El número de mujeres mayores de 50 años y pobres que no se ha realizado una mamografía triplica a las de rentas altas

La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN) ha publicado su informe 'La desigualdad en la salud'  en el que saca conclusiones sobre cómo afecta la desigualdad –de renta, género, educación o clase social– a la salud. Una de las más llamativas del informe, que analiza la Encuesta Nacional de Salud del año 2017, cruza dos de esas variantes: el 9,1% de las mujeres pobres de entre 50 y 69 años nunca se han realizado una mamografía, el triple que las mujeres de la misma franja de edad de clase media y alta que tampoco lo ha hecho (el 3,4%). 

EAPN toma como referencia el valor en el que Eurostat fija el umbral de la pobreza, es decir, los 8.522 euros anuales –710 mensuales– para el año 2017. La franja entre los 50 y los 69 años es la edad recomendada para hacerse mamografías. Teniendo en cuenta todas las edades, la mitad de las mujeres pobres nunca se han realizado esa prueba, 11,5 puntos más que las de rentas medias y altas.

Hay otras conclusiones de informe que también tienen en cuenta género y renta: el 33,8% de las mujeres pobres de todas las edades nunca se han practicado una citología –medida de prevención para el cáncer de cérvix–, mientras que entre las que no lo son desciende al 18,4%. También el triple.

Carlos Susías, presidente de EAPN, ha declarado que lo que quieren es mostrar que la pobreza “es un elemento de riesgo para tener una peor situación de salud. En algunos indicadores el doble, en otros significativamente más alta”.  Ha resaltado que, aunque tenemos un “buen sistema de salud público” que cubre a la mayoría de la ciudadanía, es “importante” remarcar estas diferencias que vienen dadas por “la falta de cultura del autocuidado y de prevención, tanto la que viene de las personas como del Estado”.

“Los datos constatan que a mayor pobreza y desigualdad, peor es la salud de las personas”, ha zanjado Juan Carlos Llano, autor del informe. Por ejemplo, según los datos, las personas en situación de pobreza fuman más (24,5% frente al 20,8%), son más obesas (21,9%, 15%) o hacen menos ejercicio (47% frente al 32,6%). El 27% de las personas pobres no consume nunca alcohol, frente al 14,9% de las que tienen rentas medias y altas.

También hay diferencias en la salud percibida: el 37,4% de las personas pobres considera que su salud es regular, mala o muy mala, 11 puntos porcentuales por encima de las personas que no lo son (26,2%). Y brechas entre mujeres y hombres: en todas las franjas de edad, de los 15 a los 85 años, hay más mujeres que hombres que consideran que su estado es regular, malo o muy malo, y que tienen enfermedades crónicas. Sin embargo, también “se cuidan más”. Los responsables afirman que les falta por analizar muchas de las variables que están detrás de estas diferencias, pero sugieren que pueden tener que ver los “prejuicios” en los centros médicos si los síntomas los presenta un hombre o una mujer.

Desde EAPN han destacado que, además, estas diferencias se acentúan en aquellos ámbitos en los que el Sistema Nacional de Salud no llega o es deficiente: la salud mental, “que está pendiente de afrontar”; la salud bucodental, “que crea fuertes diferencias entre clases sociales” o algunos productos sanitarios en los que se aplica el copago. La falta de acceso a esos servicios es entre tres y cinco veces más elevada entre las personas pobres que entre las no pobres.

Graciela Malgesini, miembro de la Red, ha subrayado además que “los servicios sociales y la sanidad van por separado” cuando debería ser más estructural, “muchas veces se está medicalizando procesos que también son sociales, como el alcoholismo o algunas depresiones”.