Si no hay imprevistos (otra vez), el telescopio espacial James Webb va a ser lanzado este sábado desde el Puerto Espacial Europeo de la Guayana Francesa, a bordo de un cohete Ariane 5. Su viaje tendrá una duración de un mes hasta alcanzar el segundo punto de Lagrange (L2), a un millón y medio de kilómetros desde la Tierra. El lanzamiento está previsto a las 12:20 GMT (13:20 hora peninsular española) del día de Navidad.
Inicialmente programado para el viernes 24, el lanzamiento fue pospuesto porque la previsión meteorológica no era favorable. Con esta, son cinco las ocasiones en las que desde la primavera de 2019 ha sido programado el envío al espacio del telescopio más ambicioso jamás diseñado.
Astrofísicos, astrónomos y aficionados de todo el mundo consideran este lanzamiento un gran acontecimiento en el campo de la ciencia, porque se trata del “mayor y más potente telescopio jamás lanzado” en palabras de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Desde la ESA transmiten que el telescopio abandonó el pasado jueves el edificio de montaje, en el interior del Ariane 5 de 53 metros de altura, con destino al puerto espacial de la Guayana Francesa. Será en esta zona de lanzamiento donde se han llevado a cabo los últimos controles y preparativos previos al despegue. Los que incluyen el llenado de los tanques del propulsor del Ariane 5 con oxígeno e hidrógeno líquidos, las configuraciones eléctricas y de software y el cambio de la fuente de energía a la batería interna. Una vez cumplidos todos los pasos, la misión logra la autorización de vuelo 15 minutos antes del despegue.
Un complejo despliegue
Cuando se separe del cohete y comience su viaje hacia la órbita en la que operará los próximos años, el James Webb pasará por un complejo proceso para desplegarse en diversas etapas y soltar el parasol, la antena y los instrumentos con los que está equipado. “Es un proceso muy ensayado y testeado del que estaremos todos muy pendientes”, ha matizado en declaraciones a la agencia SINC Macarena García Marín, científica de la ESA para el desarrollo y soporte científico y de calibración de MIRI/JWST.
James Webb, bautizado con el nombre de un antiguo administrador de la NASA, es el resultado de una misión conjunta de este organismo estadounidense, de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense. Los expertos aseguran que “está diseñado para responder a preguntas pendientes sobre el Universo” y “hacer descubrimientos revolucionarios en todos los ámbitos de la astronomía”.
El primer año de observaciones dedicará un 20-25 % del tiempo de observación a estudiar a unos 60 o 70 exoplanetas
El primer año de observaciones, el Webb –que ha recibido más de mil propuestas investigación de equipos científicos de todo el mundo–, dedicará un 20-25 % del tiempo de observación a estudiar a unos 60 o 70 exoplanetas. En concreto, se espera que contribuya a ampliar el conocimiento de los planetas del Sistema Solar como los gigantescos gaseosos y los planetas helados, observando sus atmósferas y estructura. Aunque también la formación y evolución de estrellas, planetas y galaxias.
Eso sí, en comparación con el Hubble –al que de alguna manera viene a sustituir– el nuevo telescopio tiene un inconveniente: no podrá ser reparado, de hecho, ni siquiera fue diseñado para eso, han explicado las científicas de la ESA.