El año pasado los incendios forestales destruyeron casi 178.000 hectáreas de bosques y tierras en Europa. Aunque esta cifra representa menos de una sexta parte de la superficie quemada en 2017 y es inferior a la media de los últimos diez años, el fuego afectó a más países que nunca, debido al gran número de incendios que se desarrollaron en el norte de Europa, según datos del Informe Anual sobre Incendios Forestales publicado por el Centro Común de Investigación de la Unión Europea (JRC, por sus siglas en inglés).
Según el informe, a pesar de que la superficie total quemada es menor que en años anteriores, las temperaturas por encima de la media que persistieron en el centro y norte de Europa durante la mayor parte del verano crearon las condiciones que ayudaron al inicio y propagación de los incendios forestales, causando altas pérdidas económicas y ambientales en zonas poco habituales para este tipo de desastres.
Gracias a los datos obtenidos mediante el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, los investigadores analizaron todos los fuegos que afectaron a más de 30 hectáreas en Europa. Entre los primeros países de la lista se encuentran varios de los habituales, como Italia, con 147 incendios y 14.649 hectáreas quemadas, España con 104 y 12.793 hectáreas o Portugal, con 86 y 37.357 hectáreas.
Sin embargo, en la lista también aparece Suecia, que experimentó la peor temporada de incendios en su historia, con 74 siniestros y una superficie total quemada de más de 21.605 hectáreas, la segunda más alta de la UE, una posición poco habitual para un país nórdico.
“Claramente esto es consecuencia de los cambios en los patrones climáticos”, explica a eldiario.es Cristina Vega, Profesora Titular de la Universidad de Lleida. Según esta especialista en ingeniería y gestión forestal, “incluso aunque cojamos los modelos más conservadores de simulación de cambio climático, los países que hasta ahora no estaban expuestos a incendios con la misma intensidad que los que sufrimos en el sur empezarán a sufrirlos”.
La influencia del cambio climático
También el Comisario de Educación y responsable del JRC, Tibor Navracsics, hizo hincapié en la importancia de la crisis climática a la hora de afrontar el riesgo de incendios. “Las condiciones meteorológicas cambiantes asociadas al cambio climático aumentan el riesgo de incendios forestales en todo el mundo”, afirmó en la presentación del informe. “Tenemos que responder e intensificar nuestros esfuerzos para que nuestros bosques sean más resistentes a un clima más cálido y seco”.
El documento, elaborado por un equipo internacional de investigadores, insiste en que “todas las previsiones predicen un aumento de las temperaturas medias y, en consecuencia, una prolongación de la temporada de incendios”, algo que “debe ser percibido como un reto muy serio”. Además, los científicos aseguran que “el clima está cambiando más en el norte de Europa que en otras partes del mundo”, por lo que estos países deben empezar a tomar medidas.
Aunque durante el pasado año los incendios afectaron especialmente a Suecia, otros países del norte del Europa ya han empezado a notar las consecuencias del cambio climático. En este sentido, el Real Instituto Meteorológico Holandés determinó que el verano de 2018 fue el más cálido desde 1901, siendo además especialmente soleado y seco. Aunque el centro concluyó que la sequía no puede atribuirse totalmente al calentamiento global, los investigadores aseguran que la probabilidad de veranos mucho más secos aumentará en el futuro
También los datos recogidos en Noruega indican un aumento de temperaturas medias que, según los investigadores, provocarán más precipitaciones, pero también más sequías. “Las consecuencias de esto son el aumento del crecimiento de la hierba, los arbustos y los árboles”, lo que conducirá a “una mayor duración de la temporada de incendios y a incendios de mayor envergadura como resultado de una mayor cantidad de combustible”, asegura el informe.
Todos estos cambios registrados durante los últimos años han obligado a varios de estos países a centrar su atención en la temporada de incendios como no lo habían hecho hasta ahora. “Países como Austria, Holanda o Finlandia están empezando a invertir en prevención de incendios, cuando antes prácticamente solo se preocupaban por avalanchas o fenómenos torrenciales”, asegura Vega.
El Mediterráneo: zona de alto riesgo
Los modelos regionales de cambio climático también ponen de manifiesto la importancia de desarrollar nuevas estrategias de prevención de incendios forestales en el Mediterráneo, ya que el informe señala cómo países como Portugal, España, Italia o Turquía se han visto afectados por el calentamiento global, especialmente en los últimos 10 años.
A pesar de ello, los datos de 2018 son muy positivos en toda la región. Portugal fue de nuevo el país con la mayor superficie quemada, aunque el total de superficie perdida por el fuego fue inferior a la de 2017 y uno de los valores más bajos de los últimos 10 años.
En España, 2018 fue el año con menos incendios y menor superficie quemada de la última década. En total, se produjeron 6.874 incendios, frente a los 12.541 siniestros de la media del último decenio, mientras que la superficie afectada fue de 23.683 hectáreas, frente a las 99.175 de media de los últimos diez años, según datos del Ministerio de Agricultura.
Según Vega, a corto plazo los efectos del cambio climático van a ser “muy difíciles de contener”. Sin embargo, esta especialista asegura que la situación puede dar un vuelco a largo plazo, ya que “de acuerdo a las predicciones actuales es de esperar que se acentúe el riesgo de desertificación en toda la península, con lo que puede que se resuelva el problema de los incendios forestales porque nos hayamos quedado sin bosques que quemar”.