El Senado acogió este lunes uno de los encuentros de mayor nivel de la extrema derecha cristiana a nivel global. La Red Política de Valores (PNfV por sus siglas en inglés), una organización internacional de políticos que buscan imponer la agenda ultra, quiso organizar en Madrid su V Cumbre Transatlántica. Desde el atril del antiguo salón de plenos de la Cámara Alta –y gracias al aval del PP– casi medio centenar de ponentes fueron edificando a través de sus discursos su visión del mundo, al que consideran en crisis por el avance del feminismo, los derechos LGTBI o lo que llaman “la cultura de la muerte”, es decir, el aborto y la eutanasia. Y, no menos importante, sus palabras fueron también diseñando su proyecto “de futuro”.
Este movimiento ultra, aupado por victorias como la de Donald Trump o Javier Milei, conforma un auténtico entramado de organizaciones y políticos de diferentes países que comparten estrategias e ideas. Los que aterrizaron en Madrid son algunos de los más importantes representantes del universo reaccionario, que hizo confluir a considerados grandes referentes como el exministro del Interior con José María Aznar, Jaime Mayor Oreja, o el ultraderechista chileno José Antonio Kast con figuras de Vox, congresistas estadounidenses, miembros del Gobierno argentino y representantes de la Hungría de Orbán o la Italia de Meloni.
Del exministro del PP trascendieron sus palabras sobre “la verdad de la creación frente al relato de la evolución”, pero Mayor Oreja lleva años repitiendo sus ideas sobre “el desorden social” y la “pérdida de fundamentos cristianos” en los foros en los que participa. El exeurodiputado es presidente de honor de la PNfV, pero también impulsor de la Federación Europea One of Us, de la fundación Valores y Sociedad y de NEOS, una plataforma que define el aborto y la eutanasia como “puntas de lanza del proyecto de destrucción” de la “civilización”. La vicepresidenta es la exdirigente vasca del PP María San Gil, que aunque no fue ponente en el Senado, sí estaba entre las asistentes.
Otro destacado es José Antonio Kast, hasta ahora presidente de la PNfV, que quedará en manos de Stephen Bartulica, eurodiputado de los ultranacionalistas croatas Movimiento por la Patria. Kast, que en ocasiones ha reivindicado a Augusto Pinochet, anunció precisamente en la cumbre que deja el cargo para presentarse a las elecciones de 2025 en Chile.
Tres familias europeas y un objetivo común
Los panelistas europeos se reparten en tres familias: los Reformistas y Conservadores (ERC), el Partido Popular Europeo (PPE) y Patriotas por Europa. Al primero pertenecen el polaco Ley y Justicia (PiS) –que estuvo 15 años en el poder hasta el triunfo de Donald Tusk– o los Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni. De allí aterrizaron en Madrid el eurodiputado italiano Paolo Inselvini o la diputada nacional Ylenja Lucaselli, además de Nicolás Bay, de Identité-Libertés, el nuevo partido de Marion Maréchal, la sobrina de Marine Le Pen. También el rumano Serban-Dimitrie Sturdza, que aseguró que el matrimonio “pertenece exclusivamente a la heterosexualidad”.
De partidos englobados en el PPE llegó la diputada austriaca Gudrun Kugler, que dejó en la cumbre uno de los mensajes antiinmigración de la jornada al afinar que aceptarla “causa problemas”. De las formaciones que integran a los Patriotas europeos, los de Le Pen, destacan los húngaros de Fidesz, el partido del ultra húngaro Viktor Orban: Kinga Gal, vicepresidenta de la formación y Márton Ugrósdy, miembro del Gobierno. A ellos se suman voces de organizaciones húngaras de la misma órbita como Péter Törcsi, del Centro de Derechos Fundamentales, cuyo lema es “Dios, Patria, Familia” y cuenta desde marzo con sede en la capital.
También a los Patriotas pertenece Vox que, por supuesto, envió portavoces a la cumbre. Su secretario general Ignacio Garriga habló de la “guerra cultural” como una “obligación” frente a la “cultura de la muerte” y dio alas a la teoría del reemplazo al afirmar que hay quienes “prefieren las políticas de sustitución al fomento de la natalidad”. También la eurodiputada Margarita de la Pisa y el senador Fernando Carbonell fueron ponentes. Entre el público, la extrema derecha española tenía representación: estaba el exvicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, y varios concejales como Carla Toscano, de Madrid, o Liberto Senderos, de Barcelona.
En este conglomerado de colectivos también está el Centro Europeo para la Ley y la Justicia, que centra su actividad en litigio estratégico y en el lobby en el Parlamento Europeo para lograr que se rechacen iniciativas relativas a los derechos sexuales y reproductivos. Gregor Puppinck, una de las figuras más activas del movimiento anti matrimonio homosexual en Francia, es su director y también habló en el Senado. Junto a él destacaron Jerzy KwaÅniewski, de Ordo Iuris, que en Polonia tuvo un papel relevante en el impulso de iniciativas para prohibir el aborto, la educación sexual y crear las 'zonas libres de LGTBI', y Krzysztof Szczuck, exministro polaco.
VOX sirve como conducto para la influencia húngara en España
Para Neil Datta, director ejecutivo del Foro Parlamentario Europeo sobre Derechos Sexuales y Reproductivos (EPF), que monitorea la actividad de estos grupos desde hace años, esta confluencia de actores procedentes de diferentes familias ha sido “algo específico” de la cumbre de la Red Política de Valores. “No están de acuerdo en muchas cosas, como sus posiciones frente a la Rusia de Putin, por ejemplo, pero están explorando formas de colaborar para lograr políticas que socaven los derechos humanos en materia de sexualidad, reproducción y LGTBI”, afirma el experto, autor de un informe que cuantificó cómo se ha incrementado la financiación de estos actores en diez años.
No pasa desapercibido para Datta que, tras pasar por Budapest o Nueva York, la PNfV haya elegido Madrid como escenario de este encuentro y llama a “no subestimar la expansión de la diplomacia blanda húngara”: la red “está registrada en Budapest y recibe financiación del Gobierno húngaro”, lo que unido a cuestiones como la financiación de Vox del banco húngaro MBH o la elección de Santiago Abascal como presidente de los Patriotas “apuntan a que Vox sirve como conducto para la influencia húngara en España”.
España y Estados Unidos
Junto a los miembros de la formación de extrema derecha, la cumbre también contó con otras destacadas figuras españolas, entre ellas, el alto cargo del Gobierno de Cantabria y exsenador del PP Javier Puente, que defendió “la vida desde la concepción hasta la muerte natural” y forma parte del consejo asesor de la PNfV. También Carmen Fernández de la Cigoña, Directora del Instituto CEU para Estudios de la Familia y a su vez secretaria de “defensa de la vida” de NEOS, la plataforma de Mayor Oreja, de la que también es miembro María Calvo. Esta, a su vez, es vocal de Red Madre, una de las entidades más activas contra el aborto en España, y defendió un aplaudido discurso esencialista de la maternidad y la familia formada por un hombre y una mujer.
Esta, la de la familia tradicional, es una de las narrativas más presentes y cuya “defensa” se dedican buena parte de los ponentes que llegaron de Estados Unidos. Entre ellos estaban varios miembros en activo de la política pro Donald Trump y miembros de lobbies como la Heritage Foundation, uno de los laboratorios de ideas con más repercusión del ultraconservadurismo americano, de la que estuvieron en Madrid Jay Richards y Grace Melton. Compartieron con ellos encuentro dos figuras clave: Brian Brown, presidente de la Organización Internacional para la Familia, y Sharon Slater, presidenta de Family Watch.
El primero es un destacado activista contra el matrimonio igualitario y forma parte del patronato de CitizenGo, la plataforma internacional de la española HazteOír –de Ignacio Arsuaga–. Slater, por su parte, preside una organización que apoya “el matrimonio natural entre un hombre y una mujer”, asegura que “los programas escolares sexualizan a los niños” y llega a afirmar que las relaciones sexuales fuera del matrimonio “traen generalmente consecuencias negativas”. Slater se expresó en esta línea en el Senado y señaló tres enemigos de la sociedad actual: el aborto, la “agenda” LGTBI y la educación sexual.
Los enviados de Milei
De África destaca la diputada de Uganda, Lucy Akello, muy beligerante en sus posiciones homófobas. Y de América del Sur, además de José Antonio Kast, hay políticos como la senadora colombiana Karina Espinosa, que definió el aborto como “asesinato de inocentes”, el senador brasileño Eduardo Girão o los enviados por la Argentina de Milei: Nahuel Sotelo, secretario de Estado para el Culto y la Civilización de su Gobierno y Nicolás Mayoraz, diputado de La Libertad Avanza. Mayoraz llenó su discurso de referencias al triunfo de Milei, un resultado que “nos envalentona, nos da fuerzas, nos da energías”, reconoció.
Y “¿cuál es la receta?”, lanzó en forma de pregunta. Acto seguido puso un ejemplo: Milei “se enfrentó” a las universidades públicas, a las que acusó de “haber sido rehenes de la progresía y centros de adoctrinamiento ideológico durante los últimos 30 años”, afirmó en línea con el discurso general de estos sectores, que en España replica incluso la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, señalando incluso a colegios e institutos.
“Construir su propio universo”
Este cuestionamiento de casi todo –desde la ciencia a las instituciones internacionales como la ONU o la OMS, los gobiernos, los centros educativos o los medios de comunicación– es el punto de partida del corpus de ideas desplegado durante las casi 12 horas de intervenciones en la Cámara Alta. Y frente a ese Occidente “en crisis” por la “pérdida de fundamentos y valores”, quienes defienden esta narrativa intentan construir a través de sus discursos un mundo basado en “el orden natural cristiano” y en palabras como libertad, familia, Dios, vida o sentido común.
“Presentan una visión muy bien pensada y depurada de ideas ultraconservadoras y arcaicas. A veces sus narrativas pueden resultar aceptables a primera vista, pero detrás hay un discurso. Por ejemplo, con libertad lo que quieren decir es que quieren tener derecho, entre otras cosas, a no aceptar políticas contra la discriminación hacia las personas LGTBI o aquellas que garantizan el derecho de las mujeres a la anticoncepción o el aborto”, resume Datta.
Para el director del EPF es significativo cómo estas retóricas plantean una alternativa a esa supuesta sociedad “amenazada” que no es más que “construir su propio universo” frente a “la evidencia científica y los marcos legales basados en derechos humanos”, esgrime en referencia también al creacionismo de Mayor Oreja. “Las universidades y escuelas están obligadas a implantar la evidencia, por ejemplo en relación con la educación sexual o la anticoncepción, pero este enfoque no se ajusta a sus posiciones de inspiración religiosa”. Ahí, prosigue Datta, está la trampa: “Por eso se les acusa de adoctrinamiento y su única opción es retirarse de la realidad y promover sus puntos de vista sin desafíos exteriores: ni la ciencia ni la medicina ni personas con opiniones diferentes ni la confrontación con las consecuencias de sus ideas que no son otras que un deterioro de la salud y el socavamiento de los derechos humanos”.