“Acabamos de recibir la identificación genética de dos personas y seguimos atendiendo a los familiares que a través de la página web y del correo electrónico nos siguen pidiendo ayuda”. Emilio Silva se empeña en que la actividad de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica no se detenga, a pesar del confinamiento y de que todo parece engullido por la emergencia del coronavirus. “Esta crisis ha sacado de la agenda política muchísimas cosas y entre ellas está la Memoria, precisamente cuando se suponía que había una secretaría de Estado que iba a empezar a trabajar”, lamenta el portavoz de la ARMH.
¿Esperar al final de la pandemia? Silva tiene clara la urgencia que la misma enfermedad ha desatado. La COVID-19 ha matado estas semanas a muchas personas que sostenían el impulso contra el olvido y la impunidad del franquismo. Como Rafael Gómez, último superviviente de 'La Nueve', la compañía de españoles que liberó París de los nazis. Tenía 99 años y residía en Estrasburgo. Fue uno de los 145 republicanos que marcharon en la capital francesa tras liberarla de las tropas alemanas. Murió con coronavirus, y tantos otros, como José María 'Chato' Galante, miembro de la asociación de ex-presos políticos La Comuna, Presxs del franquismo.
“No tenemos ninguna excusa, así como debemos luchar contra la pandemia que acelera las muertes, debemos luchar con más fuerzas aún por esa justicia que para algunos llegará demasiado tarde”, defiende Ana Messuti, una de las abogadas de la denominada Querella Argentina. “Todo en un mismo tiempo, todo aquí y ahora”.
La muerte como “principal enemiga”
La muerte aparece como “principal enemiga”. “Y en estos momentos tan horribles en los que se mueren compañeros que han luchado toda su vida por mantener viva la memoria que busca la justicia, confirmamos que no podemos detenernos”, afirma Messuti.
“Con gran dolor nos hemos quedado sin muchas personas queridas que han sido fuerza capital en nuestra lucha”, dice Sol Luque, representante de víctimas de desaparición forzada de menores de edad. “Es inevitable que la desesperanza aparezca cuando pensamos en cómo seguir sin los que se han ido”.
Para Silva estas pérdidas son a la vez un impulso para continuar su labor con más energía, si cabe. “Hay una generación que pronto dejará absolutamente de estar entre nosotros que es la que merece ayuda, el máximo reconocimiento y ha sido desamparada por el Estado durante 40 años de democracia”, denuncia. “No se puede esperar más”.
Porque Memoria es la facultad de retener y recordar el pasado. Hacer futuro mirando atrás, de algún modo. Curando heridas. Rescatando verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Un mandato que sobrevive también en tiempos de pandemia.
Una emergencia que agita la memoria
La represión poliédrica del fascismo español está presente en los desaparecidos forzados y las fosas comunes. Pero también en los ‘bebés robados’. En la represión a las mujeres o a los colectivos LGTBI. En los presos políticos. En cada torturado por Billy el Niño.
España, como un país de la desmemoria, sigue sin resolver las graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas por el franquismo. Crímenes contra la humanidad, según Naciones Unidas o Amnistía Internacional y que, por tanto, no prescriben. Y que siguen, la mayoría, penando en las cunetas del olvido.
¿Qué ocurre entonces con la Memoria Histórica en estos tiempos azotados por una pandemia? “La pregunta me hace recordar ciertos reproches que suelen hacernos a quienes nos ocupamos de asuntos de la Memoria por descuidar el presente”, plantea Ana Messuti, abogada de víctimas en el único proceso abierto en el mundo para juzgar los crímenes del franquismo, desde el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Número 1 de Buenos Aires (Argentina).
“Y todas las respuestas que solemos dar defienden la necesidad de mantener viva la memoria para mejorar ese presente que nos acusan de ignorar”, precisa. “No hay pandemia que detenga la memoria” ni la lucha de las víctimas del franquismo, subraya. Siquiera en tiempos que convierten todo en “un presente que se nos cae encima como una nube inmensa”.
“En momentos como este, de urgencia sanitaria, podemos llegar a pensar que todos los demás temas pueden quedar en paréntesis, incluso olvidados”, abunda la presidenta de 'Todos los niños robados son también mis niños', Sol Luque. “Eso sí, hay que tener conciencia de que la Memoria nunca debe anclarse en el pasado precisamente porque tiene una estrecha relación con el presente”, sentencia.
“Todo se detiene” con el coronavirus. Pero “valga también la pandemia para revivir los casos de aquellos muertos que no pudieron despedirse de nadie, ni dar un último abrazo, no porque estuviesen en cuidados intensivos sino porque los mataban al pie de la fosa donde sus cuerpos caerían”, señala Messuti.
La “paciencia” de las víctimas
“Las víctimas del franquismo llevan muchas décadas demostrando paciencia y el mensaje es que cuando esto pase, seguimos luchando y reivindicando nuestros derechos y exigiéndolos al Estado, que lleva muchos años inoperante en ese sentido”, acentúa el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. “Estamos en espera de poder recuperar la normalidad en la que podamos volver a llevar a cabo exhumaciones y buscar a personas desaparecidas”, afirma.
“Cuando se suponía que había una secretaría de Estado que iba a empezar a trabajar, en estos momentos está desdibujada por esta nueva realidad”, señala. “En cualquier caso la intervención que haga el Gobierno en materia de búsqueda de desaparecidos tiene que ser con la máxima urgencia”, continúa Silva: “Esta crisis ha afectado a gente muy mayor y conocemos algunos familiares de desaparecidos que han muerto con ella”.
“Las fosas están tal cual, salvo algunas; los desaparecidos siguen desaparecidos, los hechos siguen sin ser juzgados y las víctimas, que ni siquiera se pueden llamar así mientras los crímenes no sean declarados crímenes, no han sido escuchadas”, enumera la abogada de la Querella Argentina.
Recuperar la memoria “y restablecer los derechos de las víctimas de la dictadura” es “un deber de cualquier Estado democrático”, afirma Luque. “El problema es que el nuestro va con décadas de retraso”. “¿Por qué toda la gente está implicada en la crisis sanitaria? –cuestiona– ”Porque nos afecta a todos“. ”También debe haber empatía cuando la masacre fue con otros“, defiende.
Y pasada la pandemia, cuestiona, “¿Se tendrá conciencia de que estas víctimas no solo lo fueron del coronavirus, sino de los criminales recortes y privatizaciones en Sanidad? ¿Cuántas personas se hubieran salvado de disponer de más medios? Nos haremos estas preguntas, ya nos las estamos haciendo. Y eso también será Memoria”.