Enarbolan discursos masculinistas que presentan al feminismo como un ataque a los hombres. Han surgido como contragolpe al avance de los derechos de las mujeres y el colectivo LGTBI y se articulan en diferentes espacios online. Forman parte de la llamada manosfera (procedente del inglés man –hombre– y sphere), con la que se denomina al conjunto de comunidades asociadas políticamente a la extrema derecha de hombres en Internet que se basan en la propagación de discursos misóginos y antifeministas. Ellos, víctimas; el feminismo, un movimiento que les cercena.
La manosfera preocupa al mundo anglosajón desde hace años, pero en España las investigaciones aún son incipientes. Un estudio publicado este miércoles por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD se acerca a este fenómeno en nuestro país y concluye que ejerce un papel “determinante” en la percepción social de la violencia sexual contra las mujeres. El último barómetro sobre juventud y género alertó de que la cifra de chicos jóvenes que considera que la violencia de género no existe ha escalado al doble en comparación con 2017 y cada vez menos creen que sea un problema grave.
El informe, realizado por Elisa García-Mingo y Silvia Díaz Fernández, califica la manosfera de “elemento crucial en la socialización” de los jóvenes en materia de género, al ser espacios digitales “en los que encontramos muchas de las conceptualizaciones que se están articulando desde espacios políticos antifeministas”. Entre ellos, que “la violencia no tiene género” o que se trata de “un invento ideológico”. Todo esto en un contexto de cada vez mayor polarización y un auge “negacionista” del machismo que “ha empezado a penetrar en la esfera pública española” a medida que Vox ha ido ganando en apoyo electoral, concluye la investigación.
El estudio parte de la idea de que existe una masculinidad en crisis ante el desafío que suponen los avances feministas y LGTBI. O lo que la socióloga Beatriz Ranea ha calificado de 'resquebrajamiento', término con el que describe el proceso de deslegitimación de valores típicamente masculinos y que, por tanto, “desestabilizan los rígidos procesos de subjetivización de los hombres”. En este marco, la manosfera española se erige “como un espacio que permite la restauración de la masculinidad” tradicional, que está “en conflicto” con los ideales feministas y los cambios que han traído consigo.
La investigación ha buceado en la comunidad online y ha hecho un mapeo de los principales agentes antifeministas que se mueven en Internet. Los hombres de la manosfera española, asegura, “se organizan en foros, redes sociales, con especial relevancia en Youtube y Twitter, y en páginas web propias”. En ellos, los hombres comparten sus valores o se aconsejan mutuamente “sobre cómo ser hombre”, encuentran “consuelo”, pueden llegar a “crear vínculos” y a elaborar “tejidos afectivos relacionados con la masculinidad en torno a los sentimientos de rabia y orgullo herido”, concluye el estudio, basado en entrevistas a expertas y grupos de discusión de jóvenes españoles.
Aunque la manosfera es un espacio “heterogéneo”, describe el informe, su base principal es el antifeminismo, que vertebra los discursos y la visión que tiene de las mujeres. Tres son las ideas centrales que manejan todas las comunidades que la integran: la primera, el ginocentrismo, la creencia de que la sociedad privilegia a la mujer y relega al hombre a una posición de subordinación, es decir, lo contrario a lo que ocurre realmente. La segunda es el victimismo masculino, es decir, la autopercepción de que los hombres son víctimas y la tercera, la banalización de la violencia contra las mujeres.
Entre las subculturas que componen la manosfera hay un lenguaje, discursos y dinámicas comunes que apuntalan el sentimiento de pertenencia. Y siguen la llamada “filosofía de la píldora roja”, basada en la película Matrix, en concreto, en la escena en que Morfeo le ofrece a Neo elegir entre dos pastillas: la azul le permitirá ser feliz y olvidarse de todo lo que había descubierto sobre la realidad; la roja le permitiría conocer la verdad y rechazar el engaño. La manosfera se vende como ese “proceso revelador” que pretende “despertar a los hombres de la pesadilla misándrica feminista”.
Youtubers y creadores de contenido
Entre las subculturas identificadas se encuentran los Gurús de la Seducción, que difunden un conjunto de prácticas basadas en la instrumentalización de las mujeres con el objetivo de lograr la conquista sexual. “Las prácticas suelen ser de corte predatorio y manipulador, cuyo objetivo es minar la confianza de las mujeres para hacerlas vulnerables y que caigan en lo que llaman su juego”, aclara el estudio, que aclara que este grupo ha perdido relevancia y se ha transformado con el paso de los años.
Otra de las comunidades de la manosfera son los llamados Hombres que Siguen su Propio Camino (Men Who Go Their Own Way, en inglés), que están convencidos de que el feminismo “supondrá el fin de la sociedad”, ven a las mujeres como “seres manipuladores” y buscan limitar sus relaciones con ellas. Los incels, por su parte, se autoidentifican como incapaces de mantener relaciones sexuales con mujeres, de lo que las culpan a ellas, a la que consideran “extremadamente superficiales y malas” que solo se fijan en hombres tradicionalmente atractivos e hipermasculinos.
A la manosfera pertenecen también los conocidos como Activistas por los Derechos de los Hombres, que tienen la convicción de que existe “una conspiración feminista que tiene como objetivo subyugar a los hombres”. Experiencias comunes que han vivido tienen que ver con la retirada de la custodia de sus hijos a favor de la mujer o estar inmersos en procesos de violencia de género en los que, según ellos, fueron las víctimas. Uno de sus argumentos habituales es que la gran mayoría de denuncias de mujeres son falsas.
De acuerdo con la investigación, dentro de este grupo hay dos corrientes, la de los padres que exigen custodias y la de los hombres que buscan “desmontar el feminismo” a través de sus discursos. Entre los ejemplos que ofrece, se encuentra la Asociación Silenciados, Papá Maravilla, el Movimiento por los Derechos del Hombre, una comunidad con casi 45.000 seguidores, o las cuentas de Twitter de GrisA (@grisasexual) y la cuenta de la Asociación Hombres Maltratados (@AsocMaltratados), que alcanza los 25.300 seguidores. También nombra perfiles personales de abogados o profesores con miles de adeptos.
Por último, se encuentra la categoría de youtubers antifeministas, que se basan en la creación de contenidos y “suelen apoyarse en humor sexista” o discuten de temas de actualidad. Según el estudio, tanto los incels como los Hombres que Siguen su Propio Camino son minoritarios en España, donde las principales vías de “polinización” de mensajes antifeministas están en los Youtubers (Roma Gallardo, UTBH, Jordi Wild, LYLQS, Rubén Gisbert, FO), los grupos de Whatsapp y algunos creadores de contenido como Jordi Wild y Wall Street Wolverine.
Ecos de la manosfera
El estudio ha identificado distintos rastros discursivos de la manosfera presentes en los grupos de discusión con los jóvenes. Entre ellos, la puesta en duda de la presunción de inocencia de los hombres, la idea de la existencia de los juicios mediáticos contra los agresores, el miedo a la persecución por el hecho de ser hombre, la prevalencia de las denuncias falsas o la existencia de “chiringuitos feministas”. Lo dominante entre los jóvenes con discursos antifeministas es que el mundo “ya es igualitario” y el feminismo actual “solo está intentando desequilibrar la balanza en favor de ellas”.
Sobre la violencia sexual, existe un “desconocimiento” de la prevalencia de la violencia sexual en España o una “comprensión problemática del consentimiento”, así como otros alineamientos con la manosfera, como que se está creando un sistema legal “que discrimina a los hombres”; la crítica al 'Movimiento Yo Sí Te Creo' y las consecuencias “de creer a las víctimas ciegamente” o críticas a la ley del solo sí es sí.
“La manosfera satisface un vacío emocional y cubre las necesidades de cuidados de muchos hombres, a la vez que tiene un inmenso potencial para la politización del antifeminismo”, concluye la investigación, que insiste en que los discursos antifeministas “permean en la sociedad en su conjunto” en gran medida gracias a estrategias de polinización múltiples, tales como la creación de videos, la emisión de directos, la publicación en redes sociales o la guerra de memes.
Ante ello, el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud reclama que las políticas públicas se hagan cargo en sus acciones de comunicación y formación a la hora de trabajar en prevención de la violencia sexual “de las emociones preponderantes” que están teniendo “muchos hombres”. “Poner el foco en las necesidades socio-afectivas de los hombres es imperante para poder intentar desarticular la misoginia y el antifeminismo en el que hombres jóvenes construyen su identidad debido a su sentimiento de víctimas”, concluye.