Entrevista

José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública de Ipsos: “En diez años podemos echar de menos la sanidad pública”

David Noriega

3 de noviembre de 2023 22:26 h

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Más de la mitad de la población española está satisfecha con el sistema sanitario. La sanidad pública ha sido tradicionalmente la joya de la corona, pero es un diamante que hay que cuidar y pulir a diario. Según el último estudio de Ipsos, la tercera compañía de investigación de mercados y opinión más grande del mundo, los ciudadanos lamentan la falta de personal médico y las largas listas de espera de una red que se percibe como la más accesible de Europa, pese a que la mayoría no cree que vaya a mejorar en el futuro.

El director de Opinión Pública y Estudios Sociales y Políticos de la compañía, José Pablo Ferrándiz, analiza los resultados del trabajo, y advierte: “Las comunidades autónomas, que son las interesadas, tienden a mezclar la valoración de los sanitarios con la gestión, que no siempre es buena”.

¿Qué dato destacaría de la encuesta?

Las evaluaciones de los ciudadanos sobre la sanidad tienden a volver al periodo pre-covid. Cuando preguntábamos por la confianza en las instituciones, que es algo muy recurrente en la cultura política, el sistema sanitario español siempre ha sido la joya de la corona. Con la transferencia a las comunidades sabemos que hay diferencias importantes, pero en general siempre ha sido de las mejor valoradas, sobre todo el personal sanitario, más que la gestión. Las comunidades autónomas, que son las interesadas, tienden a mezclar las dos cosas porque saben que al gente va a evaluar muy bien el sistema respecto a los trabajadores, pero saben que la gestión no siempre es buena. Es verdad que con la pandemia la gente vio que el sistema estaba saturado, que hacía falta mucho personal, etc. y en 2020 las evaluaciones empeoraron un poco. Ahora se están recuperando.

Más de la mitad de la población (55%) considera que la calidad de la atención es buena o muy buena, pero el 72% cree que el sistema está desbordado. ¿Son respuestas contradictorias?

Cuando se hacen encuestas, en el caso de España se debería diferenciar claramente la gestión de los profesionales. La gente dice que los profesionales y la atención tienen una nota magnífica, pero las quejas siempre están referidas a lo mismo, que es casi consustancial al sistema: los tiempos de espera, sobre todo para los especialistas, y la saturación del sistema, cuando vas a consulta y tienes que esperar. Siendo así que las urgencias, en nuestro caso, están muy bien evaluadas en comparación con el resto de países nuestro entorno. Además es más eficiente y más igualitario de lo que perciben otros ciudadanos europeos. Esa diferenciación es lo que puede provocar esa aparente contradicción.

¿Esa equidad tiene que ver con el sistema público?

Tiene que ver con el sistema público. Una de las cuestiones que sabemos y que ayuda a contextualizar es que la gente que elige la sanidad privada no lo hace por la calidad, sino porque busca reducir los tiempos de espera. De hecho, cuando hay una urgencia, prefiere ir a la pública. El problema es que ahora también se están produciendo tiempos de espera en la privada.

Vemos que cada vez más gente considera que la situación del sistema sanitario no mejorará en los próximos años (un 62%, frente al 38%). ¿Podemos hablar de un pesimismo sanitario?

No creo que haya pesimismo sanitario. La pandemia fue un aviso, porque decíamos que nuestro sistema sanitario era espléndido y de repente nos dimos cuenta de que no estaba preparado para una emergencia. Eso fue un impacto sorprendente para muchos ciudadanos, que empezaron a reclamar más dinero para la sanidad pública y a pensar que había que mejorarla. Pero, por otro lado, a ese 38% habría que sumarle el 44% que dice que va a permanecer igual. Nosotros somos los que mejor evaluamos nuestro sistema, en comparación con los países de nuestro entorno. En el CIS, por ejemplo, la valoración está por encima del seis, y en algunas cuestiones está por encima del siete, en una escala de cero a diez. Yo hablaría de optimismo moderado. Tal vez en otros sistemas haya más expectativa de mejora, porque parten de una situación peor.

La parte ideológica tiene mucho que ver en cómo evalúas ciertas cuestiones. La derecha y, sobre todo, la extrema derecha pasó de los aplausos a una crítica a los sanitarios, al sistema e incluso a los científicos

¿Por qué había una mejor percepción en 2021, cuando todavía estábamos saliendo de una crisis sanitaria que desbordó el sistema?

En el año 2020-2021 aún estábamos en ese estado de shock de la confianza en nuestro sistema sanitario, pero no mejor de lo que estábamos previamente. Ahora estamos en ese periodo de recuperación, pero esos años han sido un poco ambivalentes. Incluso a la hora de evaluar este tipo de cuestiones se habla de la polarización. La parte ideológica también tiene mucho que ver en cómo evalúas ciertas cuestiones que, a priori, no tendrían que estar relacionadas. Sabemos que la derecha y, sobre todo, la extrema derecha pasó de los aplausos a una crítica a los sanitarios, al sistema e incluso a los científicos. Creo que ahora que se está alejando, relativamente, el foco más político de la sanidad es cuando se está recuperando y la evaluación positiva se hace más transversal

Hablando de discursos ideológicos, sube el porcentaje de población que cree que la vacunación contra enfermedades infecciosas debería ser obligatorio, pese al aumento del foco en los discursos antivacunas.

En el caso de España, hay pocos negacionistas, a pesar de discursos dentro de la extrema derecha, y concretamente de Vox, que han ido transmitiendo esta especie de recelo, no solo hacia los médicos, también hacia la ciencia. Aunque haya crecido el voto a este partido, ha tenido más que ver con otros factores que con esa postura. Si hablamos del cambio climático, por ejemplo, sí ha calado más, pero respecto a las vacunas, no hay más que ver los datos de vacunación de la covid, que han sido espectaculares.

¿Tiene la percepción de que cuando llegan unas elecciones se olvida la sanidad?

En el caso de Madrid, es evidente. El propio Miguel Ángel Rodríguez dijo que lo único que les podría hacer perder la mayoría absoluta es la sanidad. En otras cosas, puedes confundir a los ciudadanos a través del elemento discursivo, pero cuando eres usuario y te estás dando cuenta de si está bien o mal, es más difícil. Y, sin embargo, el PP sí ha tenido mayoría absoluta en la Comunidad, pese a que en los últimos barómetros se veía una bajada de la percepción de la calidad. Indudablemente, los ciudadanos lo tienen en la balanza, pero ha habido otros aspectos que han pesado más. Ahora Ayuso ha dicho que va a invertir más, supongo que está pensando en su futuro.

España es de los países donde más ha crecido la preocupación por la salud mental, por encima del cáncer

La salud mental es un problema en aumento. ¿Cómo ha ayudado su normalización en la conversación pública a que la gente lo identifique como un problema?

Ese es otro de los titulares. España es de los países donde más ha crecido la preocupación por la salud mental. Está situada por encima del cáncer, que tradicionalmente era la primera enfermedad que se mencionaba. Aquí también es interesante esa diferencia por generaciones. Los mayores sigue diciendo el cáncer, pero entre los jóvenes es la salud mental. Y aquí, de nuevo, tienen que ver también cierto tipo de discursos políticos y de referentes en distintos ámbitos, que han hablado de sus problemas. Esto, además de las políticas públicas que se han implementado, ha facilitado que mucha gente que no se atrevía a decirlo, lo manifieste. Eso es importante, porque si está fuera del discurso público, no se busca la solución.

La tercera preocupación es el estrés. En línea con la salud mental, ¿habría que pensar más en cambios laborales o socioeconómicos que puramente sanitarios?

Escuché una vez a un experto decir que muchos pacientes que iban a su clínica no necesitaban un psicólogo, sino un sindicato. Es indudable que muchos problemas de estrés tienen que ver con las relaciones socio-laborales que existen actualmente. Desde el ámbito político sería interesante cambiar las relaciones económicas, laborales y sociales, que va más allá de dar una respuesta sanitaria. Ya se están poniendo sobre la mesa cuestiones como el salario básico universal o la semana de cuatro días de trabajo. Aunque pueda parecer una locura, sobre todo por parte de las patronales, hay experimentos, como el de Valencia, que han demostrado que funcionan, incluso desde el punto de vista productivo. Yo creo que este tipo de medidas se acabarán implementando y ayudarán a reducir el estrés, a mejorar la salud mental de los ciudadanos y a reducir el gasto sanitario.

En el caso del experimento de Valencia, el impulso se va a revertir tras la llegada al gobierno de PP y Vox.

Sí, pero son batallas ideológicas que hay que dar, porque una vez que se alcanzan ciertos derechos o políticas que están pidiendo adoptar incluso desde Europa, son muy difíciles de eliminar por el campo contrario, porque realmente funcionan, no solo desde el punto de vista social, también desde el económico. Hay que ser valientes y adoptar esta serie de medidas y realizar evaluaciones de las políticas públicas, que en España no se realizan como se debería.

¿Quién evalúa mejor la sanidad pública?

Quien más la utiliza, que son las personas mayores. Eso es un test de resistencia. Podemos decir que la calidad está contrastada. Los jóvenes son los más críticos y quienes menos suelen entender por qué hay que destinar dinero a la sanidad pública. Cuando somos jóvenes pensamos que la salud nos va a durar para siempre.

Solo el 3% de la población considera las bacterias multirresistentes un problema y, sin embargo, es uno de los principales retos de la comunidad científica. ¿Nos falta información?

Es complejísimo porque, si preguntas a los ciudadanos, la queja mayoritaria es que tendemos a percibir que nos falta información… pero otra cosa es que luego atendamos a esa información. ¿Te acuerdas la que se montó hace poco por el aviso que llegó a todos los móviles de Madrid? Pedimos que nos avisen de las cosas, pero cuando lo hacen decimos que es innecesario o que genera un clima de pánico. Es complicado por parte de las instituciones, incluso de las científicas, dar información o intentar prevenir de ciertos riesgos sin que sean percibidos como alarmistas. Y no creo que ellos lo estén haciendo mal, pero los ciudadanos somos muy complejos.

Pediría que se evalúen las políticas públicas para saber si están respondiendo a los objetivos para los que se implementaron. Muchas veces se aplican medidas que permanecen en el tiempo o se eliminan sin que realmente sepamos si están funcionando

¿Cree que los resultados de este tipo de encuestas se tienen en cuenta a la hora de impulsar políticas públicas?

Yo reclamaría que se evalúen las políticas públicas. En España hay una ofician con esa función, pero no es vinculante. Cuando se toman cierto tipo de medidas, no solo en el ámbito sanitario, deberían ir precedidas de un estudio previo y posterior, para saber si están respondiendo a los objetivos para los que se implementaron o si habría que modificarlas o eliminarlas. Siempre pongo el ejemplo de Uruguay, que permitió el consumo de marihuana para acabar con el mercado negro y el trapicheo. Cuando evaluaron esa política pública se dieron cuenta de que el mercado negro había crecido, porque la que proveía el Estado era de peor calidad y más cara. Puede ser un ejemplo un poco tonto, pero muchas veces se aplican medidas que permanecen en el tiempo o se eliminan sin que realmente sepamos si están funcionando. Por eso hace falta una evaluación más estructurada.

¿Cómo valora usted el sistema sanitario español?

Coincido con la mayoría de ciudadanos. Los profesionales y las herramientas del sistema público son de las mejores que existen en cualquier país de nuestro entorno y deberíamos estar orgullosos. El problema es que es necesario abordarlo de otra forma desde el punto de vista económico porque la gestión está siendo totalmente deficiente. En los últimos años estamos viendo un deterioro en las instalaciones públicas y desde el ámbito político no se están implementando medidas económicas para solventarlo. Es verdad que sigue siendo de calidad también en cuanto a lo igualitario, pero el deterioro es evidente y si no se ponen soluciones tal vez en una década estemos echando de menos la sanidad pública. La gente lo valora, pero lo que se ha conseguido, se puede perder en muy poco tiempo. Eso me preocupa especialmente.