas para respirar debido al problema en sus pulmones.
Villar rememora cómo se les ocurrió investigar si la dexametasona podía ser un tratamiento útil para estos casos de problemas graves de respiración debidos a la inflamación de los pulmones. “Hacia 2011 o 2012 vimos que se publicaron dos estudios previos sin relación entre ellos en los que intervenía este fármaco. Uno en Holanda y otro en Francia”. En el primero, los médicos holandeses vieron que los ingresados con neumonía reducían en un día su estancia en el hospital si la tomaban. “¡Un día menos de ingreso ya es mucho!”, exclama Villar. Más teniendo en cuenta el volumen de ingresados por pulmonía. En el caso francés, se observó, explica, que, al comparar dos grupos de enfermos de leucemia que habían recibido quimioterapia y precisaron entrar en la UCI al desarrollar síndrome agudo de distrés respiratorio, los que tomaron dexametasona redujeron su mortalidad notablemente.
Con esos dos hilos, se lanzó la posibilidad de realizar un ensayo en España. Parecía una buena oportunidad teniendo en cuenta las características de la dexametasona: “Un medicamento sencillo que no precisa la implicación de ningún laboratorio, es muy barato y accesible. Podría administrarse en cualquier país”, recuerda ahora el investigador radicado en el hospital Dr. Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. Con todo, la tarea no fue sencilla: “En la investigación en España hay un voluntarismo tremendo. Los incentivos son nulos”. Una afirmación que se corrobora mirando la lista de entidades que colaboraron para sacar adelante el estudio. Se implicaron profesionales del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias del ISCIII, del Hospital Clínic de Barcelona, del Hospital Dr. Negrín, del Clínico de Valencia, del hospital Virgen de Arrixaca, del Hospital de Cruces, del Nuestra Señora del Prado, del hospital general de Ciudad Real, del Virgen de la Luz y del Complejo Universitario de León. “La financiación vino por la Fundación Mutua Madrileña y el Instituto Carlos III”, subraya el médico canario.
Recopilación entre 2013 y 2018
Las observaciones abarcaron desde marzo de 2013 hasta diciembre de 2018. 139 pacientes recibieron dexametasona y 138, el grupo de control, no. “La administración temprana de dexametasona puede reducir la duración de la ventilación mecánica y la mortalidad global en pacientes con síndrome agudo de distrés respiratorio de moderado a grave”, fue la conclusión. Hasta que llegaron los hallazgos de la investigación española, las únicas medidas que aportaban beneficio a los afectados por este síndrome eran la ventilación mecánica y ésta aplicada “en posición prono”, es decir, colocando boca abajo a los pacientes.
La publicación en The Lancet se conoció el 11 de febrero de 2020. Da la casualidad de que, ese mismo día, la Organización Mundial de la Salud le puso nombre a la nueva enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2. “Se lo voy a deletrear: C,O,V,I,D guion 19”, dijo el director de la OMS, Tedros Adhanom. En esa fecha se informó de 323 casos de COVID-19 en 24 países fuera de China. Uno había fallecido.
“Nadie en el mundo había confirmado antes de hacerlo nosotros el efecto del fármaco en los casos de distrés agudo respiratorio. Los segundos han sido los de Oxford así que, sí, estamos orgullosos: dimos en la diana”, remata Villar, quien considera muy prometedor relacionar este producto con la COVID-19, por lo que supone trasladar los datos del beneficio que aporta en la reducción de la mortalidad de casos graves al enorme volumen de afectados por la pandemia en todo el mundo. “Hablamos de que se pueden salvar miles de vidas. La dexa salva vidas a un precio muy barato”, remata.