La ley Celaá no termina de afinar: las enseñanzas artísticas piden recuperar todo el protagonismo que les quitó Wert

En comparación con las palabras del exministro José Ignacio Wert, que afirmó aquello de que “hay asignaturas que distraen”, la Lomloe (Ley Órgánica por la que se Modifica la Ley Orgánica de Educación) o 'ley Celaá' mejora la situación para las enseñanzas artísticas. La nueva norma educativa, que será la octava de la democracia para el sector, recupera la obligatoriedad de Música y Plástica en Primaria que se perdió con la 'ley Wert', pero no termina de convencer a los docentes respecto a la oferta en Secundaria.

De 1º a 3º de la ESO será obligatorio incluir al menos una asignatura del ámbito artístico: Música, Plástica o Educación Visual y Audiovisual, según una enmienda incluida en la ley, que no lo contemplaba en principio. En cambio, en 4º, queda en manos de las comunidades incluirlas o no de cara a la preparación del Bachillerato o del ciclo medio. Son dudas que quedan pendientes de resolver en un reglamento posterior, aunque los profesores de estas ramas defienden que ya es una señal que no las hayan introducido de inicio entre las materias obligatorias.

“Esta ley nos deja en el mismo punto. Seguimos quedando al albur de las comunidades autónomas”, se queja Raquel Hernández, profesora de Música en Secundaria y portavoz del COAEM, la Confederación de Asociaciones de Educación Musical. “Hay diferencias respecto a la Lomce (ley Wert), con la que las comunidades podían prescindir directamente de ellas. Ahora son obligatorias en Primaria y Secundaria, pero ni siquiera en todos los cursos”, comenta la docente.

Otro problema es que, al presentarlas dentro de la misma área, muchos centros harán competir a la Educación Plástica y Visual con la Música y la Danza. “La plástica y la música tienen lenguajes distintos y, como tal, deberían estar diferenciadas”, piensa Hernández. Ella, que da clase de Música en 1º y 3º de la ESO en un colegio de Navarra, cuenta que muchos alumnos se sienten contrariados por no cursarla también en 2º. “Reclamamos que sea obligatoria con dos sesiones semanales en Primaria y por lo menos con una en los tres primeros años de Secundaria”, especifica.

Durante este mes se han presentado varias enmiendas en el Congreso para devolver el papel preponderante que tuvo la educación artística en la LOE antes de la llegada de José Ignacio Wert. Las justificaciones son amplias: desde la recomendación de la UNESCO para desincentivar el abandono escolar y facilitar una futura inserción laboral, como la prueba de que los países mejor posicionados en el informe PISA otorgan una posición clave a estas materias en sus currículos.

Pero ni siquiera hace falta acudir a informes oficiales, sino escuchar a los docentes. “Trabajamos con partes del cerebro que no se utilizan en otras áreas, fomentamos herramientas como la escucha, la atención, el silencio, el compromiso y el trabajo en equipo intrínsecas al hecho de tocar un instrumento, y atendemos a las emociones”, enumera Raquel. Además, en contra de la creencia popular, defiende que “la Música es ciencia pura, matemáticas y física, es lenguaje y es arte” y no es habitual “que una sola asignatura tenga tantas vertientes”.

Por otro lado, la experiencia musical en el colegio es la única manera que tienen muchos alumnos de experimentar con ella en su vida, ya sea por imposibilidad económica de acudir a clases particulares o a un conservatorio, o por falta de tiempo. “Es muy importante que reciban esta formación integral en su infancia y su adolescencia”, recalca la profesora.

Aunque la situación de la Educación Plástica, Visual y Audiovisual es ligeramente mejor que la de las artes musicales, los docentes tampoco están del todo satisfechos. Desde hace meses se vienen sucediendo las campañas para evitar que la ley Celaá se fraguase a sus espaldas y acabase olvidándose de ellos. #EducaciónNoSinArtes aglutinó así a profesores de expresión plástica y consiguieron más de 10.000 firmas en su manifiesto para incrementar la carga lectiva en Primaria y Secundaria y para mejorar su desarrollo curricular.

“Nos hubiera gustado que se incorporasen a las asignaturas básicas. La nueva ley ha hecho una apuesta por la educación artística de forma transversal, pero no se ve reflejada en la Secundaria”, piensa Marisa Vico, profesora de Dibujo y Volumen en Secundaria y de Artes Plásticas y Diseño en escuelas superiores, y portavoz de UGT. “Aunque se oferten, habrá mucho alumnado que no las elegirá”, se resigna.

“Lo que es lamentable es que haya alumnos que accedan al Bachillerato de Artes o a una formación superior de esta rama sin haber cursado ni una sola asignatura de 1º a 4º de la ESO como puede suceder”, incide la escultora y docente en Castilla–La Mancha. “En el anteproyecto había una apuesta importante por la sensibilidad artística, pero luego no se ha concretado en el currículum, así que lucharemos para que aparezca en los Reales Decretos” que desarrollarán la Lomloe al detalle, adelanta.

"Estamos rodeados por un mundo de imágenes y queremos formarles para que sean críticos con ellas. Si no, estaremos criando a analfabetos visuales"

En cuanto a su importancia, Marisa cree que “es una materia que ayuda al alumno a saber observar, a reconocer su entorno y a ser sensible a la experiencia visual y estética que le ofrece”. Al igual que la Música, los profesionales artísticos subrayan la importancia de experimentar con otros lenguajes distintos a la comunicación verbal y a entrenar la creatividad, “una de las capacidades que más se reivindica en los puestos de trabajo actuales”, opina.

“Estamos rodeados por un mundo de imágenes, así que queremos formarles para que sean críticos con ellas”, cuenta Vico y, “si no lo hacemos, estaremos criando a analfabetos visuales”. Para ello, al igual que su compañera de Música, pide otra cosa: continuidad.

“Si no se conoce no se cursa” fue la consigna de varias de las formaciones que presentaron enmiendas a este aspecto de la Lomloe. Si no se fija la educación artística como básica en el período de la educación obligatoria, es poco probable que los alumnos se sientan motivados para elegirla entre sus optativas, defienden. “Necesitamos la continuidad, a nadie se le ocurre quitar un año de Inglés y recuperarlo al siguiente”, dice Raquel Hernández, de COAEM. “Pues nosotras queremos lo mismo”.

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