La Marea Verde de 2017 no se ha echado a la calle con la fuerza que lo hacía la de 2013 cuando protestó en conjunto por última vez. Hoy sigue existiendo la Lomce, que está implantada en todos los niveles, y “no se han revertido los recortes de los años más duros de la crisis”, ambos motivos suficientes para los convocantes de los paros de este jueves para continuar con las movilizaciones.
“Cinco años de años de Gobierno del PP nos han llevado al abismo, destrozando el sistema educativo”, decía el manifiesto que se ha leído en las proximidades del Ministerio de Educación tras una intensa pitada. La Plataforma Estatal por la Escuela Pública ha insistido en su mensaje final en que ahora, aunque “nos vendan un pacto político”, no pueden decaer las protestas. Alentaban así el ánimo de una Marea Verde que lleva muchos años peleándose por la escuela pública. “Si en octubre tumbamos las reválidas, vamso a seguir hasta tumbar la Lomce. Se ha abierto una grieta”, gritaba uno de los asistentes a través de un micrófono.
La manifestación, que ha salido de la plaza de Neptuno y ha caminado hasta unos pasos más allá del Ministerio de Educación en su tradicional recorrido, ha sido la última acción de una jornada de huelga tibia, poco publicitada y sucesora de una movilización histórica como la que se dio el miércoles en Madrid con motivo del Día Internacional de las Mujeres.
Las cifras: de “éxito” a “impacto mínimo”
Las cifras de seguimiento, como es habitual, bailan en función de quién las aporte: los convocantes aseguran que un 65% de los docentes y un 85 % de alumnos y alumnas la han secundado; mientras que el Ministerio de Educación ha valorado que el impacto ha sido “mínimo”. El ministro, en esta línea, ha repetido en la mañana del jueves que estos paros “no están justificados” cuando hay una ventana abierta a la negociación de un pacto educativo.
La Marea Verde considera que la forma de incorporar las reivindicaciones de la comunidad educativa no es suficiente y piden “un pacto social” y “foros en los que tener un verdadero espacio de diálogo”. Familias, profesores y estudiantes afirman estar “cansados” de que “no se escuche” y desconfían del equipo de Rajoy, “teniendo en cuenta los precedentes de la Lomce”, de la “voluntad del Gobierno para hacer cambios reales en sus políticas”. “Seguimos pensando que la única forma de que nos escuchen es la calle”, sostiene Marta, profesora de instituto y madre.
La protesta ha estado dividida en multitud de pequeños núcleos con reclamos muy concretos: un instituto que van a cerrar, un conservatorio estrangulado por la falta de presupuesto, la precariedad de los investigadores... Cada uno con sus pancartas pero con un punto de confluencia: “el daño que siguen haciendo los recortes”.
Algunos sindicatos como CSIF o ANPE, adheridos en otras ocasiones a las protestas, han decidido no sumarse esta vez y dar dar tiempo al desarrollo las negociaciones para cambiar la ley educativa que iniciadas hace un mes.
Pequeñas historias de lucha
Para los que sí se han colocado las camisetas verdes, los cambios “no pueden esperar más”. Lo dice Clara, que va de la mano con su hija de siete años. Es la primera vez que vienen. “Esta semana he hablado con su tutora. Me dijo que necesita apoyo educativo pero que con la cantidad de contenidos que mete la Lomce le es imposible dar atención individual a ningún alumno”, admite.“Si quiero apoyos tendré que buscarlos fuera del cole y pagarlos. ¿Así cómo no se van a quedar muchos estudiantes en la cuneta?”, añade.
María Jesús lleva, sin embargo, viniendo muchos años. Da clases en la universidad y asegura que “tiene el estómago revuelto con lo que están haciendo”. “Están expulsando del sistema a un montón de estudiantes. La universidad aún no ha tocado fondo. Yo sé que podré pagar a mis hijos una carrera, ¿pero y los demás?”, dice refiriéndose a las tasas de los grados y los máster. Los becarios universitarios aún no han cobrado una parte de las ayudas de este curso que termina en tres meses. La universidad pública ha perdido 127.000 matriculados desde el curso 2011-2012, según datos del Ministerio de Educación.
Por detrás de María Jesús se coloca un grupo muy numeroso que hace mucho ruido. El IES Benito Pérez Galdós ha salido a la calle casi en su totalidad. La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid les ha comunicado que este es el último curso que funciona. A partir de septiembre echa el cierre, quieran un 270 estudiantes o no. “Dicen que no hay demografía para que siga abierto pero no tenemos más opción. Si cierran, mi hija tendrá que ir a un instituto a seis kilómetros de casa porque en estos años han ido dejando inútiles todos los centros públicos de la zona”, se queja Olga, madre de una alumna de primero de la ESO.
Al borde del cierre está también el Conservatorio Profesional de Música de Móstoles (Madrid), cuyo presupuesto se ha reducido a un tercio desde 2009, según denuncian sus profesores y alumnos. “Ya no hay clases por la mañana. Quieren matarlo a base de estrangular el presupuesto año a año”, asegura uno de los docentes. Sus alumnos se han traido los instrumentos para denunciar el “abandono”. Las escuelas de música y danza de Madrid, cuya gestión privatizó la alcaldesa Ana Botella y se mantiene. Detrás de cada pancarta hay una historia. Y hay muchas pancartas.
Desigual por territorios y niveles
Por la mañana, miles de estudiantes (esta convocatoria era solo para ellos) han expresado también su rechazo a los recortes y la Lomce en la calle tras vaciar las aulas de instituto. Aunque en los campus muchos alumnos ni se habían enterado de la convocatoria, también había facultades enteras cerradas con piquetes en la puerta.
El seguimiento, como es habitual, ha sido desigual también según los territorios. En Catalunya el paro ha sido descafeinado y Sevilla, Oviedo, Valladolid, Valencia, Galicia, La Rioja o Burgos han sido algunas de las 50 ciudades y regiones que han parado y realizado manifestaciones o actos durante la mañana.