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Cabalgatas de Reyes Magos que no destiñen

Imágenes de la campaña de la fundación Órbita Diversa '¿Los Reyes Magos manchan? Sí, de racismo'.

Natalia Chientaroli

“¿Te representa? A ellos tampoco”. Estas palabras acompañan una foto de Melchor, un señor negro con la cara pintada de blanco. A su lado, la consabida imagen del Baltasar embadurnado de betún de las cabalgatas de reyes. Dar un paso más hacia el absurdo para ponerlo en evidencia: esa es la idea con la que la asociación cultural Órbita Diversa aborda la polémica por el tradicional maquillaje con el que un concejal o famoso se convierte cada año en el rey negro.

No hay una cifra oficial sobre la población de raza negra en España –una ley impide preguntar sobre las características étnicas de los ciudadanos–, aunque diversas asociaciones calculan que hay al menos 1,5 millones de negros viviendo en el país. Un país que no se parece mucho –al menos en cuanto a su diversidad racial – al de la Transición, cuando se instauró en Madrid la costumbre de que los Magos de Oriente fueran representados por concejales del Ayuntamiento.

Pero la tradición sigue pesando más que la realidad, y la cabalgata de 2015 de la capital –que se retransmite por TVE– tiene una vez más un Baltasar ennegrecido a fuerza de potingue y guantes azabache. En este caso el edil es Jaime de Berenguer, de UPyD. El papel les toca este año por primera vez, ya que solía recaer en un concejal del PSOE.

Antes del desfile del año pasado un miembro del grupo municipal socialista, Diego Cruz, aseguró que la tradición no representaba la complejidad “cultural, social y étnica” de Madrid y que su partido propondría una fórmula más acorde con sus “diversas identidades”. También la formación magenta ha hecho su apuesta pública por un Baltasar negro. Pero un año después la cosa sigue como estaba, y el tema ni siquiera se ha debatido en el Pleno.

Sí se llegó a plantear la posibilidad de que una edil mujer se montara a la carroza disfrazada, pero la mayoría del PP argumentó que no era posible porque los niños se darían cuenta del montaje. De este razonamiento se desprende que niños negros o con compañeros negros en la escuela no sospechan de un señor embadurnado y con los labios pintados de carmín. Un look con el que Alberto Ruiz Gallardón se paseó por Madrid cuando era concejal o que en otras partes de España han lucido Lucas (del grupo Andy y Lucas) o Sergio Ramos, por citar solo algunas de las fotografías que circulan estos días en las redes sociales.

La explicación oficial del Ayuntamiento de Madrid es la de siempre: si no hay concejales negros no puede haber Baltasar negro. David Ortega, portavoz municipal de UPyD, anticipa que propondrán un cambio en las próximas semanas. “Pensamos que los 'ayudantes' de Reyes Magos deberían elegirse entre algún cuerpo significativo de la ciudad, o al menos ligado a ella. Por ejemplo, policías municipales, bomberos o profesionales del Samur. Se trata de elegir personas capaces de asumir una responsabilidad mucho mayor de lo que parece, por la repercusión social y mediática de la cabalgata, y, al mismo tiempo y en la medida de lo posible, evitar que una persona blanca tuviese que pintarse de negro la cara”, asegura.

En la prensa internacional y en las redes

The Guardian recoge la polémica en un reportaje mencionando también las decenas de iniciativas populares que abogan por eliminar a los falsos reyes negros en otros tantos ayuntamientos españoles. Desde 'Órbita Diversa' animan desde este lunes a compartir imágenes en las redes sociales bajo la etiqueta #BaltasarPintado para denunciar que esta práctica “ofensiva, innecesaria y ridícula” continúa produciéndose en la mayoría de municipios del país.

En su página web se multiplican los rostros de Melchor y Gaspar, negros de piel, pintados de blanco. “Fue colgar la propuesta en una página de actores y nos llamaron muchos chicos dispuestos a hacerlo gratis. Eso implica que compartían la acción”, cuenta Ofelia Olivas, integrante de la asociación.

“La excusa es que aquí no hay mucha inmigración africana. Pero sí tenemos tradición de inmigración latinoamericana, que no es blanca nuclear. ¿Por qué no se accede a esos estratos sociales? Sigue habiendo discursos muy reaccionarios en este sentido”, sentencia Olivas.

Para el año que viene la asociación se plantea organizar una cabalgata alternativa o una recogida de cartas para seguir poniendo el foco sobre los Baltasares blackface: “¿Los Reyes Magos machan? Sí, de racismo”.

Los baltasares que llegan en patera

En el barrio madrileño de Hortaleza este año Baltasar es Asis, un joven que llegó solo a España desde Guinea Bissau siendo menor de edad y que ahora participa en un programa de inserción de la asociación El Olivar. En esta cabalgata paralela a la oficial el rey negro es siempre un inmigrante. “Todos ellos han vivido historias truculentas, muy duras. Algún año incluso ha sido una persona sin papeles o que vivía literalmente en la calle”, explica José Miguel Aragón, uno de los organizadores.

Y no es casualidad. El desfile de este barrio popular de Madrid de más de 170.000 habitantes tiene mucho de reivindicativo, y la participación de estas personas es una forma de “visibilizar una realidad”. La realidad de Asis, que fue un menor tutelado, o la de Karim, o la de Mamadou, otros baltasares que arrastraban un pasado marcado por viajes en patera o en cayuco, por la muerte de algunos de quienes se adentraron con ellos en el mar para buscar un futuro mejor en España y por la discriminación y las dificultades que les esperaban en la 'tierra prometida'. Unos baltasares que ponen cara a miles de ciudadanos que viven en España y a otros tantos que han intentado en vano cruzar la valla o que han sido devueltos a África tras un paso por el CIE. Por eso en la web de la cabalgata hay un relato de ficción del largo viaje de Baltasar y su paje desde el monte Gurugú hasta Madrid.

La historia de la cabalgata de Hortaleza viene de lejos. Pero en 2007 la Junta de Distrito decidió privatizarla, dejando fuera a los vecinos que históricamente habían trabajado en ella. Entonces las asociaciones montaron su propio desfile, manteniendo su carácter participativo y de reivindicación. Este año han invertido unos 6.000 euros, que han recaudado organizando durante el año funciones de teatro infantil, conciertos y colectas. Para José Miguel Aragón, el Baltasar que arroja caramelos en las calles del barrio supone el “triunfo de la organización colectiva” y es una demostración de que “la organización de la gente está por encima de la de los políticos y mucho más cerca de la realidad de los ciudadanos”.

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