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De Iker Jiménez a las redes sociales: así se usa la “necesidad humana” de saber qué ocurre para lanzar bulos de la DANA

Marta Borraz

5 de noviembre de 2024 22:10 h

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La difusión masiva de bulos y desinformación está marcando la emergencia causada por la DANA que encuentra en las redes sociales el vehículo perfecto para una propagación rápida y efectista. Estos mensajes, que llegan a ser incluso amplificados en portales web o programas de televisión, como ha hecho Iker Jiménez en Horizonte, suelen ir acompañados de un discurso sobre una supuesta ocultación intencionada de información, por ejemplo, sobre las cifras de fallecidos o desaparecidos. No por casualidad muchos de estos bulos se encabezan con los clásicos “te contamos lo que no quieren que sepas” o “esto es lo que nadie te dice” a pesar de que decenas de medios retransmiten sobre el terreno lo que está ocurriendo.

El caso paradigmático ha sido el del parking del centro comercial Bonaire, en Aldaia, donde no se han encontrado cadáveres a pesar de que lleve días circulando la idea de que allí había “cientos” o “miles” de ellos. También el túnel entre Alfafar-Benetússer se ha convertido en objeto del bulo que asegura que allí se han hallado “45 muertos”. Se suman también las falsedades sobre la destrucción de presas, la caída del 112 o la que afirma que el radar que monitoriza lluvias en València no funcionó, entre otras. Sectores de extrema derecha, altavoces de teorías conspiranoicas y negacionistas del cambio climático se alían en la difusión de mensajes sin contrastar que tienen también su eco entre algunos influencers o creadores de contenido con miles de seguidores.

Pero, más allá del emisor, ¿por qué acaban calando estos bulos? El profesor de Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Guillermo Fouce explica que ante una crisis como la actual “hay una necesidad humana muy relevante” que es la de “saber que está pasando y darle un sentido”. “Y cuando no hay información o no es inmediata surgen respuestas alternativas que da igual que sean ciertas o no, pero cubren este espacio, nos hacen sentir más tranquilos y creer que aparentemente estamos conociendo qué ocurre”, añade el también presidente de Psicología sin Fronteras.

Para el experto es también clave apuntar a cómo la eficacia de estos mensajes “está relacionada” con cómo el discurso que los sobrevuela “entra en el terreno de lo emocional”. “En psicología social sabemos que la mejor manera de influir son las emociones, que van a un ritmo mucho más rápido, y no los argumentos. En este caso, se apela y se instrumentaliza la incertidumbre para contraponer el 'yo te cuento la verdad'. Eso acaba dando certidumbre, que es lo que falta en estos momentos, aunque sea a través de falsedades o elementos que simplifican la realidad”, esgrime Fouce.

La psicopedagoga y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Sylvie Pérez reflexiona en el mismo sentido y explica que estos mensajes suelen conectar “con el dolor, el sufrimiento y la cercanía de lo que está pasando” de manera que “no hay un análisis de la información” sino que “llega e irracionalmente se asume como verdadera”. Eso, además, en un contexto en el que arrecian las críticas hacia las autoridades y se expande el descontento entre las propias víctimas de la tragedia. “Hay una sensación de improvisación y, ante las dudas, eso aumenta las posibilidades de que los bulos circulen”, añade la experta.

No es algo excepcional de esta crisis, aunque sí ahora adquiere nuevos tintes, cree Fouce. “En emergencias esto nos ha pasado siempre. En el 11M por ejemplo les fueron llegando a las víctimas listas falsas de desaparecidos o muertos”, relata el psicólogo, que destaca dos elementos que diferencian la situación actual: “Por un lado, la velocidad de las redes y la capacidad de estas personas de generar mecanismos de difusión propios; por otro, que existen intereses detrás con una intencionalidad política clara de desestabilizar y buscar un chivo expiatorio que en este caso sería Pedro Sánchez”, añade el experto sobre la estrategia desplegada por la extrema derecha para capitalizar el desastre.

Comunicación “desvertebrada”

Pero, además, al otro lado “no está habiendo una estrategia comunicativa eficaz que contrarreste la desinformación y le deje menos espacio”, según coinciden los especialistas consultados. “Ha fallado desde el minuto cero”, responde contundente Carles Pont, uno de los investigadores principales del proyecto Comunicación de crisis y emergencias en Social Media de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). El especialista cree que “falló la comunicación de riesgo” por parte de la Generalitat valenciana al reaccionar “tarde” y ahora “no está habiendo un control y coordinación de la misma” en medio de la crisis.

No es que no haya habido comparecencias –lo ha hecho el president de la Comunitat Valenciana Carlos Mazón y por parte de Moncloa Pedro Sánchez, el general jefe de la UME o este martes los directores generales de la Policía Nacional, Guardia Civil y Salud Pública, por ejemplo– pero para los especialistas “es un error” no tener “una planificación de portavocías claras” y unos tiempos concretos previstos para salir a hablar. “Si hace falta mañana y tarde o una vez al día, dependerá, es algo que se tiene que decidir”, opina Pont, que pone el ejemplo de las ruedas de prensa que cada mañana daba el Comité de Gestión Técnica durante la Covid.

Comparte la tesis Guillem Suau, especialista en comunicación de crisis de la Universitat de Lleida: “La comunicación está desvertebrada y no hay mensajes unívocos. A veces hay que salir y decir simplemente que no hay novedades respecto a la anterior comparecencia porque eso tranquiliza a la ciudadanía, pero es fundamental que se vehicule la información, sea constante y, sobre todo, haya un referente para la gente, que sepa que esa o esas son las personas que van a contarle cómo está la situación, es decir, que no sea cada vez un portavoz”.

Si no, no solo “se añade mayor ansiedad y estrés” a la población en general y a las víctimas en particular, sino que “se permite que haya mucho ruido alrededor de la emergencia y se da más margen a la especulación” en un momento en el que además “estamos viendo que hay una desconfianza creciente en las instituciones públicas y en los medios de comunicación”, detalla Suau, que piensa que los bulos y la desinformación también circularían en caso de que la comunicación institucional “fuera eficaz” pero “seguramente se evitaría que se viralizaran tanto y que una parte de la población se las creyera”.

El caso de las cifras de muertos –215 según el último dato oficial– y desaparecidos, que están siendo objeto de la teoría de la ocultación, es paradigmático para los expertos. “En esto hay que ser muy cuidadosos, no se puede dar un dato sin tenerlo cerrado porque además depende de un proceso técnico –como han explicado varios forenses estos días–, pero esto hay que salir y explicarlo y la gente lo entendería perfectamente”, cree Pont, para el que “no es buena idea” dar información de este tipo sobre la marcha y sin agendar, como ha ocurrido este martes con el cuerpo encontrado en Letur (Albacete) al que en un principio se le ha atribuido una identidad que después se ha puesto en duda.

El discurso del 'no-Estado'

Los especialistas son conscientes de que hablar de abordar la estrategia comunicativa en momentos de desborde “es muy fácil de decir y muy difícil de hacer” debido a la envergadura e imprevisibilidad de un desastre “pero la realidad es que hay casos de éxito”, admiten. Guillermo Fouce, por su parte, duda de la idea de que este tipo de mensajes “que instrumentalizan el dolor” para “construir un mensaje político interesado” sean fácilmente neutralizados por la comunicación institucional. “Seguramente ha habido errores, pero no estamos hablando en este caso de información objetiva rebatible sino emocional y cargada de valores”.

Más allá de los bulos sobre datos o informaciones concretas, el profesor de Psicología Social se refiere al discurso que se propaga estos días del “todo va mal, es un caos permanente, estamos solos y abandonados” que se sostiene en la creencia del “Estado fallido” y que vendría a entroncar con el alegato que defiende la teoría de la ocultación por parte de los medios de comunicación o las autoridades. Un mensaje que, a su juicio, “es peligroso”: “Se busca la polarización extrema y en este sentido afirmar que no hay Estado y que nada funciona es prácticamente legitimar un golpe de Estado, que de alguna manera se pueda intervenir desde no se sabe qué fuerzas”, analiza.

Guillem Suau se expresa en la misma línea y reflexiona sobre cómo en épocas de crisis como esta “emergen este tipo de discursos” que “alimentan la sensación de pánico y refuerzan las ideas que defienden liderazgos fuertes y mandos que ordenen, lo que viene muy bien a los sectores más autoritarios y conservadores de la política”.

El experto, sin embargo, matiza y le da importancia a la “pequeña base de realidad” sobre la que, a su juicio, se construyen en momentos concretos estos mensajes: “Ha habido descoordinación y se ha sido incompetente al menos a la hora de informar de forma clara y precisa, lo que permite generar un entorno propicio para que desde la extrema derecha pueda hacer permear fácilmente la idea de que el Gobierno solo quiere tus impuestos y nos abandona de forma sencilla. Una idea que, además, refuerza creencias previas de la gente y que lo que está haciendo es instrumentalizar el dolor con el objetivo de dañar políticamente”.