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La Iglesia portuguesa 'oculta' a las víctimas de abusos durante las Jornadas Mundiales de la Juventud de Lisboa

El primer ministro luso, António Costa (i), y el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin (d) hablan sobre la organización de las JMJ de LIsboa. EFE/EPA/TIAGO PETINGA

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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“Los obispos no creen lo que les dicen las víctimas, pero sí creen a niños pequeños que dicen que han escuchado a la señora sobre un árbol”. Antonio Grosso, superviviente de la pederastia clerical en la Iglesia portuguesa, critica con dureza la decisión de la Conferencia Episcopal del país de no dar espacio, de manera oficial, al tema de la pederastia durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que desde el 1 al 6 de agosto llevará a Lisboa a más de un millón de jóvenes (cien mil de ellos, españoles), y que contará con la presencia del papa Francisco.

Un Papa que, además de encontrarse con los jóvenes, rendirá visita al santuario mariano de Fátima, donde según el relato de tres pastorcitos, se les apareció la Virgen en 1917, convirtiendo aquella pradera en uno de los mayores centros de peregrinaje católico, junto a Lourdes, Guadalupe, Santiago, Roma o Jerusalén. Esos pastores son los “niños pequeños” a los que se refiere Grosso, promotor de Corazón Silenciado, la primera asociación de víctimas de abusos en Portugal.

No hay espacio para las víctimas en la JMJ, un evento que, días antes de su inicio, presenta evidentes problemas de organización y seguridad (Lisboa triplicará su población, sin que se hayan elegido enclaves suficientes para la ingente llegada de peregrinos a la capital portuguesa), y una polémica sobre las víctimas de abusos.

En Portugal una comisión independiente ya ha publicado un informe que apuntaba la existencia de unas cinco mil víctimas de abusos entre el clero luso en las últimas décadas. Los datos provocaron una una histórica petición de perdón ahora empañada por esta ocultación del colectivo dañado.

Cambios tras el perdón

Meses después, las cosas han cambiado mucho. Diócesis como la de Oporto se han negado sistemáticamente a sancionar a sacerdotes abusadores, aduciendo cuestiones de prescripción. La voluntad –manifestada por el grueso del Episcopado portugués– de afrontar indemnizaciones a las víctimas se ha visto negada por su principal responsable, el cardenal Clemente (patriarca de Lisboa, cuyo cese está previsto justo después del viaje papal), quien aseguró que la Iglesia solo pagaría resarcimientos si la justicia le obligaba.

“Todo lo que se pueda hacer de acuerdo a la ley se hará de acuerdo a la ley. Pero no esperen que hagamos nada más porque no podemos hacer nada más”, recalcó el purpurado, señalando que, según la ley portuguesa, el responsable de cualquier indemnización es el agresor, no la institución a la que pertenece. Además calificó de “insultante” ofrecer reparaciones a las víctimas. Más aún: se llegó a decir que ningún superviviente había pedido explícitamente una indemnización, lo que instituciones como Corazón Silenciado han demostrado que es falso.

Homenaje público suspendido

La gota que colmó el vaso fue la decisión de la Conferencia Episcopal portuguesa de paralizar un anunciado homenaje a las víctimas de abusos durante la JMJ. El acto previsto era la inauguración de un memorial en recuerdo de los supervivientes de la pederastia clerical. También se ha anulado cualquier referencia oficial a las víctimas de abusos en los discursos.

El papa Francisco ha querido desvincularse de estas decisiones. Bergoglio, como en todos sus viajes, se encontrará en privado con víctimas de abusos, mientras se da por seguro que habrá referencias a la pederastia tanto en el Vía Crucis que tendrá lugar el viernes 4 de agosto en en el Parque Eduardo VII de la capital portuguesa, como en la gran vigilia de la noche del 5 de agosto en el parque Tejo.

“El programa no tiene ninguna mención a los abusos sexuales en la Iglesia católica, un tema que es hablado frecuentemente por el propio papa Francisco, que está a la orden del día en este país”, denunció Grosso en una entrevista con EFE. “Queremos oír a los obispos portugueses lo que ya hemos oído por parte del papa Francisco de que es necesario seguir combatiendo los delitos y los abusos sexuales en la Iglesia católica y que el asunto no muere en estas jornadas de cinco días en Portugal, en las que el asunto no forma parte del programa oficial”, continúa Grosso. 

Francisco viaja a Portugal el próximo día 2 de agosto, en una visita en la que sobrevolará, tanto a la ida como a la vuelta suelo español. Fuentes vaticanas no descartan que el Papa haga una referencia a los casos de abusos en nuestro país –en un momento en que la auditoría encargada por los obispos al bufete Cremades&Calvo Sotelo ya debía haber sido entregada a la Conferencia Episcopal, y con la resolución del juicio canónico por el ‘caso Gaztelueta’ pendiente–. Un vuelo poco después de conformarse la nueva situación política surgida de las elecciones generales del 23-J.

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