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Los médicos se preguntan por qué está aumentando el cáncer en las personas jóvenes

Raquel Campoy, diagnosticada de cáncer de mama metastásico en 2020.

Sofía Pérez Mendoza

3 de enero de 2025 21:55 h

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Raquel Campoy supo que tenía cáncer un día después de dar a luz a su segunda hija. Se notaba el pecho duro y, tras ecografiar y biopsiar, la ginecóloga le anunció durante el mismo ingreso por el parto que era algo malo que había que empezar a tratar “cuanto antes”. Ese “algo malo” era un cáncer de mama metastásico. Tenía 39 años y en casa le esperaba otro niño de 18 meses.

Su caso, diagnosticado en 2020, responde a un nuevo perfil de pacientes que no solían frecuentar tan habitualmente las consultas de oncología. Quienes tratan la enfermedad tienen la percepción de que cada vez ven a más personas menores de 50 años. Y no es solo una sensación. Los estudios que se han publicado hasta el momento sobre el asunto lo confirman con evidencia científica. Una investigación recogida por BMJ Oncology hace un año situaba el aumento de la incidencia de cáncer de inicio precoz en un 79,1% entre 1990 y 2019, con un crecimiento en el número de fallecimientos por este motivo del 27,7% en el mismo periodo.

El último ha aparecido hace unas semanas en The Lancet Oncology y concluye que la incidencia de cáncer de colon (el más frecuente) ha aumentado en los pacientes jóvenes en muchos países occidentales. Nueva Zelanda o Reino Unido registran, junto a Chile y Puerto Rico, los ascensos más pronunciados de un grupo de 50 países. En 27 de ellos se constatan subidas, según el análisis de los datos procedentes de la Organización Mundial de la Salud. Los autores advierten, en un intento de apuntar a las causas, que el “alcance mundial de esta alarmante tendencia exige herramientas innovadoras para prevenir y controlar los cánceres relacionados con atributos nutricionales, la inactividad física y el exceso de peso corporal, que podrían ser más difíciles de abordar que la epidemia de tabaquismo”.

Según este estudio, España se salva de momento de la tendencia que mantiene en vilo a la comunidad médica aunque diferentes oncólogos consultados por este medio asumen que es cuestión de tiempo que el número de casos termine escalando. Y de hecho ya lo están viendo en algunos hospitales. “Los datos son de 2017 y la percepción tanto mía como de otros compañeros es que ya está subiendo en España. La casuística al menos en los dos centros madrileños donde he trabajado es un pico de incidencia, sobre todo en los dos últimos años”, afirma Raquel Fuentes, oncóloga médica en la Fundación Jiménez Díaz especializada en cáncer colorrectal y familiar.

Además, existen registros provinciales muy precisos en España, como el de Granada, que confirman que el número de casos en todos los tipos de cáncer ha crecido un 0,8% en varones y un 2,5% en mujeres entre 1985 y 2018. Los aumentos mayores se encontraron en cáncer de pulmón (5,1%) y de tiroides (3,7%) en el caso de las mujeres. En hombres, los diagnósticos de tiroides crecieron un 10,2% y de cáncer de testículos un 7,8%, según los datos que se compartieron en el último congreso de la Sociedad Española de Epidemiología, donde hubo una ponencia específica sobre la epidemiología del cáncer en la población joven.

El rompecabezas de las causas

“Estamos con la mosca detrás de la oreja porque el cáncer es una enfermedad cuya probabilidad aumenta a medida que sube la edad, se asocia con el envejecimiento”, explica María José Sánchez, profesora de la Escuela Andaluza de Salud Pública y directora del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada. Ahora, remarca Sánchez, es prioritario “investigar las causas (etiología), no solo registrar los casos”. “Recoger información sobre gente sana relacionada con estilos de vida y poder seguirlos a lo largo del tiempo para ver quién desarrolla la enfermedad y a qué edades”. La Red Española de Registro del Cáncer está trabajando para confirmar estas tendencias y, dice Sánchez, habrá resultados en 2025 con los datos disponibles. En España no existe un monitoreo en todos los territorios. Menos del 30% de la población española está cubierta con los registros que existen en diferentes comunidades y provincias.

“Tenemos cada vez más pacientes menores de 50, de 40 e incluso de 30. Lo hemos visto especialmente en los últimos cinco años”, constata Ángela Lamarca, miembro de la Sociedad Europea de Oncología y parte del mismo equipo que Fuentes en la Fundación Jiménez Díaz. La oncóloga advierte que lo que “más preocupa” es que hay más diagnósticos en “estados de enfermedad avanzada”. La comunidad científica se pregunta si son más agresivos o se detectan más tarde porque nadie asume como primera hipótesis que un síntoma determinado esté asociado a un diagnóstico de cáncer en la treintena.

Tampoco tenemos tanta idea. Sabemos que estamos transicionando hacia un estilo de vida con bajo ejercicio físico y dietas más calóricas, más obesidad... Esa podría ser una hipótesis, pero todavía son más bien especulaciones

Josep Maria Borràs, director del Plan Catalán de Oncología

¿Más agresivos?

Algunos estudios, asegura Fuentes, ya ahondan en que estos tumores jóvenes “responden peor a tratamiento y tienen peor supervivencia”. En cáncer de colon, prosigue, se han observado algunas diferencias moleculares en función de la edad. Pero no en todos.

“Por ejemplo, en páncreas no hemos visto demasiadas diferencias a nivel genético. Y si no son tan distintos siempre, ¿por qué este aumento? Es un poco difícil saber si son más agresivos o si esa mayor agresividad está asociada a un diagnóstico más tardío, no es tan sencilla la relación”, agrega Lamarca. Uno de los problemas, coinciden varias de las médicas consultadas, es que los facultativos no piensan en una enfermedad como el cáncer en personas tan jóvenes. Y que los propios jóvenes no dan importancia a sus síntomas –si los hay– por el mismo motivo: es una patología que no toca con esa edad. “Se suma que a veces las señales están más larvadas, son menos visibles”, sostiene Fuentes.

“Tampoco tenemos tanta idea de por qué está pasando. Sabemos que estamos transicionando hacia un estilo de vida con bajo ejercicio físico y dietas más calóricas, más obesidad... Esa podría ser una hipótesis, pero todavía son más bien especulaciones”, admite Josep Maria Borràs, coordinador científico de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud y director del Plan Catalán de Oncología.

Se sabe que hay factores que pueden favorecer que una célula enloquezca y mute hasta formar un tumor como fumar o la obesidad, pero no siempre los casos responden a estos motivos. “Pensamos que parte de la clave puede estar, al menos en el cáncer digestivo, en la microbiota, que son el conjunto de bacterias que se forman a nivel intestinal a lo largo de la vida y que pueden favorecer o desfavorecer que se formen tumores. Hay floras más prooncogénicas y otras menos”, plantea Fuentes. En el caso del cáncer de colon, el porcentaje de casos en jóvenes que responden a antecedentes familiares, es decir, que se pueden explicar por un factor genético es mayor (entre el 15 y el 20%) que en diagnósticos de personas de más edad (entre el 5 y el 10%). Otra hipótesis complementaria (los expertos sí parecen tener claro que el fenómeno es multifactorial) es que se detecta más porque hay más capacidad diagnóstica, apunta Borràs.

“La gente se cree que te toca con 70 años y no”

El cáncer en las personas más jóvenes, además, “tiene unas implicaciones que no se dan en pacientes más mayores”. Lamarca cita algunas: afectan a personas productivas, en un momento de crecimiento personal y profesional, y en algunos casos con hijos pequeños. “Esto requiere una nueva especialización, no tanto de oncología sino del grupo multidisciplinar que trata a la persona. Ahora hay que cubrir aspectos que antes no se trataban tanto, como la fragilidad económica en que se quedan estos pacientes”, desarrolla la oncóloga.

Virginia Gil tenía 39 años cuando le diagnosticaron un tumor raro en el cérvix. La citología de un año antes había salido “perfecta”, pero empezó a tener hemorragias en la Navidad de 2019. Las citas que tenía en marzo se cancelaron por el confinamiento y dos meses después, cuando por fin pudo acudir al ginecólogo, vino la sorpresa: un estadio 2B, un tumor grande. “Al principio me preguntaba cómo podía ser, cómo era posible, si me iba a morir. Esa la primera asociación que haces”, cuenta al otro lado del teléfono Gil, que tras un primer tratamiento efectivo tuvo una metástasis en el perineo.

Desde entonces ha participado en diferentes ensayos experimentales en la unidad de terapias avanzadas del hospital Clínico San Carlos–financiada por la Fundación CRIS contra el cáncer– que mantienen controlada la enfermedad. “Me pongo un tratamiento intravenoso cada 21 días que no me machaca tanto como la quimioterapia pero mi calidad de vida respecto a antes es una sombra. Voy camino de cinco años con fármacos ininterrumpidos y parezco una señora mayor a nivel de energía”, describe. Trabajaba en un supermercado pero desde hace tiempo tiene la incapacidad.

Alberto Ocaña es el director de la unidad que trata a Gil, donde se ofrecen opciones terapéuticas a los pacientes que les han fallado los tratamientos más convencionales. “Aquí vemos cada vez más pacientes jóvenes con tumores agresivos”, confirma, y apunta a otra posible causa entre un millón. “Los patrones de comportamiento reproductivo están cambiando. Antes las mujeres tenían hijos, lo que constituye una prevención para el cáncer de mama”.

“La gente se cree que esto te va a tocar con 70 años y no. Vemos continuamente casos de cáncer de mama en chicas de poca edad. Morimos 18 mujeres en España cada día solo por este tipo de cáncer”, dimensiona Raquel Campoy. En los grupos de pacientes metastásicas ha conocido a mujeres muy jóvenes que se quedan con “una pensión ridícula” porque apenas han tenido tiempo de trabajar y ya tienen una incapacidad absoluta. “Personalmente –comparte Campoy– intento trabajar en el estar aquí y ahora. Hay momentos de pruebas que pegas un bajón pero trato de pensar en lo positivo que tengo: que me encuentro bien y en los últimos tres meses ha salido bien la revisión y no debo estar preocupada. Si me anticipo no viviría, mentalmente me habría muerto”.

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