Julio Pacheco tenía 19 años cuando le detuvieron y le acusaron de terrorismo. Él era un activista de la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE) que en agosto de 1975 hizo frente durante varias jornadas a las torturas habituales de la Brigada Político Social. De aquellos días, recuerda la actuación de cuatro agentes, entre ellos, la de José Villarejo.
Al comisario ya jubilado le llamaban “el alemán' porque era muy cuadrado y con la cara muy colorada”, señala Pacheco. En esa misma operación, fue detenida también Rosa García, su compañera y a la que se refiere como 'Rosi' a lo largo de esta entrevista. Este represaliado ha conseguido que una jueza admita a trámite su denuncia para investigar las torturas sufridas durante el franquismo. Una decisión excepcional e insólita, según los colectivos memorialistas.
¿Qué ha supuesto para usted la admisión a trámite de la querella? ¿Y para el movimiento memorialista?
Ha sido una gran alegría. Hay que tener en cuenta que se han presentado cien querellas [por torturas durante la dictadura] y ésta ha sido la primera que se ha admitido a trámite. Esperamos que con esta decisión se abra una grieta en la judicatura española y que se pueda de una vez juzgar aquí los crímenes del franquismo.
¿Qué cree que ha tenido su denuncia para conseguir abrir esa grieta?
Ha sido gracias al trabajo de la jueza. Es un buen auto, que confirma que la querella se acoge perfectamente a la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Le pido a la Fiscalía que se inhiba y que admita la querella porque es importantísimo que en España se empiecen a juzgar los crímenes del franquismo
Después de que se haya emitido el auto y se haya fijado una fecha para su declaración, ahora se tiene que pronunciar la Fiscalía, ¿qué le pide al Ministerio Público?
Que se inhiba y que admita la querella porque es importantísimo que en España se empiecen a juzgar los crímenes del franquismo.
Su denuncia, y otras tres más, se presentaron tras la aprobación de la Ley de Memoria Democrática. Dos de ellas, impulsadas en Ferrol y Navarra, ya han sido inadmitidas. ¿Qué papel ha jugado esta norma en su querella?
La presentamos después de que se aprobase para ver si se tenía en cuenta el artículo dos de la Ley de Memoria Democrática, que plantea que todas las leyes se tienen que interpretar en base a la legislación internacional. No sé si [esta norma] ha influido en la decisión de la jueza.
Comentaba que han impulsado un centenar de denuncias para investigar crímenes del franquismo y todas, hasta ahora, han sido archivadas. Incluso, la que presentó su compañera, Rosa García, contra 'Billy el Niño'. ¿Cómo han vivido estas decisiones judiciales?
Con un poco de rabia porque ha sido un muro con el que siempre nos hemos chocado: la ley de Amnistía, la prescripción de los delitos...
Ha estado dos años intentando recabar documentación sobre su caso para armar la denuncia, ¿ha obtenido la información que necesitaba?
No he conseguido los papeles del Archivo Nacional, donde tenía que pedir la declaración, el expediente y la ficha policial. Lo único que tengo es el número de expediente [de su caso].
Exactamente, una de las diligencias que requiere la jueza es que tanto el Archivo Histórico Nacional como la Dirección General de la Policía le facilite toda esa documentación.
Ya es un acto judicial. Tienen que hacerlo sí o sí y agilizarlo. Ya no tienen más disculpas. Era lo que tenían que haber hecho desde el principio, darlo rápido.
No me considero víctima del franquismo, me considero represaliado. Sabía los riesgos que corría, pero aquello era tan insoportable que había que jugársela
Los hechos que han impulsado esta denuncia sucedieron en 1975. ¿Cómo recuerda aquellos últimos años de la dictadura?
Fueron muy complicados. Había mucho movimiento obrero, juvenil y estudiantil. En las facultades y en las universidades había asambleas día sí y día no. Existía un sentimiento antifranquista muy grande. Yo militaba en la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE), una organización que en los 70 se adhirió al FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota). Era el responsable político de Madrid.
La gente te atendía muy bien, en lo relacionado con el proselitismo. Te echaban una mano en lo que fuera. Nosotros nos encargábamos de la propaganda. Lo que ahora son los medios, nosotros lo hacíamos de forma manual.
¿Por qué se animó a militar y a significarse políticamente en aquella época?
Mi familia era republicana. Mi padre estuvo condenado a muerte y pasó once años en la cárcel. En casa vivíamos en un ambiente antifranquista. Luego estuve en la Universidad laboral de Alcalá de Henares. Nada más entrar, cuando yo tenía 14 años, hicimos una huelga muy grande. Todo eso fue afianzando mi antifascismo. Hay que recordar que era una época en la que no podías reunirte con amigos, no podías hablar prácticamente de nada, te obligaban casi a ir a misa.
En una situación en la que no había ninguna libertad, estabas abocado a afiliarte y a militar sabiendo los riesgos que tenía. Yo no me considero víctima del franquismo, me considero represaliado. Una víctima es una persona a la que se le cae una maceta en la cabeza y se muere, yo no. Sabía los riesgos que corría, pero aquello era tan insoportable que había que jugársela.
¿Qué recuerda del día de su detención?
Los días anteriores me habían avisado de que me estaba buscando la Policía. Por eso, yo estaba con Rosi en una casa de apoyo. Ella se fue y y yo me quedé porque me iba a ir a otro sitio. Entre las once y las doce llamaron a la puerta. Abrí y vi una pistola en mi nariz. A partir de ahí ya sabía lo que había pasado. Me detuvieron, entraron cuatro policías. Me esposaron, me bajaron al coche que les estaba esperando y me llevaron a la DGS [Dirección General de Seguridad] en la Puerta del Sol.
¿Cómo evolucionaron esas jornadas?
Estuve durante siete días detenido. A lo largo de los siguientes días, me aplicaron la Ley Antiterrorista, a pesar de que no podían porque se aprobó el 27 de agosto y a mi me detuvieron el 24. Estuve tres días prácticamente secuestrado en los despachos de la Brigada Político-Social. El cuarto ya me bajaron abajo y me hicieron la ficha. Es decir, ya me detuvieron legalmente. En aquellas jornadas, imagínese: torturas y golpes de todo tipo.
Estuve tres días prácticamente secuestrado en los despachos de la Brigada Político-Social. En aquellas jornadas, imagínese: torturas y golpes de todo tipo
¿Qué recuerda de aquellas torturas?
Tengo muchas lagunas, debe ser que lo bloqueas para olvidarlo y que no te esté machacando continuamente. Lo tengo todo muy confuso. Continuamente había amenazas: “Te vamos a matar”. Sí que recuerdo cuando me mostraron cómo estaban torturando a Rosa. Eso sí que lo tengo en la cabeza. Se me quedó también el recibimiento de 'Billy el Niño', que no me tocó, solo me dijo: “Sabemos quién eres, sabemos tu nombre de guerra y sabemos qué cargo tienes”.
¿Cómo ha podido identificar a los policías que le torturaron?
Las caras nos sonaban pero, claro, allí no se presentaba ninguno. A Villarejo le llamábamos 'el alemán' porque era muy cuadrado y con la cara muy colorada. Cuando empezó a salir lo de las cloacas y le vimos, lo fuimos comentado. Primero con Rosi, luego con otros compañeros que también habían estado detenidos. “Este es 'el alemán”. Esa fue la identificación. Luego vimos que decía que había estado en la Brigada Político-Social. Además, se ha publicado un libro de Pablo Alcántara, que se llama La Secreta de Franco, donde se cuenta que recibió una gratificación por una detención a miembros del FRAP.
¿Cuál fue la actuación de Villarejo durante su detención?
Golpearme. El que me interrogaba, que era el más serio entre comillas, era un señor mayor, alto y muy delgado. No era [el comisario Roberto] Conesa. Villarejo, era golpear, golpear, golpear, golpear. Junto a los cinco, seis o siete que había allí en algún momento.
No solo denuncia a Villarejo, también incluye el nombre en la querella de otros tres agentes
Los hemos incluido porque otro camarada, que fue detenido con nosotros, presentó una denuncia contra ellos.
¿Le explicaron por qué le detenían? ¿de qué le acusaron?
Me acusaron de terrorismo. Querían que me [auto]inculpara. Decían que era el jefe del comando que mató al teniente [de la Guardia Civil Antonio] Pose. Eso no lo firmé porque era mentira. En la misma DGS, un coronel, que se presentó con un capitán y un soldado, me dijo que estábamos acusados de terrorismo y que el caso iba a ir por la jurisdicción militar. Luego, nos llevaron a [la cárcel] Carabanchel y, unos días antes de que se muriese Franco, lo pasaron al Tribunal de Orden Público.
Finalmente, el caso quedó en una acusación por asociación y propaganda ilegal...
Salimos el 3 de diciembre en libertad provisional y con una fianza. Y luego nos hemos enterado, porque a Rosi sí que le dieron la ficha policial, que nos habían juzgado sin estar nosotros presentes y nos acusaron de eso, asociación y propaganda ilegal.
Hace falta que la juventud sepa lo que fue el franquismo. No se lo han enseñado en el colegio. Me he encontrado con gente que me ha preguntado si realmente se torturaba durante la dictadura o, incluso, no sabían quién era Franco
¿Por qué se ha decidido a presentar ahora, en 2023, la querella?
Por la Ley de Memoria Democrática. Había una posibilidad de que comenzasen a admitirlas y lo tenía la cabeza. He estado dos años buscando papeles. Lo que pasa es que ya el departamento jurídico [de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA)] ya dijo 'vamos a presentarla, aunque no tengamos la documentación'.
Los profesores alertan de que hay un sector, reducido pero ruidoso, de sus alumnos que banalizan con la figura del dictador. ¿Cómo cree que se percibe actualmente el franquismo en la sociedad?
Hace falta que la juventud sepa lo que fue el franquismo. Creo que no lo saben. No se lo han enseñado en el colegio. Me he encontrado con gente que me ha preguntado si realmente se torturaba durante la dictadura o, incluso, no sabían quién era Franco. Esto se tiene que estudiar en las escuelas porque es la única garantía para que no vuelva a repetirse.