María Pérez: “Aprender a gestionar tus propios orgasmos refuerza mucho la autoestima, es muy liberador”
Derechos sexuales, especialmente de las mujeres. Educación sexual de niños, niñas y adolescentes. Lucha contra la reacción conservadora. Y reivindicación del placer. Esta sería la carta de presentación de la sexóloga valenciana María Pérez Conchilllo, presidenta del XXI Congreso Latinoamericano de Sexología y Educación Sexual que este jueves comienza en Valencia y que celebra el 25 aniversario de la Declaración de los Derechos Sexuales. María habla desde sus más de 30 años de experiencia clínica y después de ser parte fundamental de numerosos congresos internacionales. También desde su trabajo como autora de blogs de sexo como el que mantuvo durante dos años en soitu.es.
Veinticinco años después de la Declaración de los Derechos Sexuales, ¿qué ha cambiado, qué avances se han logrado?
Ha habido algunos logros, pero todavía nos queda muchísimo por hacer. Muchísimo. Es verdad que hay más sensibilidad hacia la diversidad, más sensibilidad también con temas de violencia de género. Pero una asignatura pendiente, en la que cada vez soy más activista, es el tema de los derechos de la infancia, quizá porque he trabajado mucho ese tema. Los derechos sexuales de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
¿Quiénes son los mayores enemigos de los derechos sexuales?
El mayor enemigo, como de muchas otras cosas, es la falta de voluntad política para realmente abordarlos. A veces me da la sensación, y lo siento, de que los políticos van a lo suyo, se enzarzan en en discusiones y peleas absurdas que no repercuten realmente en el bienestar social. Para mí, los derechos sexuales son bienestar social.
¿Y no cree que puede haber también una falta de conocimiento de esos políticos, una falta de formación?
Sí, una falta de formación y una falta de interés. Eso es verdad. Es decir, venimos de una tradición judeocristiana donde a la sexualidad siempre se la ha visto como algo peligroso. Además, parece mentira que no sean conscientes, sobre todo desde la izquierda, del uso político de la sexualidad, especialmente los derechos de las mujeres. Esas visiones negativas de la sexualidad son una manera de oprimir a las mujeres. Y, sin embargo, hay un tabú: a los políticos el tema de la sexualidad parece que les da reparo.
Entonces, por lo que dice, entiendo que uno de los grandes enemigos de estos derechos y desde luego muy centrados en la mujer, como decía, son las religiones.
Bueno, claro, por las religiones, pero insisto, por voluntad política porque las religiones en este momento entiendo que no tienen tanta fuerza social. Desde movimientos sociales y desde la política hay muchas cosas que se podrían hacer. Ahí los que están muy organizados son los grupos más integristas, igual que en el tema de género. Y parece que los demás estamos preocupados por otras cosas.
Si hacemos una reflexión sobre qué países tienen más bienestar social, vemos que son en los que las mujeres tienen más derechos. Y, sobre todo, un derecho que para mí es esencial, el derecho al placer sexual, el femenino especialmente
¿Y esa presión conservadora pone en peligro el avance de los derechos, incluso provoca un retroceso?
En esta vida, o avanzas o retrocedes. Eso es así. Y en el tema de derechos, sobre todo en derechos de infancia y de la mujer, sí, siento que estamos retrocediendo. Para mí hay una falta de compromiso de los sectores más progresistas porque yo entiendo que los sectores conservadores tengan esa reticencia al apoyo a los derechos sexuales. Lo que no entiendo es que los sectores progresistas no los promocionen más, cuando eso para mí es algo básico para el bienestar social. Si hacemos una reflexión sobre qué países tienen más bienestar social, vemos que son en los que las mujeres tienen más derechos. Y, sobre todo, un derecho que para mí es esencial: el derecho al placer sexual, el femenino especialmente.
¿El machismo ha negado ese derecho históricamente?
Absolutamente. Ha sido una manera de control. En este sentido, los integrísimos de los países islámicos, que están muy identificados, se unen a los del Vaticano. En Naciones Unidas, muchas veces el Vaticano como Estado se alía con los integrismos islámicos. Cuando se habla de derechos de la mujer, el Vaticano dice que es mejor hablar de la condición femenina. ¿Qué es eso de condición femenina? ¿Es que las mujeres no somos sujetos de derecho? Siempre he dicho que no quiero ser de una religión donde no pueda ser el líder, ni si quiera un líder pequeñito. No te digo Papa, ni siquiera cura u obispo.
Hay hoy un gran debate en torno a las personas trans, especialmente muy centrado en los niños y niñas; estos asuntos entran claramente dentro de los derechos de libertad sexual.
Absolutamente. La diversidad sexual entra dentro de los derechos.
¿Por qué cree que dentro del feminismo provoca tantos enfrentamientos?
No creo que haya tantas diferencias. Pienso que tiene que haber más diálogo. No soy una experta en el tema, pero el presidente del Comité Científico del Congreso sí que lo es y tenemos muchas charlas al respecto. Creo que es muy importante que los profesionales aporten sus conocimientos y su experiencia. Y hay que considerar que un aspecto es el social, es decir, lo que tú eres o no eres en el carnet de identidad. Y otro, las cuestiones que tienen que ver más con el apoyo profesional a estas personas.
El aborto estaba ya establecido como un derecho inalterable y en los últimos tiempos los movimientos reaccionarios lo están poniendo en duda, muy especialmente en Estados Unidos.
Esto es terrible. Que en el siglo XXI pasen estas cosas. Siempre he pensado que los derechos hay que trabajarlos día a día. Eso es así. Se lo digo a mis alumnos: mucho cuidado con los derechos que ya tenéis. Por mi edad, sé lo que cuesta ganarlos y también lo que cuesta mantenerlos. Lo que está pasando en Estados Unidos es terrible.
Estoy absolutamente en contra de la comercialización de las mujeres, de que sean un recipiente para tener hijos. La maternidad, lo que supone, biológicamente y emocionalmente gestar un bebé, un ser humano, no se puede poner en venta
Otra cuestión también muy polémica son los llamados vientres de alquiler. Ahí entiendo que que confrontan derechos con deseos.
Absolutamente. Yo también quiero muchas cosas y hay algunas que puedo tener y otras que no puedo tener. Estoy absolutamente en contra de la comercialización de las mujeres, de que las mujeres sean un recipiente para tener hijos. Creo que la maternidad, lo que supone biológicamente, psicológicamente, emocionalmente, gestar a un bebé, gestar a un ser humano, no se puede poner en venta. Otra cosa son algunas excepciones en las que se podría plantear por parentalidad o por cualquier otra circunstancia, pero como comercio estoy absolutamente en contra.
Lo ha citado al principio: la educación sexual es fundamental pero también se está poniendo en cuestión, sobre todo la de las niñas y niños. Muchos padres piensan que son dueños absolutos de sus hijos.
Es absurdo, otro síntoma del patriarcado. Cuando hablamos de maltrato a la infancia, no solo hablamos de abusos y violencia sexual, hablamos de la negligencia que supone no ofrecer educación sexual adecuada a niños, adolescentes y jóvenes. Eso es fundamental. Los niños no son propiedad de nadie. Los niños son ciudadanos con derechos. Y eso nos lo tenemos que creer. Todavía tenemos mucho por hacer. Pero insisto, toca a las fuerzas progresistas empujar estos temas, los conservadores no van a hacer nada.
Nuevas tecnologías, acceso a la pornografía, ese es un nuevo escenario que también hay que tener en cuenta.
Me interesa mucho el impacto de la era digital en la conducta psicológica y en la conducta sexual y amorosa. ¿Y qué pasa con ese impacto de las nuevas tecnologías en los niños? ¿Qué pasa con su educación sexual? ¿Qué pasa si tú no les ofreces educación para la salud sexual? Porque la curiosidad está ahí. Todos nosotros, cuando hemos tenido esa edad, hemos tenido curiosidad por el sexo, por el despertar sexual, por conocer. Si no ofrecemos una educación sexual adecuada a los niños y niñas, a los adolescentes, se acaban nutriendo en la pornografía, que es algo diferente al sexo explícito. Pero no tengo nada contra el sexo explícito. Incluso como modelo educativo en algunos casos.
Hablemos del placer, que está también presente en el Congreso. Parece que a los conservadores esto tampoco les gusta.
Nunca he entendido ese miedo al placer. Es algo increíble. En realidad lo entiendes porque es otra forma de control. Siempre se ha utilizado políticamente como una forma de control. Aprender a gestionar tus propios orgasmos refuerza mucho la autoestima, es muy liberador.
El que aprendan a gestionar sus propios orgasmos es fundamental, porque no tienen que depender de otros y cuando tienen relación con otra persona, la tienen porque buscan interacción sexual con esa persona y la eligen, no porque necesitan a alguien que les provoque un orgasmo. No hay que tener miedo al placer. La sexualidad es una dimensión de nuestra personalidad. Cuanto más cultivada la tengamos, cuanto más la tengamos presente en nuestra vida, mejor.
Tampoco es una obligación: habrá personas que tengan más interés y otras que tengan menos y que incluso elijan el celibato, lo que está bien siempre que sea elegido. Eso es fundamental, la sexualidad, el sexo siempre tiene que ser elegido y tiene que ser satisfactorio antes, durante y después. Negar el placer a la mujer o a los jóvenes es sumamente negativo, es faltar a sus derechos sexuales.
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