El mayor riesgo de infección de coronavirus en un hospital puede darse en zonas que no están directamente expuestas a los enfermos contagiados. Un estudio basado en la medición del aire dentro del hospital Son Espases (Mallorca) y publicado en la revista Environmental Research ha arrojado un sorprendente resultado: el ARN del virus está presente fuera de las habitaciones de los infectados y, además, la concentración es mayor en los pasillos que en el interior.
Tras este hallazgo, los investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) advierten de que urge mejorar la ventilación en estas zonas comunes de las alas COVID-19 de los hospitales y recuerdan que es importante que el personal vaya protegido también fuera de los cuartos para evitar la infección nosocomial en los sanitarios.
“El nivel de protección de los sanitarios dentro de las habitaciones suele ser superior al de los pasillos porque en ellos teóricamente no había nada, pero hemos visto que sí”, explica uno de los autores, Joan Grimalt, en conversación con elDiario.es.
El investigador admite que el equipo no esperaba los resultados que obtuvieron tras tomar muestras diarias en varias zonas entre noviembre de 2020 y enero de 2021. Midieron la concentración de ARN del virus SARS-CoV-2 a través de una filtración de aire en las habitaciones de pacientes COVID-19 y los pasillos adyacentes; el entorno de la UCI, los pasillos anexos a habitaciones sin pacientes con coronavirus y la terraza exterior. Después lo cuantificaron usando una técnica llamada PDR.
En el 100% de las muestras se encontró ARN del virus, según los resultados, pero la cantidad fue muy superior en los pasillos que en las habitaciones. 4.400 copias por metro cúbico frente a 2.600. Esto se debe a que las habitaciones tienen un sistema de ventilación individual mientras que los pasillos tienen una ventana solo cada cuatro cuartos.
En el caso de la terraza exterior y los pasillos de las habitaciones con enfermos no infectados se detectó SARS-CoV-2 en el 25% y 50% de las muestras, respectivamente, aunque en ínfima concentración. En los entornos de la UCI de pacientes COVID-19 la presencia del SARS-CoV-2 es también mucho menor por la intubación de los enfermos.
Encontrar ARN no significa que el virus sea infectivo
Grimalt aclara que “encontrar ARN del virus no implica necesariamente que uno se pueda infectar”. “Para medir si el virus está activo hay que hacer un cultivo y eso era matar una mosca a cañonazos porque implicaba llevarlo a un laboratorio especial. Solo hay tres o cuatro en España y consideramos que existen muchas otras urgencias antes de entretenerse en esto”, justifica.
El estudio incorporaba al trabajo de campo otros dos hospitales “pero finalmente se echaron atrás”, revela el equipo investigador. Pese a que esta es una de las debilidades de la investigación, el investigador subraya que Son Espases es un “hospital nuevo y moderno” que puede funcionar como representación de muchos otros. “Son Espases ha sido el más valiente porque ha cogido el toro por los cuernos, se ha planteado el objetivo y lo ha estudiado. En cambio otros no quisieron”, recalca.
Las primeras evidencias de que el SARS-CoV-2 se transmitía por aerosoles se dieron en el verano de 2020, cuatro meses después del estallido de la pandemia en España. Al principio, la Organización Mundial de la Salud identificó erróneamente que las vías principales de contagio eran las gotas gruesas y las superficies (a través de fómites). “Aquello era desinformación. Los aerosoles son pelotas más pequeñas de saliva, con lo que ya no se comportan como proyectil y caen al suelo, sino que son como el humo del tabaco. Los aerosoles infectan al respirarlos, por inhalación, sobre todo”, señalaba en esta entrevista José Luis Jiménez Palacios, uno de los investigadores más reconocidos del mundo en el campo de estudio de los aerosoles.