Lucas Garibaldi, científico del IPBES: “No se ha podido torcer la curva de destrucción de la biodiversidad”
Un cambio transformador para frenar la crisis planetaria de la biodiversidad. El 'IPCC' de la biodiversidad —la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES)—, lanzó hace dos semanas su último informe, elaborado por 165 destacados expertos internacionales de todas las regiones del mundo a lo largo de tres años de trabajo. Para solucionar la pérdida de riqueza natural que se ha acelerado es indispensable entender que se trata de una policrisis, advierten.
Ese cambio transformador, como lo ha llamado el IPBES, engloba la propuesta de toda una serie cambios fundamentales en todo el sistema: en las visiones de la sociedad (formas de pensar, saber y ver); las estructuras (formas de organizar, regular y gobernar); y las prácticas (formas de hacer, comportarse y relacionarse).
Lucas Garibaldi, doctor en Ciencias Agropecuarias y co-director del informe, cataloga en una conversación con elDiario.es esta investigación como un “hito histórico” debido a que, afirma, es el resultado de un consenso científico-político promovido por 147 países “en base a la mejor ciencia que tienen”. “La historia nos ha demostrado –insiste–que las sociedades pueden transformarse a una escala inmensa, como lo hicieron durante la Revolución Industrial. Si bien esa era generó terribles costos ambientales y humanos, es una prueba de que es posible lograr un cambio fundamental y sistémico”.
¿Por qué consideraron que era necesario un informe como este y qué lo que hace único?
Lo que nosotros encontramos es que, de alguna manera, durante las últimas décadas, si bien se dieron un montón de esfuerzos por salir de esta trayectoria de destrucción planetaria, estos esfuerzos no han sido exitosos a escala global. El balance sigue siendo negativo: no se ha podido torcer la curva de destrucción de la biodiversidad. Por lo tanto, hemos visto que lo que se necesita es un cambio que sea cualitativamente distinto: un cambio transformador.
Los anteriores enfoques no solían tener en cuenta las causas profundas de pérdida de biodiversidad, como son nuestros valores: la mayoría de las personas aún piensan que su bienestar no depende de la naturaleza. Se sienten, consciente o inconscientemente, completamente desconectadas de ella, y eso es un error, porque vivimos en un sistema ecológico en donde nuestro bienestar depende directamente de ella. Estamos cruzando los límites planetarios y ya se están viendo las consecuencias de no poder reconocer también que, en realidad, toda la economía depende de la naturaleza, las consecuencias de no reconocer que existen unas leyes ecológicas.
Se podrían generar más de 10 billones de dólares en oportunidades de negocios y se podrían sustentar 395 millones de empleos a nivel mundial para 2030 con este enfoque
Muchas personas ven los cambios únicamente como renuncias. Sin embargo, también podemos obtener otras cosas de ellos. ¿Qué recibiríamos como 'retorno' si comenzásemos a activar estas estrategias?
De alguna manera, la gente se está empezando a dar cuenta de que algo malo está sucediendo: se trabaja un montón, pero no se es feliz; no se puede acceder a cosas básicas de bienestar; se da cuenta de que lo único que puede hacer es gastarse el dinero en cosas que tienen que ver con el corto plazo; que no tienen casi acceso a la naturaleza; que la felicidad que obtienen es muy somera, muy superficial, por así decirlo; que todo tiene que ser rápido, fácil, ya mismo, y cuesta mirar al largo plazo; que compramos cosas y cuando las compramos nos sentimos muy bien pero a los dos días ya es algo viejo y necesitamos comprar algo más.
Eso suena a un patrón similar a las adicciones...
Sí. Estamos una sociedad que se basa en esa serie de adicciones. Sin embargo, las personas empiezan a darse cuenta de que son muchas cosas las que no terminan de funcionar, que las cosas en las que invertimos muchísimo tiempo y dinero no generan una paz duradera en nosotros, por así decirlo.
El informe apunta a que hemos de replantearnos algunas cuestiones: como que vivimos en un mundo en el que apenas diez personas tienen una riqueza exagerada y eso verdaderamente afecta al bienestar del planeta y de la mayoría de la población. O si verdaderamente tenemos que consumir tanto, o de esta manera, o qué tipo de productos conviene consumir. Y, en este sentido, generalmente las cosas que son más beneficiosas para el medioambiente son también más beneficiosas para nosotros. Además, las investigaciones indican que se podrían generar más de 10 billones de dólares en oportunidades de negocios y que se podrían sustentar 395 millones de empleos a nivel mundial para 2030 con este enfoque.
La primera estrategia trata de la conservación, la restauración, y la regeneración. ¿Puede poner ejemplos de casos reales que resuman esta primera estrategia?
Hay muchísimos ejemplos de áreas de conservación co-manejadas con las poblaciones locales en casi todos los países. Algunas de ellas incluso están sustentadas por legislación. En algunos de estos casos, por ejemplo, la gente no tiene la visión de que hay que preservar la naturaleza sin tocarla, sino que, de alguna manera, podemos manejar los recursos naturales, obtener beneficio de ello, pero creando sinergias.
Hay muchas iniciativas vinculadas al turismo en donde poblaciones locales encuentran más valor en el medio ambiente a través de los beneficios que brinda el turismo –controlado y regulado– que en destruir la naturaleza para obtener una serie de productos o de servicios que tienen muy bajo valor. Un caso es Galápagos, pero hay un montón de lugares del mundo donde podemos ver ejemplos donde están potenciando esto.
La segunda y tercera estrategia que proponen es promover un cambio sistemático. Es decir, la integración de la biodiversidad en los sectores más responsables del deterioro de la naturaleza, y transformar los sistemas económicos para la naturaleza y la equidad. En este sentido, ¿dónde se ha hecho esto?
Por un lado, en el tema de transformar los sistemas económicos se trataría de promover distintas métricas de éxito económico y de cómo poder transformar nuestros sistemas económicos para que nuestras métricas de éxito de país no sean el crecimiento o el PIB, sino que, si bien son interesantes y tienen que seguir estando, se complementen más con cuestiones de medidas que tengan en cuenta la naturaleza y el bienestar de las personas.
O, en vez de subsidiar sectores que destruyen la naturaleza, subsidiar una agricultura que sea climáticamente inteligente, tecnologías verdes, bonos para la recuperación de los bosques… Hace veinte años esto eran ideas que estaban en desarrollo, pero hoy en día tenemos ejemplos en todos lados, y funcionan.
Y hay un montón de ejemplos. Uno está en España, en Galicia, y es la reserva marina de Os Miñarzos. Fue gestionada conjuntamente por pescadores, científicos, y el Gobierno, tras un derrame de petróleo. Esta colaboración mejoró las poblaciones de peces, restauró la biodiversidad marina y aumentó los beneficios económicos para la pesca a pequeña escala.
¿Puede explicar cómo transformar los sistemas de gobernanza para que sean inclusivos, responsables y adaptables, y cambiar las perspectivas y los valores para reconocer la interconexión entre los seres humanos y la naturaleza?
Existe un montón de sistemas de gobernanza que son inclusivos, participativos, y que están funcionando. En Tanzania, la planificación participativa del uso de la tierra permite a las comunidades locales equilibrar la conservación con las necesidades de desarrollo. Este enfoque inclusivo fomenta la gestión sostenible de los recursos al tiempo que empodera a las poblaciones rurales. O la prohibición nacional de los plásticos de un solo uso en Ruanda, que redujo la contaminación urbana por plásticos en un 90%. Estas políticas demuestran cómo unas regulaciones estrictas pueden cambiar rápidamente las normas y los comportamientos sociales hacia la sostenibilidad.
Por otro lado está la estrategia que habla sobre los valores y las visiones. Las visiones es hacia dónde queremos ir, cuál es nuestra meta como sociedad. Y ese mundo que queremos se visualiza en base a valores. Hay lugares que han reacomodado sus ciudades, de manera que uno pueda ir al trabajo en bicicleta. Y de ahí uno obtiene un beneficio en salud y también un beneficio hacia el medioambiente. Otro caso concreto de esto sería el sistema educativo de Finlandia, que integra la conexión con la naturaleza en sus planes de estudio, enseñando a los estudiantes el valor de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
¿Sin un cambio de valores no se puede conseguir todo lo demás?
Lo que decimos es que se tiene que dar todo: el cambio en los valores, en las prácticas, y en las instituciones. Pero en muchos de los ejemplos empiezan a cambiar las instituciones, luego las prácticas, y luego los valores; en otros cambian las prácticas, luego las instituciones y luego los valores; y en otros primero los valores, luego las instituciones y luego las prácticas. En los casos que nosotros vimos hay de todo. A veces los cambios en los valores vienen dados por los gobiernos, y hay veces que es al revés.
Estamos tan metidos en esta carrera contra la vida hasta el punto de que de repente se nos pasó la vida, nos morimos, y lo único que podemos ver al mirar atrás es lo que acumulamos y lo que produjimos
Hay muchas fuerzas, señalan, que bloquean este cambio transformador. ¿Podría hablarnos de ellas?
Sin duda hay un montón de grupos de poder establecidos, transnacionales, en distintos países, que tienen rentas extraordinarias y claramente no las quieren perder. Hay lobbys que bloquean nuevas tecnologías, o cambios que pueden ser más reveladores para la sociedad. Ocurre también con la medicina, por ejemplo: podríamos tener una medicina más orientada a la prevención. Eso tiene más sentido que ir tapando problemas. O el sistema de salud: la inercia del libre mercado va hacia un lugar donde vas a tener que pagar todo. Y conseguir que no sea así depende de luchas, de valores, de movimientos sociales, y de un sistema democrático y de gobernanza que lo tiene que sostener.
Usted sostiene que, a lo mejor, menos termina por ser más...
De alguna forma, si para que la gente esté mejor, en general, tienes que perder un 10% de tu riqueza, no te va a gustar. Pero bueno: paradójicamente, perdiendo un 10% de tu riqueza igual eres más feliz que antes. Ahí es donde está este aspecto de los valores, de cómo estamos tan metidos en esta carrera contra la vida hasta el punto de que de repente se nos pasó la vida, nos morimos, y lo único que podemos ver al mirar atrás es lo que acumulamos y lo que produjimos y que no nos damos cuenta de que a veces menos es más.
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