Se llama El sucesor con una doble intención: “El libro se abre viendo que Bergoglio es el sucesor de Ratzinger y se cierra sabiendo que es el sucesor de Pedro, le pese a quien le pese”. Javier Martínez-Brocal es corresponsal en Roma y ha escrito, junto a Francisco, el primer libro en el que el Papa habla de su relación con el Pontífice emérito y de las dificultades de los que negaban su legitimidad utilizando la figura de Ratzinger, incluso después de muerto.
El libro, editado en España por Planeta, tiene otro protagonista. O antagonista, como quiera verse: el exsecretario personal de Benedicto XVI, Georg Gänswein, a quien Francisco achaca “falta de nobleza y de humanidad” al publicar su libro crítico con Bergoglio el mismo día en que se celebraba el funeral del Papa emérito.
“Gänswein no traicionó a Francisco, traicionó a Benedicto”, apunta en conversación con elDiario.es el vaticanista español, que añade cómo Bergoglio admite que le dolió “que se usara a Benedicto”.
“Mi premisa era que hay un sector de la Iglesia que consideraba que Benedicto era el garante del pontificado y se le daba una posición al Papa emérito que él no deseaba. Creo también que se le da a Gänswein una posición, de hijo predilecto de Benedicto, que no era real. De hecho, Ratzinger no le cuenta su renuncia hasta que pasan muchos meses. No era su confidente”, sostiene Martínez-Brocal.
Y es que el secretario del Papa emérito, hoy recluido en Friburgo sin responsabilidad pastoral alguna, “ha instrumentalizado a Benedicto para su propio interés”, y lo hizo en medios tradicionalmente críticos con Francisco. El mismo estilo que también han seguido otros cardenales ultras, como Müller, Burke, o Sarah. Sobre este último Francisco confiesa en el libro que se equivocó al nombrarle prefecto de Culto Divino. El sector capitaneado por Gänswein intentó, casi desde el principio, enfrentar a los dos papas. “Gänswein le hizo sufrir, pero con quien se ha portado mal es con Benedicto publicando sus cartas. Es como si alguien publicara las cartas privadas de Juan Carlos I al rey Felipe”, apunta el periodista.
En el libro, Francisco sostiene que Ratzinger estuvo “cercado” por gente de su entorno. “En algunos casos, ciertas personas se aprovecharon, quizá sin mala intención, y limitaron sus movimientos. Lamentablemente, de alguna manera, lo fueron cercando. Era un hombre muy delicado, pero no débil. Era fuerte. Pero ahí, consigo mismo, era humilde y prefería no imponerse. Así que sufrió bastante. Y nosotros lo veíamos”, lamenta Francisco.
El Papa también revela que un día se presentaron en el convento Mater Ecclesiae –donde pasó sus últimos años Ratzinger– un grupo de personas con la intención de hacerle a Francisco “prácticamente un proceso”. “Me acusaron ante él de que yo promovía el matrimonio homosexual. Benedicto no se agitó, porque sabía perfectamente lo que yo pienso”, dice el Papa. Sin embargo, “él (Benedicto) siempre me defendió”.
“Pero Francisco niega que exista una rivalidad. Para él Benedicto fue un padre”, afirma Brocal, que entiende que este libro “también es un libro sobre la polarización en la Iglesia”. “Es verdad que Benedicto y Francisco son muy distintos, pero esto no significa que sean opuestos o que estén uno en contra del otro. Yo creo que cada uno de ellos responde a una necesidad de la Iglesia de su tiempo”.
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