Ahora que se acerca el momento de adelantar los relojes para cambiar al horario de verano [a las dos esta madrugada serán las tres], puede que te hayas vuelto a preguntar qué fue de aquella propuesta para terminar con el vaivén en los relojes, la hora de sueño que nos roba la entrada de la primavera y el desánimo cuando cae la tarde una hora antes en otoño.
La iniciativa fue impulsada en 2018 por el entonces máximo responsable europeo, Jean Claude Junker, con el objetivo de acabar con el cambio de hora en 2021. Junker sí cumplió su mandato pero no este objetivo. La idea fue enterrada por una falta de consenso importante entre todos los Estados miembros de la Unión Europea y olvidada definitivamente cuando estalló primero una pandemia en todo el mundo y después una guerra en Ucrania.
Nadie ha querido tomar el relevo a Junker, que a pesar de conseguir impulsar una consulta ciudadana sobre el tema, pospuso la decisión final hasta 2021. A partir de ahí nada llegó a concretarse. La mayoría de los países, como es el caso de España, han preferido esperar a que el cambio se haga de manera coordinada entre todos y eso no ha ocurrido todavía.
Cuáles son las opciones
Un 64% de los españoles está a favor de eliminar el cambio de hora de verano e invierno, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizada en 2022. Lo que no está tan claro es qué horario prefieren.
Eliminar el cambio cada primavera y otoño obliga a elegir entre varias opciones: quedarnos todo el año en el horario de invierno o quedarnos en el verano. Hay una tercera que complica aún más este debate: mantener el cambio de hora pero retrasar el huso horario 60 minutos.
En invierno, España mantiene su horario una hora por delante de la Hora Media de Greenwich o GMT, es decir, GMT+1 —salvo Canarias, que siempre tiene una hora menos. Si nos cambiáramos a un horario de verano permanente, sería GMT+2, y si mantuviéramos el cambio de hora pero retrasando el huso horario, tendríamos la hora GMT en invierno y GMT +1 en verano.
Esto afecta de manera diferente dependiendo del punto de España. Por poner un ejemplo, si estuviéramos en horario de verano permanente (GMT +2) ganaríamos horas de sol por la tarde en invierno (los veranos serían iguales que ahora). Esto retrasaría también la hora a la que sale el sol por la mañana, por lo que en sitios como Santiago de Compostela no amanecería hasta después de las 10.
Aquí comparamos qué ocurriría en cuatro puntos cardinales distintos de nuestro territorio, en cada uno de los escenarios:
Esto es lo que ocurriría en términos prácticos:
- Si nos quedamos en el horario de invierno, no anochecerá tan tarde en los meses de verano, pero amanecería más temprano y quizás nos costaría un poco menos despertar por la mañana. También perderíamos una hora de sol entre los meses de marzo a octubre —cuando ahora pasamos al horario de verano— pero se adelantarían nuestras horas de comer y de descansar.
- Si nos quedamos en el huso horario de verano, mantendremos esa hora extra, pero nos tendríamos que acostumbrar, por ejemplo, a que el sol no salga por el horizonte hasta que la mayoría de colegios hayan empezado sus clases. También se retrasaría la hora de acostarnos, que siempre está condicionada por el momento de la puesta de sol.
- Y si mantenemos la alteración en primavera y otoño, pero desde un huso horario con una hora menos, nuestro despertar coincidiría un poco más con la salida del sol, adelantaríamos nuestros hábitos y dormiríamos un poco más, pero también perderíamos luz solar a última hora de las tardes de verano.
Por qué nadie se pone de acuerdo
Si te has preguntado qué horario de los anteriores prefieres personalmente, habrás encontrado ventajas y desventajas en ambas opciones. Si además vives en lo que se considera como una de las fronteras orientales u occidentales de estos husos horarios, en regiones que limitan con uno distinto, puede que hayas descubierto problemas por todas partes.
Y esa es la razón por la que la mayoría de gobiernos y los expertos que les han asesorado no se han puesto de acuerdo. En EEUU, por ejemplo, este estudio publicado en la revista de la Sociedad para la Investigación del Sueño, ‘Sleep’ aboga por acabar con el cambio horario definitivamente desde la perspectiva de las consecuencias negativas del horario de verano para la calidad del sueño.
En respuesta, dos investigadores españoles han enviado una carta a la publicación en la que defienden lo contrario. José María Maratón-Olalla, profesor de Física en la Universidad de Sevilla, y Jorge Mira, catedrático de Física en la Universidad de Santiago de Compostela, abogan por mantener el cambio actual porque acompaña la tendencia que tenemos a despertar más tarde en invierno y más pronto en verano.
Los argumentos de la salud
La idea del cambio de horario en verano ha sido ampliamente justificada por el ahorro energético, a pesar de que se trate de un efecto marginal y de que varía según las regiones. Lo que sí han descubierto diversos estudios son las consecuencias que tiene el cambio horario en nuestra salud, especialmente en los días inmediatamente posteriores.
“Retroceder en el horario cada mes de noviembre es relativamente benigno, pero adelantar la hora en verano es mucho más duro para nuestro cuerpo”, asegura Beth Ann Maslow, profesora de Neurología y Pediatría en la Universidad de Vanderbilt (EEUU), en un artículo publicado por The Conversation.
Maslow explica que las horas de sol son esenciales para regular los ritmos de nuestro cuerpo. “Nos despierta y mejora nuestra capacidad de atención”, escribe la especialista. “Si estamos expuestos a la luz en las últimas horas del día, puede interferir con nuestro sueño y hacer que durmamos menos”.
Otras investigaciones han demostrado, por ejemplo, que las hospitalizaciones por accidentes cerebrovasculares aumentaron en los días posteriores al cambio de hora de verano, que las mujeres eran más susceptibles que los hombres y que la edad también jugaba un factor negativo. El nuevo horario también aumenta la tasa de infartos de miocardio, así como la calidad del sueño, especialmente entre adolescentes.
Y ahora, ¿qué haremos?
A falta de una propuesta definitiva para acabar con los cambios de hora, la única referencia con la que contamos son los próximos días que volveremos a modificar el reloj. El gobierno publicó esas fechas en el Boletín Oficial del Estado en 2022 y sólo abarcan hasta 2026. Si la UE decidiera anular el cambio antes, España se adaptaría. Pero, al menos de momento, seguiremos cambiando la hora en estos días:
- Domingo, 26 de marzo de 2023
- Domingo, 29 de octubre de 2023
- Domingo, 31 de marzo de 2024
- Domingo, 27 de octubre de 2024
- Domingo, 30 de marzo de 2025
- Domingo, 26 de octubre de 2025
- Domingo, 29 de marzo de 2026
- Domingo, 25 de octubre de 2026