La Iglesia española admite por primera vez que un cardenal no actuó tras conocer los abusos de un cura
Es la primera vez que sucede, al menos en nuestra historia reciente. El Arzobispado de Barcelona ha reconocido que quien fuera su titular entre 1971 y 1990 y cardenal de la Iglesia católica, Narcís Jubany, tuvo conocimiento de informaciones que denunciaban “prácticas sexuales inmorales” del sacerdote Josep Vendrell.
No hubo castigo alguno para el clérigo, fallecido en 2004, confirma la diócesis, a la vez que admite que, al menos en tres ocasiones, recibió algún tipo de queja por parte del padre de un alumno, de un sacerdote y de una comunidad de religiosas que regentaban un colegio. Sin embargo, nunca abrió investigación alguna.
En un comunicado, el Arzobispado de Barcelona, presidido por el cardenal Omella, ha informado de las investigaciones llevadas a cabo tras la denuncia publicada por El País contra este sacerdote, denunciado en los medios por al menos ocho personas, que lo acusan de abusos sexuales continuados durante su estancia en Caldes d'Estrac (Barcelona), entre 1970 y 1975.
La diócesis ha condenado los hechos y mostrado su “dolor y cercanía” con las víctimas. Admite también la iglesia que la información guardada en el archivo diocesano sí incluía un informe de 1975 en la que un párroco “de una parroquia cercana” afirmaba que “la situación es insostenible por el enfrentamiento entre Mn. Josep Vendrell y el Ayuntamiento por la atención y actitud pastoral del párroco y la manifestación de algún joven de que el párroco 'les pedía una práctica sexual inmoral'”, aunque a la vez sostiene que ese mismo archivo “no recoge ninguna denuncia directa de las víctimas o de sus familias en el Arzobispado. Tampoco se hace ninguna mención de las decisiones tomadas por la autoridad eclesial”.
Del mismo modo, añade el informe, se ha hallado “una carta de las religiosas que llevaban la escuela parroquial”, con fecha del 7 de julio de ese año, “dirigida al Arzobispo y firmada también por un representante de la Asociación de padres de alumnos, en la que defienden al sacerdote y consideran que se le está difamando”. Finalmente, “una carta de un fiel católico de la parroquia dirigida al Arzobispo de ese momento (Jubany)”, con fecha del 8 de junio, “expresa que en un principio no había dado crédito a las acusaciones de abusos, pero que gracias al posterior testimonio de su propio hijo, pide que el párroco sea retirado de la parroquia, que lo desplace 'donde no haya ningún niño. Creo que por caridad debe ponerse en manos de un médico'”.
La diócesis señala además que “no hay más información documentada en los años anteriores o posteriores a los hechos referidos”, y añade que tampoco consta dato alguno sobre la causa de la defunción de Vendrell.
“Manifestamos una vez más nuestro deseo de contactar con las víctimas para conocer de primera mano todo lo relativo a este caso con el fin de aclarar los hechos ocurridos y tomar las medidas oportunas”, concluye la diócesis, que el sábado pasado achacaba a El País no haberles ofrecido toda la información para poder iniciar una investigación que, en apenas dos días, ha arrojado los primeros resultados.
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