72 millones de euros para terminar en el lazo ilegal de un trampero. La recuperación del lince ibérico (Lynx pardinus) es el programa estrella de fauna protegida en España: recibe una gran cantidad de fondos públicos y proporciona alta rentabilidad en 'imagen verde' a las administraciones implicadas. Pero solo este año, en un curso negro para la especie, han muerto por causas no naturales 28 ejemplares. Es el equivalente al 8,7% de la población mundial del felino más amenazado del mundo y “en peligro crítico de extinción”. El último censo, cerrado en 2013, sumó 319 linces en Doñana y Sierra Morena.
El más reciente plan Life-Lince (2011-2016) tiene un presupuesto de 34 millones de euros –desde 2002 suman otros 36,1 millones–. El 61% procede de Europa. Así que a cada ejercicio le corresponden 6,8 millones. Cada ejemplar que ha perecido atropellado, cazado o envenenado en 2014 ha salido a 242.857 euros de recursos públicos anuales. Si se analizan los felinos criados en cautividad que han sido liberados este año para intentar establecer poblaciones en Castilla-La Mancha y Extremadura, los cálculos son más dramáticos. 24 ejemplares liberados: cinco muertos por lazos, cebos corrompidos por cazadores o arrollados por vehículos, el 20%.
“Ahora se invierten ingentes fondos sin haber cumplido las premisas que deben guiar toda reintroducción: eliminar los factores que han llevado a la especie al borde del precipicio”, reflexionan en Ecologistas en Acción. Se trata de uno de los pilares expuestos por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza para llevar a cabo programas como el Life Lince. Entre los principales riesgos que corren estos felinos están los atropellos (fruto de la degradación del medio natural) y los métodos de control de depredadores que se aplican en los cotos de caza para que las poblaciones de conejos o perdices sean abundantes y, por tanto, rentables para los dueños.
Los técnicos consultados sobre el plan 'lincero' entienden que “las sueltas de ejemplares se han intentado hacer a toda costa”. Y en su opinión, “es casi imposible que tengan éxito sin cambiar la situación que eliminó los linces”. En este sentido, “habría que dar una garantía normativa a las zonas de suelta que se han elegido: que tengan una reglamentación específica de mayor protección”, definen fuentes del Cuerpo de Agentes Forestales.
Casi en respuesta a esta idea, el Gobierno de Castilla-La Mancha, que preside María Dolores de Cospedal, publicó el 19 de diciembre una orden que declaraba las “zonas de presencia estable y reproductora del lince ibérico” y en la que introdujo el permiso, mediante convenio, para que los dueños de cotos de caza de esas zonas puedan utilizar lazos para el control de predadores.
Juan Manuel es agente forestal en Madrid y describe el funcionamiento de los lazos: “Hay dueños de cotos que para tener una buena temporada cinegética, con una buena 'mancha', en septiembre siembran de lazos metálicos el campo para eliminar posibles depredadores”. Estas trampas “son ilegales genéricamente porque no son selectivas: pueden atrapar un lince, un zorro, un tejón o una nutria y, además, se utilizan sin freno y degüellan al animal cuando pasa”. El forestal explica que las trampas autorizadas (Wisconsin, Collarum...) “llevan un tope para no estrangular pero, si cae un lince, puede morir igual”.
La cultura y negocio cinegéticos no se paran en matices sobre biodiversidad. En la provincia de Ciudad Real (donde más del 80% del territorio tiene uso de cazadero) se liberaron ocho linces el julio pasado con la idea, según las declaraciones oficiales, de recuperar un territorio natural de la especie: la Sierra Morena oriental. Evento mediático, foto y discurso. En menos de seis meses, Kairós, Kala y Kenitra, tres de estos linces, han muerto envenenados e incluso uno fue disparado por un cazador en una finca que posee la familia Botín en la provincia. El 21 de diciembre se confirmó que Kala, hallada muerta en septiembre, murió por un golpe en la cabeza. Kenitra pereció por arma de fuego.
Ahora se está en fase de liberación de otros ocho ejemplares en la provincia de Toledo. “El viernes 19, se practicó una suelta de aclimatación de dos ejemplares pero, en esa misma área, se acababan de detectar siete buitres y dos águilas imperiales muertos, presuntamente, por cebos envenenados”, revelan fuentes del Cuerpo de Agentes Forestales.
Cada suelta supone un acto público por parte de las autoridades. “Técnicamente, son actos con cierto componente de circo”, manifiestan estas mismas fuentes. Contrasta, sin embargo, con la falta de imágenes de los linces muertos. Castilla-La Mancha es beneficiaria directa del programa Iberlince pero, además, cuenta con un programa Life específico para la región denominado Priormancha para especies propias del bosque mediterráneo, financiado con 3,6 millones de euros –1,6 llegan de la Unión Europea–. En esta comunidad autónoma había 415 linces en 1988. En 1997 no pasaban de 120 y para 2007 ya no era una especie viable para sobrevivir.
En Ecologistas en Acción calculan que en los Montes de Toledo –en un radio de solo unos 30 kilómetros de la zona de suelta de ejemplares– “hay no menos de 60 cotos de caza que piden sistemáticamente autorización para instalar baterías de lazos con el pretexto de controlar zorros”. La asociación explica que se conceden “50 lazos de promedio por coto, lo que dará un total de 3.000 trampas en las áreas más ricas en conejo y, por tanto, más susceptibles de atraer a los linces”.
En Badajoz, otros ocho felinos criados en cautividad fueron los elegidos para tratar de conformar una población en Extremadura. La liberación se produjo en junio en la zona del río Matachel. Para agosto, un veneno colocado en el territorio donde campeaba un macho de apenas un año acabó con sus correrías. Los venenos van destinados a eliminar carnívoros que puedan competir con las escopetas a la hora de abatir conejo. En octubre, una de las hembras fue arrollada en una carretera. No solo mueren los ejemplares reintroducidos. En agosto, cerca de Andújar (Jaén), un hombre encontró un macho de lince ibérico de cinco años muerto tras caer en un lazo.
Un 375% más de atropellos desde 2012
Con todo, la mayor causa de mortalidad no natural de la especie es el atropello. Este fenómeno está directamente relacionado con la conservación de carreteras, la fragmentación del hábitat mediante infraestructuras y la creación de corredores para que la fauna transite segura. En 2014, una veintena de accidentes han aplastado contra el asfalto a alguno de estos valiosos animales. La organización WWF elevó en noviembre una queja a la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea (CE) para exigir que tomara medidas ante la “inacción del Gobierno español”. Entre 2012 y 2014, los siniestros de tráfico con un lince involucrado crecieron un 375%.
Una buena parte del dinero que se emplea para tratar de salvar al lince llega desde Bruselas. Por eso hay movimiento en las instituciones continentales ante la alarmante pérdida de ejemplares, y más tratándose de los que se obtienen en los centros de recuperación para expandir las poblaciones. Así, la eurodiputada de UPyD, Maite Pagazaurtundúa ha preguntado a la CE si “está preocupada o va a iniciar una investigación para clarificar la responsabilidad del Gobierno español”.
“En el tema del lince se ha quitado de en medio a los funcionarios agentes forestales y se han colocado empresas privadas o públicas con empleados contratados. Por ahí se escapa mucho del control del programa”, se queja el Cuerpo de Agentes Forestales a la hora de analizar por qué un plan con tantos recursos ha tenido un curso con tantas bajas, especialmente en la fase final de recuperación de presencia en biotopos en los que se había perdido.
No deja de ser irónico que, mientras el lince ibérico ha tenido un curso negro, su pariente del norte esté regresando “a pesar de las previsiones pesimistas”, según ha publicado un grupo de científicos en la revista Science. El estudio 'Recuperación de los grandes carnívoros en Europa' revela que la “legislación protectora, el apoyo de la opinión pública y una variedad de prácticas que han hecho posible la coexistencia entre los depredadores y la gente” están en el corazón de esta recuperación. El lince euroasiático (Lynx lynx) cuenta con 9.000 ejemplares, y subiendo.