El presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, entró de lleno en el debate de la nueva ley del aborto, y lo hizo acusando al Gobierno de haber “politizado” la cuestión para “desviar la atención” respecto a la “crisis” que vive el Ejecutivo. Durante un desayuno en el Nueva Economía Fórum, el cardenal de Barcelona denunció cómo “es curioso que, en estos momentos de cierta crisis política, el Gobierno saque este tema para desviar la atención. Y eso es utilizar temas morales para cuestiones políticas”.
Omella también tildó de “barbaridad” el hecho de que las menores de 16 y 17 años puedan abortar si permiso de los padres. “Los hijos no son del Estado, sino de los padres”, glosó el purpurado, quien insistió en que “son los científicos, y no la Iglesia, quien tiene que decir cuándo empieza la vida”, para acto seguido salir categóricamente en defensa de la posición religiosa sobre este tema: “lo que hay en el seno de la madre después de la concepción es una vida y es un ser humano”. “Nuestra gran proclama es la defensa de la vida, que es fundamental, en todos sus estadios”, remachó.
“Defendamos en todo momento a esa persona humana, y si se ayuda para abortar, ayudemos también a la madre que no quiere abortar. Y ayudemos a los médicos, y no les obliguemos a no tener que hacer objeción de conciencia”, defendió el cardenal, quien pidió “respeto” para las madres y para los profesionales médicos.
Aunque Omella reivindicó que los obispos “tenemos que mantener buenas relaciones con todas las instituciones. Somos una institución más que trabaja por el bien común, y no hay otra solución que colaborar juntos”, lamentó que “hemos polarizado tanto nuestra sociedad que a veces vamos enfrentados, a ver quién anula al otro, y eso no es bueno para la sociedad (...). A veces los políticos están pensando en sobrevivir a los cuatro años de legislatura, y van desviando la atención”.
“¿Estamos pensando en la ciudadanía o en ganar las elecciones?”
“¿Estamos pensando en la ciudadanía o en ganar las elecciones?”, se preguntó Omella tras sostener que “a veces los gobernantes van a la suya, y eso crea una fisura en la democracia, y entonces empiezan a emerger los populismos”. Y es que, subrayó, “hay un interés por parte de algunos grupos ideológicos en promover políticas de ingeniería social para dividir y polarizar a la población con el fin de beneficiarse y alcanzar poder político y económico. No les interesa el bien común de la sociedad sino dividir para vencer ellos y sus intereses particulares”.
Como ya dijera en su discurso inaugural de la Asamblea Plenaria, Omella también lamentó su “desconfianza en las instituciones”… aun sin citar la desconfianza de la población en la propia Iglesia católica. “La democracia hay que cuidarla” dijo, haciéndose eco de las palabras del Papa en Malta.
¿Está realmente en riesgo la democracia?, preguntó el moderador. Omella, citando de nuevo a Bergoglio, recordó que “la verdadera democracia, siendo un tesoro valiosísimo para las sociedades, hoy se encuentra en retroceso”. Sin embargo, aclaró, “la Iglesia aprecia el sistema de la democracia”, aunque “una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho”. “No está el hombre al servicio de la democracia, sino la democracia al servicio del ser humano”.
La “ratonera” del sacerdocio femenino
El presidente de la CEE también habló de la “pequeña ratonera” que supone abordar el sacerdocio femenino. En este sentido, Omella apuntó que “Juan Pablo II dijo que el acceso de la mujer al sacerdocio está cerrado”, aunque “eso no quiere decir que no se pueda plantear. Eso lo tendrán que decir los teólogos y la Santa Sede, y si hay cambios, los aceptaré”.
“A veces vemos que el acceso de la mujer al sacerdocio es visto como un tema de poder, yo creo que ese es un concepto equivocado”, añadió Omella. “El obispo es el servidor de la comunión. ¿Eso lo puede hacer también una mujer? Por supuesto que sí, Dios dirá. Pero lo que importa no es el poder, sino el servicio a la comunidad”.
Respecto a los abusos sexuales, el presidente de la CEE insistió en que “es un tema por el que estamos doloridos y avergonzados. Es dolorosísimo para la jerarquía y para el pueblo de Dios”, admitió Omella. “Aunque solo fuese un abuso nos teníamos que avergonzar”, señaló, apuntando que este horror “forma parte de toda la sociedad, no solo en la Iglesia”. “Es dolorosísimo para la jerarquía y para el pueblo de Dios”, admitió Omella.
Sobre el trabajo de Cremades y el Defensor del Pueblo, Omella apuntó que “les hemos dejado que trabajen”. El presidente de la CEE, que se reunió ayer con Ángel Gabilondo, volvió a dejar claro que “colaboraremos en todo lo que nos pidan, porque tenemos que ser transparentes”, aunque confirmó que los obispos no formarán parte de la comisión del Defensor del Pueblo.
No obstante, quiso sacar pecho, apuntando que “en España, ”desde que tenemos los protocolos del Vaticano, que yo sepa, no tenemos nuevas denuncias de abusos. Creo que eso ha sido un muro de contención“.
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