“Si el propio Papa va a Lampedusa y a Lesbos, y en su avión lleva a docenas de refugiados a Roma, ¿cómo no lo voy a hacer yo?”. Lucas es voluntario en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Madrid, una de las primeras en España que ha acogido inmigrantes y refugiados. Lo hacen siguiendo el llamado de Francisco, quien en septiembre de 2015 llamó a todas las parroquias de Europa a acoger, al menos, a una familia de refugiados.
Teniendo en cuenta que en España tenemos 22.000 parroquias, estaríamos hablando de unas 100.000 personas acogidas. Sin embargo, la cifra es mucho menor. Porque no todos los católicos españoles están de acuerdo con la tesis del Papa de dar cobijo a los que buscan refugio, basada en los Evangelios de Jesús: “Fui forastero y me acogisteis”. De hecho, los grupos que, durante décadas, se han arrogado la condición de católicos en nuestro país (Kikos, Opus Dei, Legionarios de Cristo...), y que hoy sacan la cara en público a través de plataformas como HazteOir y, en política, en el discurso xenófobo y excluyente de Vox, han vuelto a alentar los fantasmas del discurso de una migración que quita trabajo 'a los de aquí', vinculada a la delincuencia y que amenaza con romper la cultura cristiana.
La formación de Santiago Abascal hace gala de su catolicismo de trinchera. Se postula como última barrera frente a la nueva invasión extranjera, como adujo el propio dirigente esta semana durante un encuentro con el ex ministro del Interior italiano, Matteo Salvini. Un Salvini que no dudaba en besar rosarios mientras acusaba de irresponsabilidad al Papa por pedir a las autoridades italianas que abrieran sus puertos a los barcos de rescate.
El último encontronazo de la Iglesia con Vox se vio hace apenas una semana, cuando el cardenal de Madrid, Carlos Osoro, mostraba su oposición a la propuesta del partido de construir muros de hormigón en la frontera sur: “El mundo no se arregla levantando muros”. La respuesta, de boca del secretario general de la organización, Javier Ortega Smith, fue que “la seguridad de las fronteras no es competencia ni del Arzobispado, ni de la Iglesia católica, ni de ninguna iglesia, sino del Estado. Que el Vaticano o el cardenal, si quieren, abran las puertas del Vaticano a toda la inmigración ilegal que crean conveniente”.
“Se trata de humanidad”
Más allá de estos exabruptos, lo cierto es que en España hay una Iglesia que sí acoge inmigrantes y refugiados. “No se trata de migrantes, se trata de humanidad, se trata de personas”, resalta el secretario de la comisión episcopal de migraciones, José Luis Pinilla, con motivo de la celebración de la Jornada Mundial del Refugiado, que se celebra este domingo. “Son muchas las parroquias que, en toda España, han acogido migrantes. Trabajamos con ellos en la llegada, su inclusión laboral y la educativa de sus hijos, no les dejamos tirados en una cuneta”, resalta el jesuita. “Un cristiano no puede ser racista”.
Ya durante la famosa crisis del Aquarius, la mayor parte de los acogidos por el Gobierno español lo fueron por instituciones eclesiásticas, especialmente por Cáritas y el Arzobispado de Valencia, que abrió una Mesa de la Hospitalidad. Y es que, más allá de los ultracatólicos, incluso entre la jerarquía más conservadora (como podrían serlo el cardenal de Valencia, Antonio Cañizares; o el obispo de Cádiz, Rafael Zornoza), la acogida con los migrantes ha calado, y mucho, entre los católicos españoles.
Desde que comenzó la crisis de refugiados en Europa en 2015, han sido muchas las parroquias, ONG e instituciones de la Iglesia católica en España que se han movilizado, abriendo sus puertas o buscando viviendas cedidas por congregaciones religiosas. Así, la ONG Pueblos Unidos o, a nivel estatal, la red Migrantes con Derechos (formada por la Conferencia de Religiosos –Confer–, la Comisión de Migraciones, Cáritas o Justicia y Paz) han lanzado programas de acogida integral a todos los que llegan huyendo de la guerra o buscando un futuro mejor para los suyos. Esta misma semana, con motivo de la jornada de este domingo, los obispos españoles han reclamado al Gobierno gestos claros de hospitalidad hacia los refugiados y, especialmente, el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs).
Este verano hubo un momento de crisis, con una importante llegada de familias de refugiados a Madrid, sin que Ayuntamiento o Comunidad supieran dar una respuesta. Durante semanas, parroquias como San Carlos Borromeo en Entrevías, Nuestra Señora de la Paz o la iglesia de San Antón –abierta las 24 horas por el padre Ángel, de Mensajeros de la Paz– vieron ocupados sus bancos por docenas de personas. “No se trata solo de acoger, se trata de encontrar respuestas y un futuro. No podemos dar solo pan y cama, aunque también haya que hacerlo”, subraya el padre Ángel.
Javier Baeza, por su parte, trabaja desde la 'iglesia roja' de Entrevías desde hace años por tratar con la dignidad que se merecen a los que llegan a nuestro país. “En verano tuvimos un pico, pero en invierno llegamos a acoger a 139 personas a las que nadie atendía. Muchos de ellos tienen la solicitud de asilo registrada, y deberían tener la protección del Estado, pero no hay plazas suficientes en los centros públicos”, cuenta.
Una marcha porque “queda mucho por caminar”
Una de las primeras respuestas a la petición del Papa Francisco vino del cardenal Osoro, que creó en Madrid la Mesa de la Hospitalidad, un órgano que busca dar una respuesta “conjunta y coordinada” a la crisis de refugiados en Europa. “Hay bastantes parroquias involucradas, pero tenemos que avanzar”, señalaba el delegado de Migraciones de Madrid, Rufino García.
El responsable de esta Mesa es el obispo auxiliar de Madrid, José Cobo, quien reflexiona sobre el fenómeno y la responsabilidad de los cristianos. “La migración de la que hablamos viene pareja a la desigualdad, a la deforestación, a tantas guerras abiertas, o a la gestión de los recursos del planeta. Y produce lo que el Papa llama la 'globalización de la indiferencia'. Donde muchas veces se culpa a las víctimas o se les descarta, por el hecho de ser empobrecidos”.
“Damos gracias por este camino en el que algunas parroquias de Madrid recorren al movilizarse para que haya siempre, al menos, una parroquia de guardia en la acogida a migrantes y refugiados”, resalta el prelado. Y añade que urge “un plan nacional de inmigración que desarrolle los pactos globales y que permita acoger, proteger, promover e integrar”.
En esa petición se basa la concentración que ha organizado el Arzobispado de Madrid en el centro de Madrid el sábado 28 de septiembre. A través de Cáritas y la Vicaría de Desarrollo Humano Integral e Innovación de la diócesis de la capital, han convocado una “marcha diocesana” que saldrá de la explanada de la catedral de La Almudena a las diez de la mañana y que concluirá en la basílica del Cristo de Medinaceli, a pocos pasos del Congreso. En un principio estaba prevista que acabara en la Carrera de San Jerónimo, pero la disolución de las Cortes frenó la idea.
La marcha se llevará a cabo en otras ciudades europeas, siguiendo la campaña 'Share the Journey' (Comparte el Viaje), organizada por Cáritas Internationalis, y tendrá su punto culminante el domingo, a las 10.30, cuando el papa Francisco presida una Eucaristía en la plaza de San Pedro por todos los refugiados y migrantes del mundo.
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