Las inverosímiles explicaciones de la ministra sobre su máster

Carmen Montón recibió a eldiario.es en su despacho del Ministerio de Sanidad para dar todas las explicaciones sobre su máster, algo que ya había hecho con otros medios, y con una montaña de papeles a la que dio acceso total a los periodistas. La reunión duró algo menos de dos horas en las que la ministra leyó mails y permitió revisar y fotografiar la documentación sobre la mesa, aunque la gran mayoría de ella no era relevante para probar que cumplió con su responsabilidad académica. Las explicaciones desde el primer momento se basaron en que asistió a clase e hizo todo correctamente. Su versión dejó múltiples lagunas y explicaciones inverosímiles. Son estas:

No supo decir cuál era el campus en el que había estudiado

“¿Dónde eran las clases?” Ante esta sencilla pregunta, Carmen Montón dijo, entre varios silencios y dudas, que estudió en Móstoles. En Móstoles está el Rectorado y la Secretaría,  pero no las aulas de máster. Cuando una periodista de eldiario.es le dijo que no era allí, justificó su respuesta en que había ido a ese campus a recoger toda esa documentación para defender su máster ante las preguntas de la prensa. La ministra se levantó para llamar y preguntar a una persona que le había acompañado hasta allí. Al volver, en otro intento más fallido de decir el campus, relató que iba en taxi o la llevaban en coche porque no tiene carné, y que por eso no recordaba dónde eran las clases. Este posgrado de la Rey Juan Carlos se imparte en el campus de Vicálvaro, uno de los seis que tiene la universidad pública madrileña. eldiario.es ha localizado a cinco alumnas que iban a clase (de una veintena que asistieron) y todas han dicho sin ninguna duda el campus al que fueron seis días al mes durante más de siete meses.

Se enteró hace poco de que había sacado varios sobresalientes en 2011

Montón aprobó seis asignaturas del máster de género, algunas con nota, pese a que cuando ella empezó a ir a clase (enero) esas seis materias ya habían finalizado, como ella misma admitió en una reunión con eldiario.es en la que previamemente había asegurado que había ido a todas las clases. Tras el cambio de versión y preguntada sobre cómo pudo obtener tres sobresalientes y un notable (además de dos aprobados) sin siquiera pisar la clase, la ministra también se mostró sorprendida y aseguró que ella no era consciente de que había sacado esas notas: “Me enteré hace poco, cuando fui a recoger documentación sobre este máster”. Sobre cómo aprobó y sacó tan buenas notas sin haber conocido siquiera a sus profesores, explicó que envió “lo que me pidieron” por mail a la secretaria del máster, no a los profesores que debían evaluarla, con quienes admite no haber tenido ninguna relación.

Es la única alumna contactada que entregaba trabajos en mano

La ministra conserva una decena de correos electrónicos con Lara Martínez, que trabajaba con Álvarez Conde y Laura Nuño en el Instituto de Derecho Público y ejercía como secretaria del máster. Su función eran las matrículas, pasar información sobre actividades complementarias o dar materiales a las alumnas para trabajar en clase, como constatan algunas de ellas. Pero, según la ministra, además le entregó a esta empleada todo lo necesario para aprobar las seis asignaturas que se había perdido porque empezó con el máster a mitad de curso.

El resto de alumnas consultadas niegan que hubiera que darle a Martínez los trabajos. Según calcula la ministra, inició las clases en enero, pero no lo recuerda con exactitud (su pago de matrícula fue en diciembre, tres meses fuera de plazo). Al inicio de la reunión dijo que había ido a todas las clases, un poco más tarde señaló que había empezado en octubre y luego, en noviembre. Una vez admitió que empezó en enero, eldiario.es le preguntó qué le entregó exactamente a esta empleada que no era profesora sino que hacía gestiones del curso. Montón se remite simplemente a que entregó lo que Lara Martínez le pidió, pero no sabe precisar qué, ni tampoco si eran trabajos de todas las asignaturas que se había perdido. Ni siquiera puede precisar con seguridad que entregara materiales de las 12 asignaturas de su máster. Sí acredita y muestra el Trabajo Fin de Máster, sobre reproducción asistida, del que tiene varios borradores y correcciones, además de una versión final de 50 páginas.

Montón también muestra correos con Laura Nuño, tutora de su trabajo final, y con Nuria Varela, que le pasa materiales y le habla de asuntos académicos. Varela fue compañera suya de máster además de directora de comunicación de la exministra socialista de Igualdad Bibiana Aído. Entre los mail que conserva no hay ninguna comunicación con los profesores: “Correos con profesores no tengo”. Otros alumnos confirman que los trabajos no se los daban a Lara Martínez, que no ha querido responder a eldiario.es, sino que los colgaban en la plataforma virtual o los enviaban por mail directamente a cada profesor para que los evaluara. La ministra no tiene rastro de ello y en ningún momento citó ninguna plataforma virtual como opción para dar trabajos. Con los profesores que sí coincidió como ya matriculada (6 asignaturas más el trabajo final), tampoco tiene comunicaciones porque los dejaban allí mismo, en la clase, presencialmente, según ha relatado. eldiario.es ha podido acreditar con una profesora y cinco alumnas que sí asistieron que ese no era el sistema de entrega, aunque Montón insistió que los dejaban físicamente todas las alumnas.

Insiste en que fue a clase y desconoce que la directora dio bula para no ir

Montón defendió desde el primer momento que asistió a clase, que cumplió con todos sus deberes, que hizo los trabajos y el Trabajo Fin de Máster. Incluso relata que salía corriendo del Congreso y cogía un taxi para no llegar tarde los jueves a clase porque si no les abroncaban. La verdad es que el máster era presencial, pero la directora suavizó las normas e informó por mail de que la asistencia no era obligatoria. Se podía sustituir por trabajos y tutorías, según decía Nuño en ese correo. Las cinco alumnas consultadas relataron,  algunas antes y otras después de chequear su documentación, que esto fue así. Pese a que se dieron facilidades, la ministra no parece conocer las condiciones del curso impuestas por Nuño, porque defiende en todo momento como prueba de que lo cursó que ella sí asistió a las clases. ¿Por qué entonces no le recuerdan en clase e incluso una docente afirma con rotundidad que no fue porque su asignatura fue convalidada? “Si no me recuerdan, no sé”. Una hora más tarde admite que empezó con más de medio curso empezado. Preguntada por el total de asignaturas, dice que son 9 más el TFM. Pero el curso oficial son 12 más el TFM, una contradicción que la ministra achaca a un lapsus.

No recuerda el nombre de sus profesores

Preguntada por sus profesores, cita a Carmen Bravo (con quien volvió una vez desde el campus a Madrid, según la versión de la docente) y Laura Nuño (tutora de su TFM), a quien dice haber conocido ese año en la Universidad Rey Juan Carlos. De la otra veintena de docentes (algunas asignaturas tenían hasta tres docentes distintos) no sabe el nombre pese a la preparación previa de la reunión. Preguntada por Enrique Álvarez Conde, el muñidor del máster de Cifuentes y Casado según la jueza, tampoco lo recuerda. Él dio clase en diciembre, cuando Montón todavía no estaba incorporada, lo que no fue óbice para que le pusiera un sobresaliente en la asignatura 'Los principios de igualdad y la no discriminación'. ¿Le dio un trabajo para aprobar su asignatura? La ministra no especifica y repite que hizo “lo que Lara me pidió”, pero no sabe decir qué fue lo que le pidió. Otras alumnas sí recuerdan más detalles de los docentes, o bien el nombre, o los recordaban por alguna característica pese a que fueron consultadas sin darles ocasión a revisar la documentación. Una de ellas localiza un trabajo para Álvarez Conde de 17.000 palabras.

Niega trato de favor pero escribía desde su correo del Congreso

La ministra defiende rotundamente que cursó el máster y niega cualquier tipo de trato de favor, aunque admite que era un máster sencillo, que no le costó demasiado. Sin embargo, habla de que los trabajos que se exigían eran de unas 30 líneas, utilizando para dar esta información una guía impresa del máster. Es cierto en algún caso excepcional (por ejemplo, cuando la asignatura, que duraba tres días, la compartían varios profesores). eldiario.es ha acreditado que en la mayor parte del máster, los trabajos eran lecturas, algunas densas, o fichas de entre 5 y 10 folios y ejercicios de más de 30 líneas. Así lo confirman varios profesores y alumnas.

Aunque niega que le dieran facilidades, eldiario.es ha podido confirmar viendo los mails que ha enseñado la propia Montón que la ministra utilizaba su cuenta de correo del Congreso de los Diputados para comunicarse en los temas académicos de su máster, de modo que no quedaban dudas de que se trataba de la líder de Igualdad del PSOE y diputada, que acababa de tener un papel protagonista en la ley de interrupción voluntaria del embarazo, de la que fue ponente.

Precisó normas de puntualidad que nadie más conocía

Preguntada por algunos detalles, como cuántas alumnas solían ir a clase, Carmen Montón se aferró al número de matrículas: 37. Esa es la cifra que aparece en el resumen del informe de calidad de su máster y que Montón tenía impreso en la mesa. Ante la insistencia de las preguntas de los periodistas sobre si todas ellas asistían a clase, las 37, la ministra rebajó la cifra a “un poco menos”, sin poder precisar más. Los testimonios recabados por eldiario.es, entre ellos de profesores del máster, cifran el número de estudiantes que acudían a clase en una veintena. Solían ser siempre las mismas.

Aunque no recordaba el campus de su máster ni el número aproximado de compañeras, Montón sí precisó a eldiario.es que los profesores eran muy exigente con la puntualidad de los alumnos, a los que “abroncaban” en caso de llegar con la lección empezada, por lo que ella iba corriendo desde el Congreso. Las alumnas que asistieron también han sido consultadas sobre este extremo y todas niegan que se afeara la falta de puntualidad, sobre todo teniendo en cuenta que los posgrados se dirigen a personas que muchas veces ya están en el mercado laboral, lo que justamente conlleva requisitos más laxos de asistencia y llegada.