Las Tablas de Daimiel, el parque nacional más castigado de España y probablemente de Europa Occidental, ha comenzado a recibir un hilo de vida. Un hilillo, una mínima trasfusión. El miércoles empezó a recibir agua del Tajo a través de la tubería de la llanura manchega, una infraestructura construida hace más de una década durante un episodio de sequía que trasvasa agua del Tajo a la cuenca del Guadiana, pero que nunca había entrado en servicio hasta el parque.
En la fotografía parece un vertido de petróleo o similar. Una mancha azul oscuro casi negro llega a un suelo marrón amarillento. Pero es agua. Comenzó a correr el pasado miércoles por la tarde con las primeras pruebas de carga. La tubería de la llanura manchega estuvo durante más de 24 horas soltando agua al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real). Las imágenes corrieron como la pólvora entre los más veteranos del lugar porque tiene algo de hito.
A la espera de la inauguración oficial, el agua del Tajo ha llegado por primera vez a Daimiel a través de esa obra —antes lo hizo alguna vez a través del cauce seco del Cigüela lo que hacía que la inmensa mayoría se filtrase al subsuelo antes de alcanzar el parque nacional—. Este trasvase es algo controvertido y no salvará el parque, pero es una página más en una historia terrible que comenzó hace casi 70 años.
Las Tablas comenzaron a morir en julio de 1956, cuando el régimen de Franco aprobó la ley “sobre saneamiento y colonización de los terrenos pantanosos que se extienden inmediatos a las márgenes de los ríos Guadiana, Cigüela, Záncara y afluentes de estos dos últimos en las provincias de Ciudad Real, Toledo y Cuenca”. Los humedales eran vistos como una fuente de paludismo y el objetivo era erradicarlos. La Mancha húmeda, un enorme humedal en la cabecera del Guadiana, encaraba su fin.
Mientras roturaban los terrenos, una incipiente presión ecologista llevó a declarar Parque Nacional Las Tablas de Daimiel en 1973. Pero darle la máxima protección no podía servir si alrededor proliferaban los regadíos. Décadas de sobreexplotación del acuífero 23, la enorme bolsa de agua del subsuelo que al desbordar forma Las Tablas, bajaron el nivel del agua y las Tablas se secaron periódicamente en los 80 y 90. Primero desaparecieron los Ojos del Guadiana y las Tablas ya solo se encharcaban en periodos húmedos.
El fuego subterráneo y la tubería
En el otoño de 2009, tras varios años de sequía, la turba del subsuelo del parque comenzó a arder. Es un proceso de autocombustión que se había dado en la zona en épocas secas pero que llevaba décadas sin darse en el parque. Con una investigación de la Comisión Europea encima, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero encontró una solución de emergencia. Se trababa de acelerar la construcción de la tubería de la llanura manchega.
Es una obra que permite usar agua del Trasvase Tajo-Segura. Era una vieja reivindicación de Castilla-La Mancha y fue aprobada en 1995, justo en un periodo de sequía comparable al actual y en el que otro gobierno socialista lidió con embalses vacíos.
En otoño de 2009, como ocurrió en ese 1995, la lluvia apareció de golpe. De forma que, cuando en enero de 2010 se mandó el primer trasvase a las Tablas, estaba diluviando. Como la tubería no estaba terminada pese a las obras de emergencia, el agua hizo el último tramo a través del río Cigüela. Ese río, uno de los que daba origen a Las Tablas, está normalmente seco y el cauce fue roturado a conciencia para desecarlo por lo que enviar agua por allí es como hacerlo sobre una red de pesca: la inmensa mayoría se infiltra.
Días después de comenzar el trasvase, la abundante lluvia lo hizo innecesario. El entonces secretario de Estado de Medio Ambiente, Josep Puxeu, respondió gráfico a la prensa cuando meses después, y con las Tablas encharcadas, le hicieron ver que ya no habría hecho falta el trasvase: “Como dicen en mi pueblo, cuando levantas la cola es fácil decir si es macho o hembra”.
El agua llega directa al parque
Ahora, en la sequía de 2022, con las rogativas a los santos acechando para otoño, el Ministerio de Transición Ecológica y la Junta de Castilla-La Mancha han rescatado la tubería de la llanura manchega. El acuerdo es enviar tres hectómetros cúbicos ahora como prueba y otros tantos en otoño. No es mucho. Pero en las pruebas del miércoles, el agua llegó directamente al parque y fue saludada por los que durante tantos años han peleado en ese humedal que periódicamente se convierte en un desierto polvoriento.
Generaciones enteras de técnicos de Parques Nacionales y de otros organismos públicos han luchado por salvar el paraje para cuando alguien con mando decida poner freno al regadío.
Uno de ellos es Miguel Mejías, jefe de área de hidrogeología del Centro Nacional IGME CSIC, que es de los que ha empujado para obtener este envío: “La situación es crítica. El parque debe de tener unas 50 hectáreas inundadas [de las 1.850 que tiene], el acuífero sigue bajando del orden de un metro por año”.
Mejías lleva años estudiando la evolución del acuífero y es de los que tiene las fechas en la cabeza. Siempre fue optimista sobre la recuperación de las Tablas. Él fue quien dio el primer aviso cuando en 2010 los Ojos del Guadiana se encharcaron por primera vez en décadas. Fue un espejismo y nunca llegó el agua a fluir. “En 2013 acabó el periodo húmedo que empezó en 2009 y hasta 2018 hubo aportes en el acuífero. Desde 2018 no ha vuelto a haber”, resume.
“La situación es crítica. El parque debe de tener unas 50 hectáreas inundadas [de las 1.850 que tiene], el acuífero sigue bajando del orden de un metro por año”
El trasvase no salvará el parque pero sí puede dejar algunas hectáreas encharcadas y evitar que la turba vuelva a arder. En una entrevista con Efe, el director general de Medio Natural y Biodiversidad de la Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha, Félix Romero, anunció que esperan llegar al invierno con 400 hectáreas encharcadas.
El trasvase comenzó a funcionar el miércoles en pruebas y los técnicos de la empresa pública Tragsa lo cerraron el jueves a las cinco de la tarde. La previsión es que el 16 de agosto se abra de nuevo ya oficialmente y el 18 el agua empiece a llegar al parque. La decisión ha tenido su polémica detrás.
La Declaración de Impacto Ambiental de la obra, de 1995, no prevé el uso ambiental del trasvase. Además, supone un trasvase entre distintas cuencas hidrográficas pero en este caso no hay polémica política por ser dentro de la misma comunidad autónoma.
Amparo para el expolio
Rafael Gosálvez, representante de las organizaciones ecologistas regionales en el patronato de las Tablas, es crítico con la decisión: “En teoría, la tubería no puede verter a las Tablas, porque es agua de boca. Somos totalmente contrarios a un trasvase de agua de otra cuenca. El día que eso se consolide es cuando los agricultores del Guadiana dejarán de ver el problema y ya solo pedirán agua de fuera. El único trasvase que vamos a defender es el del regadío manchego a las Tablas de Daimiel. Eso significa dejar de regar. Y cuanto más lo vayamos dejando, va a ser peor. Si te opones al trasvase del Tajo al Segura te tienes que oponer al del Guadiana”.
Gosálvez, de Ecologistas en Acción en Ciudad Real, defiende el uso de pozos de emergencia para evitar que arda la turba, pero es una decisión polémica con los agricultores, y más a las puertas de unas elecciones autonómicas, por lo que este año no se ha aprobado. Como en 2009, todos cruzan los dedos para que un otoño extraordinariamente húmedo haga innecesario el trasvase.