En el equilibrio por mantener la economía salvaguardando la salud, es difícil salir vencedor. Sin embargo, así se ve la Comunidad de Madrid un año después del comienzo de la pandemia y a pesar de que cuenta en este momento con los peores datos epidemiológicos. El viceconsejero de Sanidad de la región, Antonio Zapatero, publicó hace un mes en la revista científica The Lancet una defensa de la estrategia madrileña junto a otros asesores de su equipo. El artículo Gestión integral del covid-19 en Madrid: dando la vuelta a las cosas durante la segunda ola describe con ejemplos el “titánico esfuerzo” de la capital para desmontar “el segundo pico pandémico”.
Aluden a medidas como perimetrar por zonas básicas de salud (ZBS) o realizar pruebas de antígenos masivas que, según ellos, “minimizan el impacto económico en la población”. También afirman haber generado “políticas sociales y fiscales para compensar a los afectados”, a pesar de que hasta esta semana Madrid era la única autonomía que no había impulsado ayudas directas a empresarios.
La presidenta Isabel Díaz Ayuso lleva meses repitiendo el mismo mantra como escudo frente a quienes esgrimen razones sanitarias para avanzar con prudencia: no se puede parar, la economía de la capital tiene que reactivarse. El llamado “milagro madrileño” de noviembre ha quedado atrás. La realidad es que Madrid sigue registrando los peores datos epidemiológicos del país mientras que sus finanzas no lucen mucho más boyantes que la media.
La insostenibilidad de los datos sanitarios
Hace unos días, tres epidemiólogos desmontaban el artículo de Zapatero en The Lancet llenando lagunas a las que no había hecho mención el viceconsejero de Sanidad. Javier Padilla, Pedro Gullón y Mario Fontán señalaban que tanto las zonas de salud como las pruebas de antígenos se implantaron cuando la curva de contagios ya había comenzado a descender, por lo que no se puede demostrar que fueran medidas eficaces en la segunda ola.
También recuerdan que la estrategia de Madrid ha consistido en mantener en el tiempo una incidencia de “alto riesgo” (por encima de los 150 casos por 100.000 habitantes), con el consiguiente impacto en la ocupación de camas ordinarias y de UCI, en las muertes y en la salud de los propios sanitarios. Ahora, la región registra una incidencia a 14 días de 225 casos por 100.000 habitantes, casi el doble de la media española, y la saturación más alta en UCI, con un 37,3%, solo igualada por La Rioja (que tiene un déficit estructural de camas).
A pesar de que el artículo de Zapatero hacía referencia a que “la implantación pionera de las pruebas antigénicas y la vigilancia de los contactos” habían mejorado “el control de la transmisión”, la región ha mostrado importantes deficiencias en el rastreo, una de las piezas clave en la vigilancia de la epidemia. Es más, en la segunda ola ni siquiera se llegó al mínimo recomendado por las autoridades internacionales de 30 rastreadores por cada 100.000 habitantes.
Por otro lado, dejó de hacer PCR a los contactos estrechos de un positivo y optó por los cribados masivos por “limitación de los recursos diagnósticos”, según los responsables sanitarios autonómicos. En cualquier caso, nada de esto evitó que Madrid fuese la comunidad con mayor número de casos por habitante.
“Hay un fetichismo a la hora de interpretar los datos que pretende que nos olvidemos de la imagen general”, piensa Mario Fontán, experto en medicina preventiva y uno de los autores de la réplica a Zapatero. “No hay que quedarse en la línea de la incidencia, sino en el área de debajo de la curva, que es lo que marca la gravedad”, recomienda. El siguiente gráfico, por número de casos acumulados, muestra que Madrid es la región que más ha expuesto a sus habitantes a la COVID-19 en estos doce meses.
En opinión de los expertos, mantener un número muy elevado de casos positivos durante un largo periodo de tiempo quizá se pueda disimular en las gráficas, porque no presentan cambios abruptos, pero no en el interior de los hospitales. “No podemos hacernos trampas al solitario, es el efecto de tener una incidencia muy alta y prolongada durante meses”, explica Saúl Ares, investigador del CSIC. “Con una incidencia en nivel grave, no hay respiro para que las UCI se liberen”, plantea. Un pensamiento que recoge Fontán, que apunta al “factor peso” como dificultad a la hora de descongestionar el sistema sanitario: “No hay medidas implementadas que corten la transmisión”.
Desde verano, Madrid ha mantenido una ocupación media de hospitales y de UCI del 17,6% y del 37,9% respectivamente, muy por encima del máximo recomendado (del 14% y el 25%). La mayor de todo el país. En total, más de 90.000 personas han ingresado en un hospital por culpa de la COVID-19 y 6.500 lo han hecho en UCI. “En la tercera ola, el pico no ha subido tanto en Madrid como en otras comunidades, pero también está siendo la más lenta en bajar y en liberar sus hospitales”, señala Fontán.
Los datos en UCI y hospitales siguen estando lejos de lo aceptable y a los expertos les preocupa que los contagios empiecen a subir en este escenario. “Si hay un incremento de la transmisión, puede impactar de manera más grave que en olas previas porque se partía de una situación hospitalaria más baja”, advierte el médico en salud preventiva. También Saúl Ares, del CSIC, cree que “cualquier cosa que nos pase a partir de ahora podría empeorar mucho la situación”, también respecto a la mortalidad. Ambos expertos no aluden solo a los fallecidos por COVID, sino por otras patologías infratratadas por la saturación de los hospitales.
En muertes por COVID, Madrid ha mejorado levemente frente a otras regiones. Entre julio de 2020 y febrero de 2021, en la comunidad falleció el 0,079% de la población, mientras que la media española es del 0,086%. “Es cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío, porque Madrid casi iguala la media”, recuerda Ares.
El científico del CSIC confirma que las dos últimas olas no han sido tan fatales como en otras regiones, pero tampoco obvia el exceso de mortalidad que hubo en la primera fase de la pandemia, como muestra el siguiente gráfico: “Quien se ha muerto una vez no puede morirse dos veces”, señala. Además, las comunidades más azotadas –Asturias, Comunitat Valenciana o Murcia– apenas habían sufrido hasta ese momento.
Por otro lado, hay factores que influyen en el caso de Madrid, como su rejuvenecida población comparada con la de otras comunidades como Castilla y León, Castilla-La Mancha, Asturias o Extremadura y su alta seroprevalencia, que apunta que un 20% a la ciudadanía ya ha pasado la enfermedad. Los especialistas difieren sobre este tema. Mientras que Fontán reconoce que “podría contar en ciertos barrios”, ambos piensan que “está lejos del 70% que la convertiría en un factor clave”.
“Madrid tiene la postura institucional de que puede controlar la pandemia sin implementar medidas, pero es un argumento falaz”, piensa Mario Fontán. En su opinión, las mejores trayectorias del virus se han dado en los lugares más estrictos. “Madrid vende que ha sabido mantener la economía y la salud, pero no es cierto; seguimos estando en una posición epidemiológica muy mala y aún puede empeorar”, avisa. Aunque la comunidad presidida por Isabel Díaz Ayuso peleó hasta el último momento por “salvar la Semana Santa”, los expertos piensan que justo ahora “hay que poner mucho celo en las medidas, casi más que en Navidad o en verano” debido a la presión hospitalaria.
Mucho ruido, resultados económicos mediocres
El pasado 26 de febrero el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, daba una rueda de prensa para anunciar que la región madrileña había crecido un 4,4% en el cuarto trimestre de 2020 gracias a la receta de “estabilidad, apertura de los negocios y sectores económicos, solidaridad, libertad y fiscalidad inteligente”. Las cifras que presentó junto al consejero de Economía, Empleo y Competitividad, Manuel Giménez, distaban mucho de las previsiones de otros organismos –la Autoridad Independiente de Resposabilidad Fiscal (AIReF) estimaba un crecimiento del PIB del 0,5% en Madrid en el cuarto trimestre del año pasado– y no terminaban de explicar cómo con ese crecimiento en los últimos tres meses del año la economía madrileña se había desplomado un 10,5% durante 2020. Ahora bien, las cifras de Aguado servían para armar el discurso del milagro económico madrileño, que tanto él como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, han esgrimido para defender una política de apertura económica, especialmente de los establecimientos hosteleros y comerciales, como estrategia de oposición al Gobierno central bajo la máxima: “La economía madrileña no se puede cerrar”.
“A la Comunidad de Madrid desde el resto de las comunidades autónomas se la mira con admiración y con respeto”, ha esgrimido Díaz Ayuso para defender su gestión económica. La realidad, sin embargo, es que los datos económicos no reflejan que la Comunidad de Madrid destaque especialmente respecto del resto de las regiones españolas. El Banco de España publicó en febrero el informe La evolución de la actividad en las provincias españolas a lo largo de 2020 y sus determinantes en el que apuntaba que “el diferente impacto de la pandemia en 2020 ha respondido más a diferencias en la especialización sectorial y a cambios en las decisiones de movilidad de las personas (ya sea voluntarios o impuestos por las restricciones) que a la diferente incidencia de la enfermedad” en las provincias.
Atendiendo al discurso de la presidenta madrileña sobre las medidas aperturistas adoptadas por la Comunidad de Madrid, se tendría que haber notado un impulso más positivo de la economía de esta región. Sin embargo, Madrid está entre las provincias que más han acusado el impacto económico de la pandemia en 2020 con una caída del PIB del 10,5%, según el informe del Banco de España, aunque esta región está por debajo del desplome de la economía española, con un 11%.
El Banco de España explica que las provincias que experimentaron una mayor caída de la actividad en 2020 fueron las que también registraron un descenso más pronunciado de la movilidad, que tienen un mayor peso del turismo (sobre todo extranjero) y del empleo temporal, y una menor proporción de empleados del sector público. Pese a las medidas de Ayuso, la Comunidad de Madrid es la decimosegunda provincia en la que más se deteriora la economía de las 50 provincias españolas. En el estudio del organismo supervisor solo se destaca a la región madrileña por un motivo: “Las provincias con mayor exceso de mortalidad en 2020 fueron las pertenecientes a las dos Castillas y Madrid”.
Ser el baluarte del aperturismo no ha impedido que Madrid sea la tercera comunidad con más número de parados, 480.000 en 2020, según la última EPA, solo por detrás de Andalucía y Catalunya, aunque la Comunidad que preside Ayuso se mantuvo como la zona con mayor tasa de actividad, un 63,3%. A pesar de que la región madrileña adoptó medidas mucho más laxas respecto a la movilidad y la apertura de negocios que la comunidad catalana, con un potencial económico similar, la realidad es que la tasa de paro de Madrid cerró en un 13,53% el año pasado mientras que en Catalunya fue del 13,87%.
De hecho, esta laxitud no le ha permitido una recuperación del empleo especialmente destacable si comparamos la situación de febrero de 2020, antes del comienzo de la pandemia, con febrero de 2021. Madrid se sitúa en la media española de empleo perdido en la pandemia, con un 2,1% menos de afiliados a la Seguridad Social entre el último día de febrero de 2020 y febrero de 2021. Por comparar con otras provincias, Barcelona cuenta con un 2,5% menos de afiliados, Bizkaia tiene un 1,8% menos o Valencia y Sevilla, un 1,5% menos.
Haciendo un seguimiento de la evolución de la variación interanual del número de afiliados a la Seguridad Social desde enero de 2020, la Comunidad de Madrid no recupera más empleo que otras regiones españolas. De hecho, desde la llegada de la pandemia, Madrid se mantiene en tasas negativas, a diferencia de comunidades como Murcia, Castilla-La Mancha o Extremadura, que contabilizan algunos meses con un incremento del número de afiliados respecto al mismo mes del año anterior.
Lo más curioso al observar esta evolución del empleo es que la Comunidad de Madrid se encuentra por encima de la media nacional hasta octubre. Aunque es tras el verano cuando la presidenta madrileña utiliza con más vehemencia su política de aperturas de negocios y horarios mas amplios frente a otras comunidades –incluso provocó la división dentro del Gobierno madrileño con la petición por parte de Ciudadanos de un parón de la actividad para bajar la incidencia del coronavirus–, la variación interanual del número de afiliados desde octubre es peor que la media nacional y solo vuelve a superarla en febrero de 2021, aunque no es por el buen comportamiento del empleo en Madrid sino por el tirón negativo de la afiliación en comunidades como Baleares y Canarias.
Al realizar un análisis del Índice de Producción Industrial (IPI) –indicador coyuntural que mide la evolución mensual de la actividad productiva de las ramas industriales, excluida la construcción–, la producción industrial en Madrid cayó menos que la media nacional. Mientras que en España la tasa anual descendió un 9,1% respecto a 2019, en la Comunidad de Madrid cayó un 6,5%, en un contexto en el que la producción industrial bajó en todas las comunidades. Los mayores descensos se dieron en Illes Balears (–20,9%) y País Vasco (–14,1%), mientras que los menores descensos se dieron en Extremadura (–0,3%), Región de Murcia (–2,5%) y la Comunidad de Madrid, que fue la tercera región en la que menos bajó.
Donde se percibe que la política más amplia de aperturas de la Comunidad de Madrid ha tenido un impacto económico positivo ha sido en el comercio, especialmente en los últimos meses del año pasado. En el conjunto del año 2020, todas las comunidades disminuyeron sus ventas. Canarias (−15,0%) e Illes Balears (−14,6%) registraron las mayores bajadas mientras que Galicia (−2,5%), Castilla-La Mancha (−3,2%) y la Comunidad de Madrid (-3,4%) presentaron las tasas menos negativas.
A pesar de los datos negativos del conjunto de 2020, la Comunidad de Madrid fue la única región donde las ventas en los comercios subieron en noviembre, con un 0,6%, mientras que bajaban en tasa anual en el resto de las comunidades autónomas. En diciembre, también fue la región donde más crecieron las ventas, con un 3,2% respecto al mismo mes de 2019.
“Yo defiendo políticas sensatas, moderadas, en las que no se enfrenten la salud y la economía porque es insensato e innecesario. Cada vez que cerremos a cal y canto un bar o una empresa es posible que esa familia no vuelva jamás a abrir, que está pagando locales, pagando empleados, que está hipotecándose y arruinándose para décadas, tanto él como el patrimonio de sus hijos”, argumentaba Díaz Ayuso para defender su gestión de aperturas de comercios y restauración. Pero no se puede definir si las decisiones de política económica han sido sensatas o no porque prácticamente no se ha llevado a cabo ninguna. Si hay algo que caracteriza la gestión económica del Gobierno autonómico del PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid es el vacío.
Durante 2020 solo se aprobaron dos leyes en la Asamblea de Madrid. Una de las normas que salió adelante fue la creación de una nueva universidad privada. La otra fue una modificación de la Ley del Suelo que está pendiente de una sentencia de los tribunales. En septiembre, la presidenta anunció “la mayor apuesta de la Europa occidental por la recuperación” basada en el ladrillo mediante una reforma legal que eliminaba trámites y facilitaría la concesión de licencias urbanísticas. Se aprobó una modificación de la Ley del Suelo, que PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos llevaron al Tribunal Constitucional para recurrirla al considerarla “fraudulenta” porque se aprobó sin que estuvieran presentes en la votación muchos de los diputados de la Cámara. Hablando de ladrillo, Madrid está entre las comunidades donde más cayeron las hipotecas, un 14,3%, y más se desplomó la compraventa de viviendas, un 21%, en 2020.
Ninguna iniciativa legislativa más. Ni siquiera han sacado adelante la norma más importante de una administración pública, unos presupuestos. El Ejecutivo autonómico del PP y Ciudadanos ha sido incapaz de aprobar unas nuevas cuentas públicas para la Comunidad de Madrid, de manera que se mantienen los presupuestos prorrogados de 2019, pese a las necesidades que ha supuesto la pandemia del coronavirus.
A pesar de las continuas declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid por una supuesta defensa de la actividad empresarial, la realidad es que el Gobierno de Ayuso ha sido el único entre los autonómicos que no ha concedido ayudas directas al comercio y la hostelería. En teoría, en el proyecto de presupuestos de la comunidad había una partida de 235 millones de euros en ayudas a fondo perdido, pero además de no aprobar las cuentas públicas en su momento, el anuncio de la convocatoria de elecciones autonómicas por la dirigente del PP ha terminado por tumbar esta posibilidad y los empresarios madrileños tendrán que esperar a las subvenciones directas que ha aprobado el Gobierno central.
Ahora bien, como un acto más propio de campaña electoral, Ayuso anunció el pasado miércoles que ofrecerá subvenciones de hasta 200.000 euros a los autónomos y empresas de sectores que estén excluidos del paquete de ayudas directas del Ejecutivo central. La ya candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid por el PP no explicó cómo ni cuándo se desplegarán esas ayudas. Otro anuncio sin detallar, más ruido político, otro grito más en la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez.