Los médicos de medicina de familia y comunitaria están huyendo de los centros de salud. Es una de las principales conclusiones de un estudio realizado en diferentes oleadas desde 2007 por dos investigadoras de la Universidad de Las Palmas, por encargo del Ministerio de Sanidad, que analiza la situación de las especialidades y proyecta cómo evolucionarán las plantillas en el futuro. El último, presentado este mes, incluye previsiones hasta 2035.
El diagnóstico del presente es preocupante. Hay “señales de alarma nítidas” de que los médicos de familia emprenden una “huida” hacia las urgencias o la red privada para “evitar integrarse en los centros de salud”, según la investigación. Los datos generales sostienen esta realidad: por un lado, el número de facultativos del Sistema Nacional de Salud cayó un 1,7% de 2018 a 2021, lo que incluye los catastróficos años de la pandemia, mientras el empleo médico creció un 7% en el sector privado; por otro, la plantilla de médicos y médicas de atención primaria se redujo un 2,1% cuando en la Especializada se dio una tendencia contraria: un incremento del 6%.
“Sin duda, la medicina de familia es el problema más gordo de la sanidad y si no se hace algo va a ir a más”, explica Patricia Barber Pérez, una de las autoras del estudio, especializada en el campo de la economía y a salud. “Las comunidades dicen que no encuentran médicos de familia, pero si les ofreces un contrato que no quiere nadie, que recorra una agenda de tres pueblos y con un sueldo tirando a flojo, pues se van a la privada y hacen urgencias”, señala la profesora de la Universidad de Las Palmas en conversación con elDiario.es.
El desagüe de profesionales se palpa en el día a día de los centros de salud, donde trabajan uno de cada tres médicos en España: 42.114 en total. “En los últimos meses especialmente hemos visto a compañeros que se están yendo. No se pone en valor lo que hacemos, no parece prestigioso pese a que hemos atendido al 80% de los pacientes con coronavirus; y la sobrecarga de trabajo hace que cada vez sea más frustrante ejercer”, manifiesta Concha Herranz, responsable de atención primaria de UGT en Madrid. La doctora describe un “círculo vicioso” en el que se ven atrapados los profesionales: “No llegamos a lo que tenemos que ofrecer, las derivaciones aumentan, los errores también y la sensación de desconfianza de los pacientes”.
Preguntamos a alumnos y alumnas del último curso de Medicina y el 60% decía que su especialidad favorita era medicina de familia. Después analizamos a los que estaban en su primer año de residencia y los datos cambiaron radicalmente: es la última elección
No solo se marchan a urgencias o a centros privados, sino que recirculan dentro del sistema, confirma el estudio. Es decir, vuelven a hacer el MIR por otra rama. Y los que aún no han escogido especialidad, tampoco optan por la medicina de familia. El orden de elección en el MIR lo pone en evidencia. Los últimos 79 médicos y médicas en escoger plaza este año tuvieron que elegir esta opción porque era la única con plazas vacantes. Es la menos demandada por los recién llegados a la profesión.
“Es muy curioso. En un estudio hace unos años preguntamos a los alumnos y alumnas del último año de Medicina y el 60% decía que su especialidad favorita era medicina de familia. Un año después, analizamos a los que estaban en su primer año de residencia y los datos cambiaron radicalmente, es la última elección”, cuenta Barber, que tras investigar sobre esta tendencia concluye que a la hora de escoger especialidad del MIR puede influir cuánto rendimiento se pueda sacar de ese campo luego en el sector privado.
La doctora Pilar Rodríguez Ledo, vicepresidenta de la Sociedad Española de Médicos de Familia (SEMG), defiende que es “lícito” que un trabajador “quiera las mejores condiciones laborales posibles y la seguridad de que al menos va a trabajar durante un tiempo en un lugar”. Y eso no lo ofrecen muchas veces los centros de salud. “La falta de especialistas en Atención Primaria es tan grande que cuando firmas un contrato puede ser por días o en diferentes lugares, como correturnos o apagafuegos”, sostiene.
¿Atrasar las jubilaciones?
Las investigadores urgen a poner en marcha incentivos para cortar la huida. Tanto de nuevos médicos como de facultativos en ejercicio, y también para aquellos que están a punto de jubilarse. El estudio, de hecho, plantea que incentivar el retraso en las jubilaciones, siempre de manera voluntaria, podría “contribuir a amortiguar” el déficit de médicos de familia a corto plazo. Pero en los centros de salud la realidad es otra. “Hemos notado mayor impulso de las personas que están deseando jubilarse, quemados y agotados. Es un derecho”, dice Herranz. Y los sindicatos quieren iniciar negociaciones para impulsar la jubilación anticipada del personal sanitario y sociosanitario “atendiendo a la penosidad de la actividad que desarrollan”.
Por la bajada de la natalidad harán falta menos pediatras y más especialistas de enfermedades asociadas al envejecimiento y a pacientes pluripatológicos. La medicina de familia y la medicina interna serán piezas más esenciales del sistema sanitario
¿Qué podría retener a los profesionales? Todas las médicas consultadas coinciden: además de lo económico –sobre eso no hay duda–, más flexibilidad en los turnos y posibilidades de investigar y formarse. “También la forma de hablar de nosotros. No curamos enfermedades que queden bonitas en los titulares, pero ahorramos dolencias. Si una médica de familia te diagnosticó una hipertensión y una enfermera la controla, evitamos un infarto pero eso no queda glamuroso. Hacemos cosas pequeñas para que la gente viva mejor”, reivindica Herranz.
Si este es el panorama presente, el futuro no es mucho mejor. El informe presenta la medicina de familia como la especialidad con “peor pronóstico” en cuanto a falta de médicos, la segunda con las plantillas más mayores (un 33% tiene más de 60 años), y aquella que va a necesitar de más recursos humanos por el envejecimiento de la población.
La proyección del INE dice que la población habrá aumentado solo un 2% de 2021 a 2035 hasta apenas superar los 48 millones de personas. “Harán falta menos pediatras y más especialistas que traten enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento y a pacientes pluripatológicos complejos. La medicina de familia y la medicina interna serán piezas más esenciales, si cabe, del sistema sanitario”, concluyen las investigadoras.
Puede que se mantengan los centros de salud abiertos con médicas y enfermeras dentro pero otra cosa es que podamos hacer atención primaria. Salvamos como podemos los días, llevando a los pacientes a medias, derivándolos y olvidándolos, sin seguimientos...
Los datos dejan algún pequeño respiro. Para 2026 se espera una ligera mejora en la falta de profesionales por la incorporación de las oleadas MIR de 2019, cuando empezaron a crecer las plazas tras la crisis económica de 2008. Aunque las investigadoras advierten de que el aumento de la oferta choca con la capacidad de los centros acreditados de formación de acoger a los MIR, donde puedan tener un seguimiento y un tutor. “Las comunidades solicitan médicos pero a la vez no tienen lugares acreditados para formarlos, eso llama la atención cuando miras la evolución”, apunta Barbé. Las previsiones también indican un rejuvenecimiento paulatino de la plantilla una vez se jubile una parte gruesa: los mayores de 60 pasarán en 14 años de más del 30% a menos del 10%.
Las sociedades médicas y los sindicatos llevan años clamando en el desierto, advirtiendo de que si no se actúa ya los centros de salud morirán. El Foro de Atención Primaria, formado por ocho grandes sociedades, confederaciones y organizaciones médicas de este nivel asistencial, lanzaron la semana pasada la última llamada de socorro.
“La situación es tan obvia que no puede ser que no se vea. Requiere soluciones políticas y no siempre es fácil cuando se busca algo cortoplacista. Ante decisiones de mucho calado, prefieren mirar hacia otro lado para ver si le cae a otro el desastre total”, advierte Rodríguez Ledo, que urge a pasar “dejar de analizar y pasar a la acción”. “Puede que se mantengan los centros de salud abiertos con médicas y enfermeras dentro pero otra cosa es que podamos hacer atención primaria. Salvamos como podemos los días, llevando a los pacientes a medias, derivándolos y olvidándolos, sin seguimientos proactivos... esto es lo que hay”, lamenta Herranz, de UGT.
“Hemos presentado este estudio precisamente para poder tomar algunas decisiones a corto, medio y largo plazo para adecuar la oferta a las necesidades presentes y futuras de nuestro país”, dijo la ministra de Sanidad, Carolina Darias, cuando presentó el estudio a los consejeros autonómicos hace dos semanas en el Consejo Interterritorial. Sin embargo, el compromiso para reforzar la atención primaria aún está solo sobre el papel y sin presupuesto asignado, se quejan desde UGT.
Unidas Podemos junto a otros grupos parlamentarios como Más País, ERC, BNG o Teruel Existe, han enviado una carta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para alcanzar un “pacto urgente para reforzar la atención primaria”. En la misiva, los socios del Gobierno le recuerdan a Sánchez que el dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Económica y Social incluía la necesidad de reforzar con carácter urgente este nivel asistencial. Los grupos piden que se garanticen las citas médicas en los centros de salud con un plazo máximo de 48 horas con un aumento de recursos económicos y humanos que alcance el 25% del presupuesto en Sanidad.
¿Y el resto de especialidades?
En las demás ramas también se impone el déficit. El punto máximo, la mayor falta de profesionales, según las previsiones, se dará en el año 2027. Serán 9.000 menos de los que se necesitan. “A partir de entonces se reduce la brecha debido al comportamiento ascendente de la oferta”, dice la investigación. Los chicos y chicas que han empezado ahora el MIR, con el incremento de plazas, se incorporarían entonces.
Entre las evoluciones curiosas está la Pediatría, cuyo pronóstico ha cambiado respecto a informes anteriores. Si las previsiones eran de déficit, la reducción de la natalidad las ha equilibrado. Es decir, la falta de niños parece que será la solución. La población de cero a 14 años va a caer casi un 20% de 2021 a 2035.
Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC), Medicina del Trabajo, Inmunología, Otros (incluidos médicos de urgencias y emergencias), Psiquiatría, Análisis Clínicos y Bioquímica y Microbiología son las especialidades que, según las proyecciones, presentarán un déficit superior al 10% hacia 2028. Anestesiología y Reanimación y Radiodiagnóstico tendrían un déficit entre el 5% y el 10%. Cirugía Oral y Maxilofacial, Geriatría, Oftalmología, Oncología Radioterápica, Pediatría y Áreas Específicas, Medicina Física y Rehabilitación, Medicina Preventiva y Salud Pública y Farmacología Clínica estarán en equilibrio, con brechas entre la oferta y la demanda/necesidad entre -5% y 5%. Y el resto de las especialidades no muestran cifras de estrés de necesidad de médicos especialistas, con tendencias de superávits leves o moderados en 2028.
El estudio plantea también que es necesario abrir un debate sobre los numerus clausus para ingresar en los estudios universitarios de medicina que hacen que muchos estudiantes “con vocación y muy buenos expedientes” se queden fuera, explica Barber, una de las autoras de la investigación. Este año 64.164 jóvenes solicitaron estudiar medicina y solo había plazas para 5.763.