A Anabel Pastor no deja de sonarle el teléfono en la mañana de este miércoles. Su hija, Elsa, ha aparecido en todas las televisiones y medios de comunicación y ahora hay gran expectación por lo que hay detrás de esa niña de ocho años que, con sus palabras, ha dejado boquiabiertos a todos los que la vieron. “No permitan que nadie nos arrebate la felicidad”, dijo este martes ante la Asamblea de Extremadura en el marco de una jornada contra el bullying por motivos LGTBIfóbicos.
El mismo día que comenzaba la legislatura en el Congreso de los Diputados, el discurso de Elsa, que eligió su nombre por la princesa de la película Frozen, apuntó a una diana a la que actualmente miran muchos ojos, la de la diversidad LGTBI. Una realidad cuestionada directamente por Vox, que ha entrado en la Cámara Baja con 52 diputados, y por grupos ultracatólicos como HazteOír. La niña se dirigió en el pleno directamente a los políticos para que “sigan, pese las amenazas, haciendo leyes que reconozcan que las personas somos diversas”.
Anabel no tarda ni un minuto en mencionar al partido de extrema derecha, al que considera “una amenaza para mi hija y para todos los que son como ella. Para sus vidas y sus derechos. También para las mujeres”, señala contundente. Vox ataca sin tapujos la diversidad LGTBI y, entre sus objetivos, se encuentra recortar este tipo de contenidos en las aulas, precisamente algo que los expertos identifican como cortafuegos del acoso. “No hace mucho me preguntó que por qué ella no estaba en los libros de texto. Es muy reivindicativa y se entera de todo, así que pensamos juntas que era buena idea que explicara al resto que los niños trans existen”.
Con ayuda de la Fundación Triángulo, a la que pertenecen, Elsa y su madre prepararon la intervención, en la que cuenta que vive en Arroyo de San Serván, un pueblo de Badajoz, y que en los últimos cuatro años ha vivido “un camino muy importante: el camino a mi felicidad”. Esta última temporada ha sido fundamental para ella, explica su madre, porque justo con cuatro años comenzó a visibilizarse en su pueblo y colegio como lo que es: una niña. “Antes no era plenamente feliz y ahora sí lo es”, resume Anabel.
“Conocí la transexualidad cuando conocí a mi hija”
Con dos, cuando aprendió a hablar, ya comenzó también a verbalizarlo. Empezó ahí un proceso que no ha sido fácil porque “no conocíamos la transexualidad porque no estamos nada informados. Yo la conocí cuando conocí a mi hija”, ilustra su madre. Antes, en casa se vestía y se expresaba como le apetecía, pero no fuera. “El miedo a que la agredieran o insultaran estaba ahí”, explica Anabel. La cosa cambió en los carnavales de 2016, cuando se disfrazó, precisamente, de la princesa Elsa, protagonista de la aclamada Frozen.
Entonces, en la fiesta principal del pueblo, “vimos las miradas de extrañeza y algunos insultos” y eso fue “la gota que colmó el vaso”. Su familia decidió en ese momento y tras mucho meditar, que darían el paso y que Elsa comenzaría a “vivir como lo que siente”. La Fundación Triángulo llegó incluso a celebrar en el Salón de Plenos de Arroyo de San Serván unas charlas abiertas a todo el mundo con el objetivo de asegurar un entorno amable para la niña libre de situaciones de transfobia.
Algo que, según relata Anabel y contó también Elsa en su discurso, se ha cumplido: “Quiero decir que en el fondo tengo la suerte de haber nacido en mi pueblo, allí todo el mundo sabe que soy una chica diferente, una chica trans, y me siento querida y respetada. Todo el mundo me conoce”. Su madre agradece, además, que en el colegio al que acude –Colegio Nuestra Señora de la Soledad– se adaptaran desde un primer momento y asegura que la visibilidad pública de su acción tiene que ver, sobre todo, con que “hay muchas personas y niños como ella para los que hay que construir un mundo seguro y a los que no hay que negar su identidad
Por eso, exige que en los próximos años no se dé marcha atrás “en las leyes que tanto nos ha costado conseguir” y se “avance en los derechos LGTBI” frente a un discurso que, asegura, “no tiene en cuenta que el mundo es de muchos colores, no solo blanco y negro”. Entre otras cosas, Anabel recuerda el impacto que tuvo para Elsa, a pesar de su corta edad, el autobús naranja de HazteOír, que recorrió varias ciudades de España bajo el lema “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen”.
Tres años después, el colectivo LGTBI y lo que llama “la ideología de género” concentra una gran parte de los ataques de Vox, que en diferentes comunidades autónomas está intentando introducir el llamado pin parental. En la práctica, se trata de una solicitud de autorización para que los padres puedan vetar determinados contenidos que no son acordes a sus creencias morales, ideológicas o religiosas. Con sus declaraciones públicas –Rocío Monasterio llegó a comparar la “zoofilia” y la “parafilia” con las charlas de educación LGTBI– el partido de extrema derecha se encamina a una legislatura en la que cuestionará este tipo de normativa.
Eso en un escenario en el que aún quedan por tramitar en el Congreso legislaciones clave: la ley LGTBI, la ley integral Trans y la reforma de la Ley de Identidad de Género de 2007, que actualmente exige una serie de requisitos médicos a las personas que quieren cambiarse el nombre y sexo legal y, además, excluye a los menores como Elsa y a las personas sin nacionalidad española. El objetivo es modificar estas exigencias, pero habrá que esperar a ver el margen de acción con el que cuenta la extrema derecha. De momento, Elsa avisa: “Por encima de todo, las personas transexuales tenemos el derecho a ser quienes somos”.