María Neira (OMS): “Con los subsidios a los combustibles fósiles cubriríamos el 75% del gasto sanitario mundial”

David Noriega

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María Neira (1962) nació y se crió en La Felguera, una pequeña parroquia del concejo minero de Langreo, cuando la contaminación no era una prioridad en la agenda y en las cuencas mineras se respiraba un aire gris. Ahora, desde su despacho en el cuartel general de la OMS en Ginebra y sumergida en los preparativos de la primera jornada dedicada a la salud de la Cumbre del Clima, que tiene lugar este domingo, esta experta en salud pública recuerda con elDiario.es sus orígenes: “Llevamos en los pulmones el resultado de ese mal llamado crecimiento económico, pero se puede crecer sin destruir los pulmones de nadie”. 

¿Qué propuestas lleva la OMS a la Cumbre del Clima?

Desde la OMS queremos que todo el mundo entienda la conexión tan estrecha que existe entre la salud humana y el cambio climático y que, si reducimos sus causas, los beneficios van a ser enormes. Con la reducción de la contaminación del aire, que mata todos los años a siete millones de personas, podemos salvar vidas de manera increíble. Las dietas saludables son una de las mejores y más eficaces maneras de reducir el cambio climático, porque la producción de alimentos contribuye en más de un 30% a las emisiones y todos los años tiramos un 25% de la producción, con lo que hay residuos que gestionar. Un transporte sostenible en las ciudades baja la contaminación, los accidentes y hace que la gente sea menos sedentaria.

Hablamos de millones de muertes evitadas y de aumento de calidad de vida, aparte del coste que tiene para el sistema sanitario. Eso sería la mitigación, pero el otro mensaje es que ya estamos sufriendo unos daños tremendos en el sector de la salud. Por tanto, hay que adaptarse y preparar nuestros sistemas sanitarios para responder a ese terrible desafío.

¿En qué medida la crisis climática está cambiando el escenario epidemiológico en el planeta?

Puede haber hasta un 35% más de posibilidad de aumentar la prevalencia de dengue y de otras enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria. Pero también de enfermedades causadas por la falta de agua, como el cólera. El mayor número de casos se produce en países más pobres, pero el impacto directo e indirecto nos toca a todos, aparte de que el sufrimiento de otras poblaciones también debería importarnos.

Al hablar de crisis climática pensamos generalmente en calor y contaminación. ¿Los países desarrollados se sienten inmunes a problemas como las hambrunas o el desabastecimiento de alimentos?

Nadie puede sentirse inmune, porque de manera directa o indirecta nos va a afectar a todos. Los países más ricos tendrán, sobre todo, contaminación del aire y olas de calor, además de desastres meteorológicos extremos cada vez más frecuentes e intensos, dejando más vidas por el camino. También nos va a impactar que en otros países se produzcan problemas de malnutrición que provoquen desplazamientos masivos, o que se generen conflictos por la escasez de agua. Y, a lo mejor, cuando decimos que va a haber más casos de malaria o de dengue en Europa nos sentimos un poco fuera, pero no es cierto. Evidentemente, no se va a ver afectada de la misma manera que Asia, pero ese cambio en los ecosistemas y la transmisión de vectores y de enfermedades en un mundo que ya hemos visto que es muy pequeño, hace que un virus emergente puede dar la vuelta muy rápido y en muy poco tiempo.

¿Cuáles son los mayores riesgos para España y cuáles deberían ser las prioridades?

La contaminación del aire y los fenómenos meteorológicos extremos. Hemos visto qué significan esas olas de calor y tanto las ciudades como las zonas rurales tienen que prepararse, sobre todo para la población vulnerable, que trabaja fuera y que no puede evitarlas. Habrá incluso que mejorar la legislación. Además España es un país muy sensible en cuanto al agua, con sequías y con zonas que van a sufrir mucho por esa entrada del mar y la salinización de los acuíferos. Además está muy cerca del continente africano, con lo que hay otras condiciones meteorológicas y epidemiológicas que nos hacen más vulnerables que a países europeos más al norte.

¿Están los sistemas sanitarios como el español preparados para atender enfermedades emergentes? ¿Habrá que reorganizar los recursos y reorientar la formación de los profesionales?

Aunque se tomasen medidas muy drásticas hoy, que desafortunadamente no va a ser el caso, tendríamos que adaptarnos a lo que ya está ocurriendo. Los sistemas sanitarios europeos pueden responder mucho mejor que los de Botsuana o Mali, pero hemos visto cómo hace dos años hubo tres días seguidos a 41 grados en Londres, con grandes problemas relacionados con esta ola de calor porque las ciudades no están preparadas.

Las ciudades tienen que hacer un mapa urbano para entender dónde están las poblaciones más vulnerables, que son las que más van a sufrir el cambio climático, aunque sean las que menos contribuyen

Los sistemas sanitarios tienen que estar preparados. Cada país tiene que hacer su propia evaluación de riesgo. Europa tendrá que crear incluso refugios climáticos en las megaciudades, porque habrá momentos en los que la gente pobre no podrá pagarse el aire acondicionado o no podrá haber trabajadores en el exterior. Habrá que adaptarse de forma rápida y precisa a lo que significa el cambio climático para todos.

Las consecuencias de la crisis climática van por barrios.

Exactamente. Lo vemos sobre todo con la contaminación del aire. Las zonas más vulnerables son siempre aquellas donde hay mucho tráfico y poca protección a las personas que viven en ellos, con menos recursos y que no pueden crearse un ámbito más protegido dentro de casa, en áreas donde no hay una zona verde, árboles o una forma de poder respirar y bajar la temperatura. Las ciudades tienen que hacer un mapa urbano para entender dónde están esas poblaciones más vulnerables, que son las que más van a sufrir el cambio climático. Aunque sean países ricos, siempre hay bolsas tremendas de población más vulnerable, que son las más impactadas por el cambio climático, siendo a lo mejor las que menos contribuyen a él.

¿Cómo se puede evitar que medidas encaminadas a reducir los efectos del cambio climático, como reducir el tráfico o crear parques en zonas más vulnerables, no repercutan en un aumento del precio de la vivienda que acabe expulsando a esas poblaciones?

Los médicos entendemos esto bien, porque cuando te damos un hipertensor sabemos que puede tener otros efectos, así que tenemos que vigilar una serie de constantes para que no haya un desequilibrio. Lo que nosotros llamamos Healthy Urban Planning, una planificación saludable de las zonas urbanas, requiere una visión muy holística: aquí vamos a reducir el tráfico, aquí tiene que haber más zonas verdes, los precios, el acceso a cierto tipo de servicios, etc. tiene que estar planeado de una forma en la que, efectivamente, no arreglemos un pedacito y creemos otro problema.

La circulación, el transporte urbano, es una de las medidas fundamentales. Tenemos que asegurar en nuestra ciudades, lo antes y lo mejor posible, la respuesta a las necesidades de transporte de nuestra población, con un transporte colectivo sostenible, asequible y que nos disuada de usar el coche privado.

¿Eso se está haciendo? ¿Hay algún ejemplo de éxito?

Hay iniciativas, sobre todo muy ad hoc, que son muy estimulantes, pero las ciudades escandinavas son siempre las campeonas en cuanto a modelos racionales, que incorporen a toda la ciudad. A pesar del frío, tienen la posibilidad de usar el transporte público, de disuadir del uso de coches y de tener una eficiencia energética. Eso requiere políticos con ganas. Yo invitaría, sobre todo a los alcaldes, a estudiar este tema, porque les daría una buena popularidad. Los ciudadanos apreciarían enormemente los beneficios.

La agenda de cambio climático se ha 'partidizado', se piensa que si luchas contra el cambio climático eres de un partido y si no, de otro. No sé cómo ocurrió pero es totalmente absurdo

Hay una cohesión social importante, una reducción de enfermedades transmitidas por una vida tan sedentaria, una respuesta importante en cuanto a las patologías que tienen que ver con la exposición a la contaminación del aire y hasta en la salud mental, por la interacción social. Cualquier alcalde con un mínimo de visión ganaría muchos votos.

Sin embargo, lo que estamos viendo es un aumento del apoyo a partidos negacionistas de la crisis climática. ¿Cómo influyen a la hora de tomar medidas a nivel internacional o incluso local?

Cualquiera puede tener sus ideas, si bien sería mejor que estuvieran fundamentadas en ciencia, pero el argumento 'salud' es muy fuerte y claramente inequívoco. Por ejemplo, cuando alguien intenta razonar de ese modo mi primera pregunta es: ¿cómo podría demostrar usted que es mejor tener aire contaminado que aire no contaminado? Independientemente del debate de cambio climático, ¿quién está a favor de que respiremos aire contaminado? No es un pensamiento, una filosofía, una religión ni una creencia, se mide todos los días y tiene un impacto demostradísimo en la salud. No hay más que ver el aumento de las admisiones en los hospitales por enfermedades respiratorias agudas cuando hay picos de polución. Si inviertes en transporte público, en eficiencia energética, en reducir la contaminación del aire, nunca te vas a arrepentir. ¿Quién puede tener argumentos a favor de que es mejor que el aire esté contaminado? Hay que confrontar a ese tipo de gente con sentido común, con argumentos irrefutables y, sobre todo, recordarles que ese tipo de intervenciones van a dar resultados positivos sí o sí.

Pero esos discursos están calando.

Es evidente que al principio toda la agenda de cambio climático se politizó. O más bien se partidizó, se pensó que si luchas contra el cambio climático eres de un partido y si no, de otro. No sé cómo ocurrió pero es totalmente absurdo, porque reducir los siete millones de muertos por contaminación del aire está por encima de cualquier partido, es un objetivo de salud pública y de beneficio social y económico importantísimo. Está demostrado que los países más ricos, como los escandinavos, tienen un desarrollo económico muy fuerte, son grandes ambientalistas y sus empresas están en el top, así que esos argumentos de que para desarrollarte económicamente tienes que contaminar más ya se demostró que no tiene sentido. Nosotros lo hemos visto en Asturias. Yo crecí en La Felguera, súper contaminado. Ahora llevamos en los pulmones el resultado de ese mal llamado crecimiento económico, pero se puede crecer económicamente sin destruir los pulmones de nadie.

Cuando a un ciudadano que tiene un salario bajo se le pide que consuma determinados alimentos, que son más caros, o se le pide que no entre con su coche viejo en el centro de la ciudad, puede pensar que esa agenda le penaliza.

Eso es una cuestión que tenemos siempre pendiente. Cuando hablamos de transición a energías limpias, lo hacemos de transición saludable y justa. No pueden pagar esa transición las personas que tienen menos recursos. Tiene que haber políticas de subvención, de disuasión, pero basadas en que haya un transporte público que responda a esas necesidades o que los edificios sean más eficientes desde el punto de vista energético. Para eso son el estado o la ciudad quienes tiene que proveer y, por supuesto, no cargarle la responsabilidad a los ciudadanos a los que más les cuesta.

Quienes dicen que hay que invertir mucho para mitigar el cambio climático no deberían olvidar que ya lo estamos haciendo, pero cubriendo las consecuencias en salud

Tampoco podemos crear un elitismo, porque esto no es una cuestión de gente que se puede permitir un coche eléctrico, ser vegetariano o viajar de determinada manera. Tiene que responder también a las necesidades de gente más modesta que deben desplazarse todos los días y consumir alimentos. Los procesados son mucho más baratos, así que hay que revisar también esa política nutricional y hacer que la producción local sea más asequibles y más barata, sin penalizar a la gente más humilde.

La contaminación también tiene un coste para el sistema sanitario. ¿Lo han contabilizado?

Es altísimo. Solo con los subsidios que se dan cada año a los combustibles fósiles, del orden de 7.000 millones, cubriríamos el 75% del gasto sanitario mundial. Además, en los estudios económicos para ver el impacto del cambio climático en general nunca se ha incluido en ese coste el que están pagando ya los servicios sanitarios, porque esa subvención a los combustibles fósiles representa más casos de enfermedades respiratorias crónicas, que hay que tratar durante mucho tiempo y que son un gasto enorme. No me gusta hablar de gasto, porque se trata de salud, pero ese gasto es absurdo. Quienes dicen que hay que invertir mucho para mitigar las causas del cambio climático no deberían olvidarse de que ya lo estamos haciendo, pero cubriendo las consecuencias en salud, en lugar de atacar las causas.

¿La resistencia a los antibióticos es una amenaza para la medicina moderna? ¿Qué va a pasar si nos quedamos sin antibióticos?

Es un escenario cercano, pero no deberíamos ni siquiera verlo como una opción. Tenemos que hacer una gestión más eficaz, una sensibilización de los ciudadanos para reducir el consumo de antibióticos, trabajar con salud animal y humana. Toda una serie de medidas, de nuevo muy holísticas, para que no lleguemos a ese escenario que es muy aterrador. No hay una pila de antibióticos esperando a ser desarrollados. No los hay. Ese riesgo de bacterias multirresistentes está ahí, lleva unos años y va empeorando.

En la pasada cumbre del clima se produjeron ciertas tensiones, ¿qué podemos esperar de esta edición?

Hay que seguir siendo optimistas y pelear. Como responsables de salud vamos a asegurarnos de que nadie pueda dejar la COP diciendo que no sabía que el cambio climático afecta a la salud. Después de eso, allá cada uno con su conciencia. Nosotros estamos avisando de que cuanto más se pospone la toma de decisiones, mayor es el impacto negativo sobre la salud. Entonces, señores políticos que están negociando en la COP, ustedes mismos. Yo les puedo decir cuántas vidas pueden salvar y cuántas están poniendo en peligro con esas decisiones.

¿Desde la OMS se sienten respaldados y escuchados?

Las organizaciones de Naciones Unidas no somos negociadores, somos observadores. Para nosotros, tener ese día de la salud es importantísimo porque nos da una voz mucho más fuerte, pero los negociadores son los países y cada país tiene su responsabilidad. Les hablaremos a todos para que asuman esa responsabilidad de forma muy seria y reduzcan esas emisiones lo antes posible porque nos va la salud en ello.

En el traspaso de carteras en el Ministerio de Sanidad, la nueva ministra, Mónica García, hizo referencia en varias ocasiones a la crisis climática, frente a la vicepresidenta para la Transición Ecológica. ¿Cómo es la colaboración con España?

Hablamos mucho con Teresa Ribera. Hemos hecho muchas cosas sobre cómo el argumento salud y transición ecológica es fundamental. En ese sentido, que haya una continuidad es fundamental y sé que la vicepresidenta tendrá un rol importante en la COP. Si además el sistema sanitario va a moverse en este sentido, nos parece fenomenal. Es fundamental que todos los Gobiernos avancen este sentido y si no los estimularemos a que lo hagan.