Si hay una consigna que la derecha ha explotado en los últimos años es la de la libertad. Este lunes, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, confirmó que los conservadores aplicarán este mantra, también, a sus propuestas sobre conciliación. El PP prepara una propuesta de ley de conciliación en la que, según adelantó ayer Feijóo, quieren modificar el diseño de los permisos por nacimiento: si ahora las primeras seis semanas, tanto para madre y padre (o primer y segundo progenitor, en el caso de las parejas del mismo sexo) son obligatorias después del parto, el PP quiere eliminar esa obligatoriedad en el caso de los padres. “El PP no va a meterse en cómo se reparten los permisos las madres y de los padres. Tendrán libertad para utilizarlos durante el primer año del bebé”, aseguró el líder de los populares.
El diseño de los permisos fue, en su momento, objeto de debate. ¿Cuántas semanas hacer obligatorias y en qué momento?, ¿deben ser todas las semanas intransferibles o la norma debería dejar un margen para que madres y padres puedan decidir quién y cuánto ejerce ese derecho y 'traspasarse' semanas? El resultado fue una mezcla que buscaba combinar el fomento de la igualdad, el cuidado del bebé por sus progenitores el mayor tiempo posible y cierta flexibilidad en la organización familiar. Y no contentó a todo el mundo.
No hubo consenso ni en la intransferibilidad ni en las seis semanas obligatorias tras el parto para madres y padres. Algunas voces apostaban por que la mayor parte del permiso sí pudiera traspasarse entre progenitores. Otras, abogaban por que solo dos semanas fueran obligatorias inmediatamente tras el parto, pero por motivos distintos a los que ahora esgrime el PP: querían fomentar el cuidado en solitario de los hombres y no la simultaneidad de permisos, que podría perpetuar, aseguraban, la figura de padre 'ayudante' de una madre que seguiría siendo la cuidadora principal.
El temor era que más semanas de permiso significaran lo mismo de siempre: mujeres cuidando y hombres trabajando fuera de casa. El objetivo era justo el contrario: mejorar el tiempo de cuidado y hacerlo con una medida que impulsara la igualdad de género. En medio, otras preocupaciones, como la salud de las madres en el posparto y alargar el tiempo que las criaturas pueden pasar en casa a cargo de un progenitor.
Un país pionero
La equiparación de los permisos de madres y padres ha sido una de las grandes apuestas de la política social de los últimos años. Finalmente, después de varios retrasos –aunque su ampliación estaba aprobada, los años de recortes tras la crisis de 2008 hicieron que los Presupuestos Generales lo obviaran– el 1 de enero de 2021 España se convirtió en el primer país del mundo en el que madres y padres tienen el mismo permiso por nacimiento de hijo: 16 semanas iguales, intransferibles y pagadas al cien por cien. De esas 16 semanas, seis son obligatorias inmediatamente tras el parto tanto para madres como para padres. El resto pueden cogerse en cualquier momento durante el primer año de la criatura.
Invoca a la libertad, como si eso bastara para cambiar los roles de género, repartir equitativamente los cuidados, atender las necesidades de un bebé, asistir a las familias, preocuparse por las brechas laborales y vigilar la salud emocional de las madres
Ese diseño es el que ahora quiere cambiar el PP, que propone ampliar los permisos hasta las 20 semanas y que éstas sean de libre disposición, esto es, a tomar en cualquier momento hasta la hija o hijo tenga un año. Esa ampliación no es ninguna novedad; de hecho, el Gobierno de coalición anunció el año pasado su intención de aprobar la extensión de los permisos hasta las 20 semanas. La medida, eso sí, depende de la aprobación, bien de la Ley de Familias, bien de unos nuevos Presupuestos Generales, y ahora mismo ambas cosas están en el aire.
Que no haya ninguna semana obligatoria tras el parto para que exista “libertad” dentro de las familias sí es una novedad, no solo por el cambio del diseño sino por el argumento con el que se hace. El PP no entra en ninguno de los debates sociales y feministas sobre los permisos ni utiliza ninguna de las evidencias y estudios que existen hasta ahora sobre su uso para sostener su propuesta. Simplemente, invoca a la libertad. Como si eso bastara para cambiar los roles de género, repartir equitativamente los cuidados, atender las necesidades de un bebé, asistir a las familias, preocuparse por las brechas laborales y vigilar la salud emocional de las madres.
Penalizan a las mujeres
Y, ¿qué muestra la evidencia? Que de no ser pagados e intransferibles, son las mujeres las que siguen asumiendo los permisos mayoritariamente y que la penalización de la maternidad y los cuidados está detrás de gran parte de las brecha salarial. Dos estudios recientes indagan, además, en cómo los están usando mujeres y hombres, y en qué patrones parecen instalarse. Una de las conclusiones es que los hombres toman de manera mayoritaria el permiso completo, pero tienden a coger ese permiso fraccionado, en varios periodos, mientras que las mujeres toman las 16 semanas seguidas. ¿Por qué? Porque los hombres pueden seguir así más en contacto con el empleo y su 'desaparición' no es tan prolongada, mientras que las mujeres tienen más interiorizado su uso continuado.
La figura de padre corresponsable —que cumple un rol de cuidador principal similar a la madre, que utiliza el permiso para maximizar el cuidado del bebé en el hogar y estar presente y activo en el cuidado— es minoritaria”, dicen las investigadoras
Otro estudio que utilizaba datos de la Seguridad Social averiguó cuántos hombres se turnan con la madre, es decir, cuántos toman inicialmente solo las seis semanas obligatorias y dejan las diez restantes para cuidar ellos una vez que la madre termina su permiso. Las investigadoras concluyeron que menos del 20% de padres opta por esta fórmula, que es, señalan las autoras, “la opción que más favorecería la corresponsabilidad” y también la que permitiría un cuidado más prolongado del bebé por sus progenitores. Otro 25% de padres usan algunas semanas a la vez que las madres y otras después del permiso de ellas.
Este estudio subraya que esta fórmula favorece “el rol de padre ayudante” y no el de padre como cuidador principal, algo que también defendía desde el inicio la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles. “Dada la generalización de los roles de género en la actualidad, en presencia de ambos progenitores las madres siguen cubriendo mayoritariamente el rol de cuidadora principal. La figura de padre corresponsable —padre que cumple un rol de cuidador principal similar a la madre, que utiliza el permiso para maximizar el cuidado del bebé en el hogar y estar presente y activo en el cuidado— es minoritaria”, señalan las investigadoras, que apuestan por reducir las semanas que pueden ser simultáneas entre progenitores y que existan incentivos para que el uso de los permisos sea sucesivo.
El debate sobre el impacto en el reparto de los cuidados y el empleo –y sus consecuencias a medio y largo plazo para las mujeres– no es lo único involucrado en este asunto. En los últimos años, el tabú sobre la depresión posparto, la soledad de las madres y la necesidad de una red lo más amplia posible para cuidar se ha roto y ha mostrado que ni 16 semanas ni 20, simultáneas o no, son suficientes por sí solas para poner esa “alfombra roja” que Feijóo pide para quien tiene un hijo.