Joana entró con 13 años en un centro de menores de Palma, dependiente del Govern balear. Fue a principios de los años 90. “Me escapaba constantemente. Una de las veces llevaba en la calle tres días, estaba muerta de hambre y de frío. De madrugada, una furgoneta paró cerca de la plaza de España. El hombre me ofreció irme a su casa. Yo sabía lo que iba a pasar. Me pidió que me duchara, después me puso una camisa suya y me tiró sobre su cama. Me violó. Cuando terminó, me dio de comer y me ofreció 2.000 pesetas. Entonces le clavé el cuchillo en la mano, cogí su cartera y salí corriendo. Los captadores te obligan a sentirte prostituida”.
Joana repasa con dolor los peores años de su vida: “Tengo 41 años y no quiero que las niñas pasen por lo que pasé yo. Ya no me da miedo contarlo, nadie me hará más daño del que me hicieron. A las instituciones no les interesa que esto salga, pero es más grave de lo que la gente piensa. Hay mucho dinero detrás”, asegura.
La denuncia por violación de una niña tutelada de 13 años, atacada por seis adolescentes en el barrio palmesano de Corea durante la pasada Nochebuena, ha obligado al Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (cuya competencia gestiona el Consell de Mallorca) a reconocer que tienen constancia de 16 casos de explotación sexual infantil en sus centros.
La Fiscalía de Baleares, que ha abierto una investigación, asegura en un comunicado que “en los últimos años se han denunciado en Fiscalía diferentes casos concretos de conductas que afectan a menores de edad por hechos similares o parecidos que, como no puede ser de otra manera, siempre se han investigado”. Por su parte, el Defensor del Pueblo ha decidido actuar de oficio para indagar en el tema y ya ha solicitado información al Consell.
En este momento hay en Baleares 359 menores tutelados por el IMAS en los 31 centros que gestiona (5 públicos y 26 concertados). Por un lado están los centros dependientes del Consell de Mallorca, que tutelan a menores desprotegidos y cuyo régimen es semiabierto. Por otro, los centros socioeducativos o centros de reforma, a los que llegan menores sobre los que pesan medidas judiciales. Los últimos dependen directamente del Govern.
Las más vulnerables
“Las niñas de los centros tutelados son las más vulnerables porque no tienen nada ni a nadie. Se callan porque están aterrorizadas y porque piensan que ellas tienen la culpa. Pero no solo pasa con las niñas, la explotación sexual de menores tutelados afecta también a los varones. Y las instituciones llevan más de 30 años mirando para otro lado”.
En la última semana, en un caso diferente a las menores tuteladas explotadas sexualmente, la Consellería de Asuntos Sociales del Gobierno balear ha admitido que en los últimos cuatro años ha despedido a cinco educadores del centro Es Pinaret por “conductas sexuales inadecuadas”. La coincidencia temporal hace que se mezclen los dos casos.
Joana recuerda que en su época los centros eran mixtos, pero la presencia de las chicas era casi anecdótica. En cualquier caso, los comportamientos abusivos estaban a la orden del día. “Uno de los educadores nos agarraba el culo”, rememora.
La reacción para intentar mantenerse 'a salvo' era vestirse con la peor ropa: “Me ponía muy muy fea para que nadie se fijara en mí. Siempre tenía novio porque era la única manera de que no me tocaran. Y cuando alguien se acercaba más de la cuenta, les decía que tenía sida”, resume.
Un problema que va a más
El tema de la prostitución sobrevolaba ya entonces esas instituciones.“Me han intentado prostituir muchas veces”, dice Joana, en presente, sobre el año escaso que permaneció en aquel centro. “A una compañera se lo propusieron y aceptó. Entonces ella intentó captarme a mí, para dejarlo ella”.
Su historia refleja una realidad silenciada que, de acuerdo con los especialistas, va en aumento. “Es significativo el aumento en toda España, pero especialmente en el Mediterráneo turístico”, sostiene un pedagogo que ha estado durante años trabajando en centros tutelados, y que prefiere que no se publique su nombre.
Para Joana, la llegada al centro de menores fue el colofón de otras situaciones traumáticas. “Mis padres vivían del turismo, eran taxistas, siempre estaban ocupados, trabajaban doce horas, de día y de noche. En invierno algo menos, pero recuerdo que con cinco años me iba sola a pescar, enfrente de casa. Siempre les eché en cara que no estuvieran conmigo. Nunca me faltó nada material, pero yo solo necesitaba atención”, explica. Y hace hincapié en la situación de indefensión en la que se encuentran muchos de los menores tutelados.
“En Baleares y en la España mediterránea hay muchas chicas descuidadas por sus familias durante seis meses al año. La prevalencia de la cultura del ocio es una incitación a la sobreestimulación. Es nuestro paisaje urbano, donde el puro hedonismo está más presente. El turismo de marcha es la zona más vulnerable para los primeros contactos con la prostitución”, agrega el especialista.
“Yo no necesitaba una billetera, necesitaba atención”, sentencia Joana, que pone el foco en la soledad de su infancia. “A mí me criaba mi hermana mayor, que era adolescente, por eso empecé a ir con gente más mayor que yo. Era habitual que me escapara de casa. Fue mi padre quien me metió en un centro porque era una niña problemática. De hecho, antes de eso, fui violada por un hombre de más de 60 años, a escasos 20 metros de mi casa. Tenía nueve años. ¿Qué hacía yo sola en la calle con esa edad?”, se pregunta.
“Si salgo yo, tal vez salgan muchísimas más”
“Hay gente que está normalizando que las malas de esta historia son las niñas. Y eso es lo peor que puede pasar”, abunda esta ex menor tutelada. Ella es una de las personas que ha puesto en marcha ACCESI, Agrupación Ciudadana Contra la Explotación Sexual Infantil. Están a la espera del permiso oficial para concentrarse ante la puerta del IMAS el próximo lunes, 27 de enero.
Pasaron años hasta que Joana consiguió tener una vida algo más tranquila. Se sacó el curso de vigilante de seguridad y durante un tiempo trabajó en Es Pinaret, un centro socioeducativo en Palma, “donde nos tenían prohibido hablar con los niños tutelados”. También lo hizo en la estación Intermodal, el intercambiador principal de Mallorca, frente a la plaza de España.
En 2016, evitó que un hombre captara sexualmente a un menor de 13 años en los baños de la estación. “Hace dos años dejé ese trabajo, la intervención en la Intermodal me afectó mucho. La estación es un antro de pederastas. Muchos niños tutelados se reúnen allí, en el parque, en los túneles, en los baños y en las salidas de emergencia. Es un sitio abierto donde tienen facilidad para escaparse”.
Ella confía en que su testimonio sea solo el primero: “Remover toda esta mierda me duele, pero tengo que hacerlo porque si salgo yo, tal vez salgan muchísimas más”.