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Miedo, insultos, lágrimas: siete dibujos reales de hijos de mujeres que sufren violencia machista

Caras tristes, lágrimas, hombres grandes y fieros, con garras o dientes, insultos, miedo. De la violencia de género que viven miles de mujeres en España a manos de sus parejas o exparejas no solo son víctimas ellas. Sus hijos e hijas también sufren directamente las consecuencias y así puede comprobarse en la exposición organizada por la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres que estos días visita Madrid. Varias decenas de dibujos de niños y niñas que en ese momento vivían el maltrato en sus hogares forman parte de la muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 16 de septiembre en la Junta de Distrito Norte-Universidad de Móstoles.

“Reflejan muy claramente cuál está siendo su proceso y su situación. Tenemos cientos de dibujos y queríamos visibilizar el daño que la violencia de género provoca en la infancia. Nos ha costado mucho dar a entender que también son víctimas”, explica Rosa Monteserín, coordinadora de la exposición. Las creaciones forman parte de las terapias que la organización lleva desde 2003 realizando con menores expuestos a la violencia, que desde 2015 son considerados legalmente víctimas directas al mismo nivel que sus madres en virtud de la Ley de Protección de la Infancia y la Adolescencia.

En algunas ocasiones, sus madres aparecen sin boca o sin piernas o son muy pequeñas, sus padres parecen monstruos o animales salvajes y ellos mismos se dibujan o muy grandes, como un intento de proteger a sus madres, o muy indefensos. La exposición cuenta con creaciones hechas desde 2003 a 2012 y ahora la mayoría de sus autores son adultos. “Hemos intentando contactar con ellos. Algunos han respondido y están contentos con que lo que les ayudó, sirva a otros niños. Otros prefieren olvidar”, dice Monteserín.

Herramientas de terapia

La psicóloga infantil de la Comisión, Irina Nuñez de Arenas Box, señala que el dibujo y el juego son dos de las herramientas utilizadas durante las sesiones para que “de una manera lúdica” los niños “plasmen sus emociones y sus frustraciones y, casi sin darse cuenta, elaboren el trauma y lo sanen”. No obstante, advierte de que no hay una única interpretación de las pinturas, puesto que depende del contexto y la situación de cada menor, pero sí muestran miedos, fantasías, bloqueos, dinámicas, inhibiciones...

La exposición está formada por unos 40 dibujos surgidos de diferentes formas: unos han sido elaborados por los niños y niñas en las terapias y responden a cómo ven elementos como la familia, el miedo, las emociones, los derechos de la infancia o la violencia. Otros fueron realizados de forma espontánea en la sala de espera mientras aguardaban a ser atendidos o a que sus madres finalizaran su sesión. La Comisión para la Investigación de los Malos Tratos ha anonimizado los dibujos e incluye junto a ellos la edad del menor y una descripción de su situación.

Son muchos los niños y niñas que diariamente sufren o presencian de forma continua menosprecios, golpes o humillaciones. Desde 2013, año en que las estadísticas oficiales comenzaron a contabilizar esta realidad, un total de 30 han sido asesinados y 258 se quedaron huérfanos por causa de la violencia de género. Según datos del Consejo General del Poder Judicial y en base a distintos estudios realizados durante años, en torno al 75% de las mujeres asesinadas tenían hijos, muchas veces utilizados como arma arrojadiza por el maltratador.

Sin embargo, no hace tanto que esta violencia ha comenzado a visibilizarse. En una sentencia reciente, el Tribunal Supremo abordó esta cuestión para fijar que el agravante que la ley contempla para agresiones que se produzcan “en presencia” de los hijos no requiere que estén delante. Y concluye así porque, argumenta, aunque no vean la violencia, resultan directamente afectados: “Supone una experiencia traumática, produciéndose la destrucción de las bases de su seguridad, al quedar a merced de sentimientos de inseguridad, miedo o permanente preocupación”.

Coincide con el fallo Box, que ha visto entrar a las terapias que dirige a decenas de niños y niñas profundamente afectados por lo que viven en casa. “Tienen problemas muy graves y no están entendiendo lo que les pasa. Su autoestima y sus habilidades sociales están muy tocadas. Desconfían de las personas porque una de las figuras que más debería quererles y protegerles, les falla constantemente”, señala. La psicóloga explica que la falta de autorregulación emocional es otro de los rasgos habituales, junto la posibilidad de reproducción de los roles de género que están viendo.

La exposición, que antes ha pasado por Salobreña (Granada) y Sevilla y ha sido posible gracias a un convenio de colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), seguirá en ruta hasta, al menos, la primavera de 2020.