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El club de los jóvenes misóginos: islamistas, incels, supremacistas blancos

El rapto de Hipodamía, de Pedro Pablo Rubens

Marta Peirano

Para que un asesinato sea masivo debe tener un mínimo de cuatro víctimas y haber sido perpetrado en un espacio público. En los últimos años, la frecuencia de esa clase de asesinato se ha multiplicado por tres. El primero fue el uno de agosto de 1966, cuando un estudiante de ingeniería llamado Charles Whitman subió los 27 pisos de la torre de la Universidad de Texas y mató a tiros a 17 personas desde la repisa del reloj. El último fue este agosto, cuando Connor Betts mató a nueve personas en una calle de bares en Dayton, Ohio. Entre el primero y el último, ha habido 165 asesinatos masivos en los que han muerto 1.196 personas; 255 personas solo en lo que llevamos de 2019. Y ha habido 169 asesinos. Todos hombres, menos tres.

Estadísticamente, los asesinos de masas son hombres, son jóvenes y no son personas impulsivas que un día pierden la cabeza. Compran las armas con antelación. Estudian a sus predecesores. Y dejan muchas pistas. Aparentemente, la más significativa es un odio visceral contra la mujer.

1. Primero matan a su madre, a su hermana y, a veces, a su suegra

El informe de Everytown for Gun Safety, realizado con datos del FBI, indica que entre 2009 y 2015, en más de la mitad de las masacres las víctimas incluyen la esposa, exesposa y otros miembros del círculo familiar del asesino. Esta tendencia también es ascendente. Antes de subirse a la torre, Whitman mató a su madre y a su hermana con un cuchillo. Entre las víctimas de la masacre de Dayton estaba la hermana del asesino, Megan Betts. Adam Lanza mató a su madre de cuatro tiros en la cabeza antes de asesinar a 20 niños de entre 6 y 7 años y a seis de sus cuidadores en la Escuela Primaria de Sandy Hook. La policía encontró un documento en su ordenador donde razonaba que las mujeres son egoístas por naturaleza.

Devin Kelley entró en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, Texas, en noviembre de 2017 con dos pistolas y un rifle semiautomático buscando a su suegra, Michelle Schields. No la encontró en el templo pero sí a la anciana abuela de su esposa, Lula White, a la que mató junto con otras 25 personas. Fue la peor masacre de la historia de Texas. Seis meses antes la amenazó para que ningún miembro de su familia visitara el hospital en el que su esposa, Danielle, daba luz a su segundo hijo. Michelle obedeció, y no vio a su hija ni conoció a su nieta hasta cinco días antes de la masacre, cuando coincidieron en la Iglesia por casualidad. Dos años antes de casarse con Danielle, Kelly había sido condenado por golpear brutalmente a su primera esposa y a su hijastro de dos años.

2. Acosan a sus compañeras de clase, a sus exparejas o a su mujer

El mismo informe dice que, el 16% de las veces, el atacante había sido previamente condenado por violencia doméstica. Omar Mateen, responsable del segundo peor ataque masivo en EEUU desde el 11-S con 49 muertos y 53 heridos en la discoteca de Orlando en 2016, golpeaba, violaba y encerraba a su mujer regularmente. Cedric Ford disparó a 17 personas con un rifle de asalto y una pistola automática en el edificio de Excel Industries donde trabajaba en Newton, Kansas, hora y media después de recibir la orden de alejamiento de su exnovia, que le había denunciado por maltrato. En su declaración a la policía, dijo que era alcohólico, depresivo y violento. Su amigo y compañero de despacho Matt Jarrell, sin embargo, declaró que era un tío relajado y silencioso, y que sabía escuchar. “Estaba sentado en mi furgo con la puerta abierta cuando Ford salió de su furgo y empezó a disparar -le dijo a la policía y a la prensa. - Por qué no me disparó a mí, no lo se”.

Betts había sido expulsado temporalmente del instituto por llevar una lista de personas a las que pensaba matar (incluyendo las chicas que no habían querido salir con el) y otra de mujeres a las que pensaba violar. Sus compañeras de clase recuerdan verle asfixiar a su novia en plena luz del día y una dijo haber recibido múltiples amenazas de muerte durante los ensayos de un musical escolar.

Seung-Hui Cho mató a 32 personas en Virginia Tech en 2007, pero llevaba años acosando al menos a dos estudiantes de la misma facultad. Nikolas Cruz acosaba a su exnovia y fue expulsado del instituto por agredir a su nueva pareja, antes de matar a 17 personas en la escuela secundaria en Parkland en 2018. La novia de Edward Allaway le dejó justo antes de que llevara a cabo la masacre de la Universidad Estatal de California en Fullerton. La acusaba de acostarse con otros hombres mientras él dormía, y de grabar películas pornográficas donde sus compañeros de trabajo “orinaban sobre Bonnie y la sodomizaban”. Tenía fantasías donde ella era torturada y la amenazó con rajarle la cara si alguna vez le era infiel.

3. Documentan su venganza contra las mujeres que les rechazaron

En 2018, Dimitrios Pagourtzis mató a diez estudiantes de la escuela secundaria de Santa Fe, Texas. La madre de su primera víctima, Shana Fisher, contó que había acosado a la chica durante cuatro meses, y que “lo avergonzó en medio de la clase” una semana antes del tiroteo. Stephen Morgan, estudiante de la Universidad de Wesleyan, asesinó a Johanna Justin-Jinich después de acosarla durante dos años, pero su plan inicial era violarla, matarla y después matar al máximo número de gente posible en la Universidad. Lo sabemos porque lo había escrito en su cuaderno: “Creo que está bien matar judíos y hacer un tiroteo en este colegio”. También: “Matar a Johanna. Ella tiene que morir”.

Christopher Harper-Mercer mató a un profesor y nueve estudiantes del Instituto Superior Técnico de Umpqua, Oregón. Antes escribió: ‘voy a morir sin amigos, sin novia y vírgen“.Elliot Rodgerdejó vídeos explicando su venganza por una vida de rechazo y virginidad. ”Voy a entrar en la fraternidad más cool de UCSB y pasar a cuchillo a toda rubia mimada y engreída que me encuentre allí dentro. A todas las mujeres que he deseado tanto. […] Voy a disfrutar mucho matando a cada una de vosotras. Por fin vais a ver quién es el superior, el verdadero hombre alpha“. Después mató a seis personas enIsla Vista, cerca del campus de la Universidad de Santa Bárbara.Todas las víctimas fueron hombres menos dos.

En otro documento, un manuscrito autobiográfico de 141 páginas que envió a una docena de personas, Rodger aseguraba que “las mujeres […] no merecen tener derechos […] son animales crueles, malvados, bárbaros y así tienen que ser tratados”. También culpa de su misoginia a Monette Moio, la chica de la que estaba enamorado en el colegio. “Empecé a odiar a todas las chicas por esto. Empecé a verlas como criaturas malvadas, sin corazón, que se reían de mi sufrimiento”. En aquel momento Rodger tenía 12 años y Moio, 10.

Otros despechados fueron más selectivos. George Sodini mató a tres mujeres en un gimnasio de Los Angeles porque no había tenido novia desde 1984. El jefe de policía dijo que había dejado una nota declarando su odio contra las mujeres por no hacerle caso. George Hennard entró en la cafetería de Luby en Killeen, Texas, y dejó veinticuatro muertos y 20 heridos, casi todos mujeres. Los supervivientes describieron cómo se saltó a los clientes masculinos de la cafetería para matar deliberadamente mujeres, diciendo: “todas las mujeres de Killeen y Belton son víboras”. Dos meses antes había escrito a una vecina que “se alzaría sobre todas las víboras de los pueblachos de Texas”.

4. Culpan a las feministas de la Gran invasión, el Gran Reemplazo, el Apocalipsis

Estos fueron algunos de los asesinatos en masa más graves de los EEUU. Fuera la estadística de matanzas se desploma, pero su vínculo con los grupos misóginos no. Alek Minassian atropelló a 10 personas en Toronto como tributo a Elliot Rodger y la “rebelión Incel”. “Acabaremos con todos los Chads y las Stacys”, escribió en su muro de Facebook antes de salir a matar. Alexandre Bissonnette, el joven que mató a seis personas con un rifle automático en el Centro Cultural Islámico de Quebec en 2017, era “conocido por varios activistas en Quebec por ser pro-Le Pen y anti-feminista, y haberlo manifestado en las redes sociales y en la Universidad Laval”.

En su interminable manifiesto, Anders Behring Breivik aseguraba que el Islam había crecido por culpa de un feminismo castrador y que “el destino de la civilización europea depende de los hombres europeos resistan el feminismo políticamente correcto”. Cuando los conservadores recuperen el poder “vamos a reestablecer las estructuras patriarcales”. Entonces las mujeres “entenderán su lugar en la sociedad”.

El manifiesto de Brenton Tarrant, el australiano de 28 años que mató a 50 personas en la mezquita de Christchurch, Nueva Zelanda, estaba plagado de comentarios sexistas. Los dos participaban en los foros donde se reúnen la ultraderecha estadounidense, los supremacistas blancos y los activistas antifeministas. Tres conjuntos cada vez más superpuestos que comparten espacio, lenguaje y objetivos en la red social. Como explica un reciente informe de la Liga Antidifamación.

Aunque no todos los misóginos son racistas y no todos los supremacistas blancos son misóginos, hay un profundo desprecio contra las mujeres que sirve de tejido conectivo entre muchos supremacistas blancos, especialmente aquellos en la alt-right, y sus menos conocidos "hermanos de odio" como los incels (celibes involuntarios), MRAs (Men’s Rights Activists o Activistas de los Derechos Masculinos) y PUAs (Pick Up Artists o Artistas del Ligue) - Esta polinización cruzada indica que el amplio movimiento anónimo de indignación de los derechos masculinos actúa como puente hacia el supremacismo blanco y la ideología antisemita de la alt-right. Después de todo, no hay un salto tan grande de 'la lucha por los derechos de la mujer amenaza mi talla como hombre' a 'la lucha por la igualdad de derechos para las minorías y las mujeres amenaza mi posición como hombre blanco'.

Pero hay más intersecciones. La misoginia caracteriza las campañas de reclutamiento de grupos terroristas islámicos, con su promesa de entrar en una comunidad de limpios guerreros -100% masculina- que corren juntos colina abajo con el rifle de asalto en la mano y que serán recompensados con un cielo de obedientes vírgenes, sometidas al dominio absoluto del varón.

La hermandad de los guerreros

La hermandad se convierte en el bálsamo perfecto contra los sentimientos de soledad y rechazo, donde la frustración social y sexual se transforma en una ideología correctiva contra el “descontrol” de las mujeres, que corrompe la sociedad. Es un orden moral predecible y satisfactoriamente autoexculpatorio. La idea de que la reputación de una persona o colectivo depende del comportamiento de las mujeres es, naturalmente, el pilar de los crímenes de honor. Según Naciones Unidas, de las 137 mujeres que fueron asesinadas cada día de manera intencional en 2017, el 58% murieron a manos de un miembro de su propia familia. Generalmente, sus jóvenes y airados hermanos.

En su último reportaje, Es posible detener el próximo asesinato de masas antes de que ocurra, la periodista Andrea Stanley entrevista a una detective especializada en terrorismo doméstico cuyo trabajo es “detener asesinos de masas potenciales antes de que ejecuten su plan”. En los últimos años, ese trabajo la ha conducido a los foros donde se concentran milenials misóginos de la ultraderecha, también conocido como La Manosfera: Gab, Reddit, 4chan, 8chan y VK. Es donde se autoreclutan, se radicalizan y se presionan entre ellos para castigar a sus novias, sus exnovias y al resto de las mujeres. “No es una anomalía, es una bandera roja”-explicaba Stanley a la CNN. La misoginia se ha convertido en la herramienta de reclutamiento más efectiva de la ultraderecha, como lo fue para el estado islámico en 2014.

Sin embargo, la ideología que conecta a los jóvenes airados que salen a masacrar inmigrantes en El Paso con los que ponen bombas en las grandes ciudades europeas en nombre del Estado Islámico, no ha sido digna de análisis hasta hoy. El director del laboratorio de Antropología en el Centro Nacional de Investigación Científica de París, Scott Atran, destacó hace tiempo que la presa principal del ISIS no es el fanático religioso ni el extremista sino el joven airado y consumido por un rencor narcisista y sentimental. Son “renegados ignorantes de la religión y la geopolítica, y desprovistos de agravios históricos verdaderos. Cabalgan la ola del Islamismo radical [o del supremacismo blanco] como vehículo para su nihilismo porque es el movimiento contracultural más grande y más chungo que existe ahora mismo”. “Están los reclutas autoiniciados que, desde las esquinas oscuras de la red social, cocinan su propia radicalización-explicaba Max Ficher sobre el terrorismo supremacista blanco en el New York Times. - Y para esos reclutas, la ideología oficial podría ser un simple vehículo para sus propensión hacia el odio y la violencia”. El odio hacia las mujeres queda diluido en un odio en general.

A diferencia del odio a otras razas o minorías religiosas, el odio hacia las mujeres no se considera una ideología. Por lo tanto es tolerado en las universidades, en las oficinas, en las fiestas de soltero y en las bodas, en los programas de televisión y de radio, en el congreso y, sobre todo, en las campañas políticas. En ese sentido, la campaña de Donald Trump en 2016 fue ejemplar: nunca antes un candidato a unas elecciones democráticas había manifestado un desprecio tan profundo por el sexo opuesto. Y 2017 fue el año con más asesinatos masivos en la historia de los EEUU. Un dato a tener en cuenta mientras seguimos su campaña de 2020 y escuchamos a sus seguidores cantar Send her back.

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