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La Iglesia católica obligará por primera vez a los curas con hijos a que se responsabilicen de ellos

Reunión en 2010 de Benedicto XVI con los obispos irlandeses en el Vaticano. / Osservatore Romano

Jesús Bastante

“El bienestar del niño es primordial. El sacerdote debe asumir sus responsabilidades personales, legales, morales y financieras”. Esta frase forma para de una normativa pionera aprobada en mayo en Irlanda que se acaba de hacer pública. Con ella, los obispos de este país rompen uno de los techos de cristal más polémicos en la Iglesia católica a lo largo de más de un milenio: los hijos secretos de los curas.

Y es que el celibato sacerdotal no es, ni mucho menos, una norma creada por Jesucristo o los apóstoles. De hecho, once de los doce apóstoles (todos, salvo Juan), estaban casados, y algunos tenían hijos. Con el paso de los siglos, cuestiones patrimoniales y de poder llevaron a la institución a prohibir el matrimonio de los sacerdotes. Pero no fue hasta el Concilio de Trento, en 1563, cuando se vetó la ordenación sacerdotal a personas casadas. Eso solo en la Iglesia católica: ortodoxos, anglicanos y buena parte de las iglesias protestantes permiten a los sacerdotes formar una familia.

Un cura ha de ser célibe y negarse a mantener relaciones sexuales durante toda su vida. La teoría, sin embargo, no ha impedido que durante siglos hayan nacido millones de hijos de sacerdotes en todo el mundo. Durante el franquismo, se hablaba mucho en España de los “sobrinos” del párroco, pero en la mayor parte de los casos los hijos de los curas en activo eran abandonados en instituciones de caridad o simplemente escondidos.

Tras el Concilio Vaticano II, cuando se estuvo a punto de hacer voluntaria la norma del celibato –una promesa, no un voto, como en el caso de los religiosos y frailes–, muchos clérigos abandonaron el sacerdocio y formaron una familia. Según la Federación Española de Curas Casados, en la actualidad existen alrededor de 450.000 sacerdotes casados, que han formado una familia y que, en su práctica totalidad, han debido abandonar el sacerdocio.

Sin embargo, la situación más complicada es la de aquellos sacerdotes que, sin dejar el clero, incumplen el sexto mandamiento (“no cometerás actos impuros”) y mantienen relaciones, algunas de las cuales culminan con el nacimiento de un bebé. Hasta la fecha, al menos en público, ninguna diócesis había hecho nada por el futuro de esos hijos y sus madres.

Ahora, los obispos irlandeses han creado pautas detalladas para asegurar “el bienestar” de los hijos de los sacerdotes y las madres de los pequeños. En la normativa, aprobada en mayo pero que ha visto la luz tras la publicación de un informe del Boston Globe (el diario que destapó el escándalo Spotlight sobre abusos sexuales), se insiste en que “el sacerdote debe asumir sus responsabilidades personales, legales, morales y financieras”. El documento también afirma que “es importante que la madre y el niño no queden aislados o excluidos”.

“Yo no soy el único, ¿y qué ha hecho la Iglesia?”

La nueva normativa ha sido aprobada gracias el empeño de un psicoanalista irlandés, Vincent Doyle, quien siendo adulto descubrió que era hijo de un cura. Con la ayuda del arzobispo de Dublín, Diarmud Martin, Doyle lanzó la web Coping International, que ofrece recursos jurídicos y civiles para los hijos de los sacerdotes y sus familias.

“Nuestro objetivo es eliminar el estigma que nos acompaña y educar a ese grupo de la población sobre los problemas emocionales y psicológicos que con frecuencia acompañan el silencio sobre su situación”, apunta Doyle. En apenas unos meses, la web ha sido visitada por decenas de miles de personas en 175 países.

Sin embargo, para Doyle, la prioridad no es determinar cuántos hijos de curas existen en el mundo, sino “la salud mental de los niños que están sufriendo”. “Si yo hubiera sido el único, la Iglesia debió haber hecho algo al respecto. Obviamente no soy el único, ¿y qué ha hecho la Iglesia?”, sostuvo.

Aunque el Papa Francisco no se ha pronunciado sobre este tema en concreto, siendo arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Bergoglio aseguró en 2010 que si uno de sus sacerdotes le confesaba que tenía un hijo, le respondería que sus obligaciones “superaban su vocación”. En consecuencia, escribía en el libro Sobre el cielo y la Tierra, el clérigo “debe dejar el ministerio y cuidar del hijo, aun si decide no casarse con la mujer”.

En la famosa exhortación Amoris Laetitia, publicada en 2016, Francisco recuerda que “si un niño viene a este mundo en circunstancias indeseadas, los padres y otros miembros de la familia deben hacer todo lo posible por aceptar a ese hijo como un regalo de Dios, y deben asumir la responsabilidad de aceptarlo con ternura y afecto”.

El dictamen de los obispos irlandeses resulta especialmente relevante, dado que Francisco presidirá en Dublín el próximo verano el Encuentro Mundial de las Familias, donde probablemente el papa pueda encontrarse con algunos hijos de sacerdotes.

En este punto, monseñor Martin reconocía la responsabilidad de los sacerdotes católicos con hijos. En una entrevista con Independent.ie, el arzobispo de Dublín afirmaba que estos curas “deben asumir la responsabilidad” de sus hijos y, refiriéndose a su encuentro con algunos vástagos de esos sacerdotes, afirmó “entender que están pasando por la búsqueda normal de su propia identidad y por la necesidad de saber algo sobre su propia identidad personal”.

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