La LOMCE, la ley Wert, ya se deja notar en las aulas. Después de tres años en los que el notable cuerpo de opositores que esta tiene ha venido advirtiendo de algunas consecuencias que traería, estas se empiezan a revelarse. Se han multiplicado los estudiantes de Religión y la división entre alumnos más y menos brillantes llega antes.
Las matriculaciones en Religión, una materia que vuelve a contar para la nota, han subido “espectacularmente” en 1º de Bachillerato, según explicó ayer CC OO con datos de la Asociación de Directores de Instituto (Adimad): El empujón ha llegado hasta un 150% en algunos centros. Se trata, básicamente, de religión católica, como denunciaron las confesiones minoritarias.
No es el único cambio. La ley del PP trae consigo un adelanto en la segregación de alumnos entre buenos estudiantes y no tan buenos. Los jóvenes tienen que elegir cada vez antes si piensan en un futuro profesional (a través de alguna modalidad de Formación Profesional) o académico (por la vía del Bachillerato). También los centros tendrán que explicarles ya a finales de 1º si les conviene seguir con sus compañeros o entrar en programas de mejora que dificultarán su posterior titulación.
Por el camino fácil
Si el exministro de Educación, José Ignacio Wert, pretendía favorecer los estudios religiosos, lo ha conseguido. Contra la tendencia previa, la asignatura de Religión vuelve a estar de moda, según denunció este martes Francisco García, secretario general de CC OO. Al establecer que la materia sea evaluable, cuenta para la nota media y por tanto para entrar a una carrera o pedir una beca, la matriculación en esta asignatura “ha aumentado de forma espectacular”, explicó en rueda de prensa.
Según datos de Adimad, en Madrid la subida podría llegar hasta el 150% en 1º de Bachillerato, curso en el que debuta la LOMCE este año. “La encuesta es muestral y no censal”, advierte Pilar de los Ríos, presidenta de Adimad. “Pero en algunos centros han pasado de tener cuatro o cinco alumnos a 50”, sostiene.
Religión compite ahora como asignatura optativa en 1º de Bachillerato con materias como Cultura Científica, Dibujo Técnico, Tecnología de la Información y la Comunicación, Anatomía Aplicada o una segunda lengua (francés habitualmente). “Muchos prefieren lo más fácil”, explica García. ¿Se escoge más Religión porque se considera una maría?, se le preguntó a De los Ríos. “Eso lo ha dicho usted”, replicó con tono amistoso.
No es el único cambio que los directores aprecian con el desembarco de la LOMCE. Miguel Recio, director de estudios de CC OO y de un instituto madrileño, explica que la nueva ley también trae una segregación más temprana entre alumnos. Entre los que rinden bien y los que no tanto. “En junio tendremos que decir a algunos padres de 1º de ESO que su hijo va a un programa de mejora del aprendizaje que antes se hacía en 3º”, explica. Estos alumnos, a los que el sistema de orientación del centro considera que necesitan un refuerzo, irán a estos programas durante 2º y 3º para después integrarse al 4º “ordinario”. Antes esta separación se hacía en 3º y 4º. “Estos alumnos no se van a titular, volviendo a 4º después de dos años entre algodones”, vaticina.
El fracaso de la FPB
Lo mismo ocurrirá con los que se deriven a la FP Básica (FPB), otra de las novedades de la ley que empezó el curso anterior. Esta nueva modalidad sustituye a los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) de la LOE, pero son menos flexibles y se adelantan un año. El resultado es que los alumnos que cursen FPB (destinada a aquellos que no pueden o quieren seguir el ritmo de sus compañeros en clase) no podrán obtener el título de secundaria, no hay una vía para ello. Conclusión: más segregación y más temprana.
En la misma línea incide Pilar de los Ríos al hablar de la elección que han tenido que hacer los alumnos de 3º de la ESO con la implantación de la LOMCE en lo que se refiere a la asignatura de Matemáticas. Los estudiantes deben optar entre la versión aplicada o académica de la materia, que llevan a un 4º diferente (grosso modo, una lleva a la FP y la otra al Bachillerato). “Ha faltado reflexión y mucha más gente de la que debería ha cogido la versión académica”, explica la presidenta de Adimad. “Ante la duda no quieren cerrarse caminos (lo que harían escogiendo la versión aplicada), pero no ha habido tiempo para hacer una orientación adecuada”, argumenta.
Respecto a la FPB, CC OO alertó este martes de que el fracaso que está viviendo en alumnos matriculados va a tener un coste. Según el sindicato, el Gobierno preveía que se matricularan en ella unos 85.000 alumnos, una cifra similar a los que lo hacían en su predecesor, los PCPI. Pero se ha quedado en 60.000. Y como esta modalidad educativa está financiada con dinero del Fondo Social Europeo, que hay que justificar, va a provocar que haya que devolver toda la cuantía sin utilizar.