Estudiar es un poco más caro en cada etapa educativa. El gasto medio en material escolar es de 100 euros por alumno en el primer ciclo de Infantil, 318 euros en Primaria, 398 euros en la Secundaria obligatoria (ESO) y 474 euros en Bachillerato, según el estudio de EsadeEcPol Radiografía del gasto de las familias en material escolar y las becas que ayudan a compensarlo. Los libros y el material informático son los principales responsables de este aumento paulatino, dice el informe. Educación obligatoria... ¿gratuita?
Pero esas medias esconden grandes diferencias en varios niveles. Si se mira a nivel territorial, la Comunidad de Madrid es la más cara y Andalucía la más barata (396 euros de media frente a 255). Si se observa por ingresos de los hogares, el gasto para los más pobres es, en términos relativos, más del doble que para los más ricos; atendiendo a la red de escolarización, el gasto medio de un alumno de un centro público es de 282 euros frente a los 434 de uno que vaya a uno concertado o privado.
Los gastos que exige el sistema se tratan de contrarrestar desde lo público con becas y ayudas a la adquisición de material escolar, pero según Lucía Cobreros y Ángel Martínez, autores del informe, no acaba de funcionar porque no redistribuye como se esperaría. “El sistema no cubre los gastos básicos de los hogares más vulnerables en las etapas de educación obligatoria y Bachillerato. (...) Solo cuatro de cada diez hogares con menor poder adquisitivo reciben alguna beca”, escriben como ejemplo. Menos de la mitad de las familias más vulnerables tiene una ayuda para material escolar.
¿A qué se debe? Cobreros aventura una explicación, aunque lamenta –como sucede en general con todas las becas y ayudas varias públicas– la falta de información pública centralizada que facilite los análisis. “Probablemente sea insuficiente” que solo el 40% de las familias más pobres reciban ayudas, valora de inicio. “Con los datos existentes, no se pueden conocer los motivos y mecanismos [que provocan esto]. Pero el primer problema es de financiación insuficiente: lo que se gasta en becas parece menos que en otros países vecinos.
El sistema no es tan progresivo como los autores piensan que debería ser. Las familias con ingresos medios se ahorran unos 40 euros con las ayudas, a las de ingresos medio-bajo les suponen 25 euros menos, pero las más pobres no ahorran nada
En segundo lugar, estas familias no tienen acceso a la información, no saben que las ayudas existen. Los investigadores dicen que no hay pruebas específicas de este fenómeno para la ayudas escolares pero que se produce algo muy similar con otras prestaciones como el Ingreso Mínimo Vital. Si además se solapan muchas para el mismo nivel (beca comedor, transporte, beca ministerio), el problema es mayor. Es una cuestión de información asimétrica, las familias con más recursos sí lo saben [que pueden pedir las ayudas]“, argumenta. El capital cultural condiciona la capacidad de acceso.
Un sistema no tan progresivo
El efecto de unas y otras razones es que el sistema no es tan progresivo como los autores piensan que debería ser. Más datos parecen indicarlo: según el informe, las familias con ingresos medios se ahorran unos 40 euros de media con las ayudas, mientras que a las de ingresos medio-bajo les suponen unos 25 euros menos, pero las más pobres de todas no ahorran dinero.
O lo que es lo mismo: las familias que más lo necesitan no están accediendo a las ayudas ni se ven especialmente beneficiadas por ellas cuando sí reciben fondos. Cobreros de nuevo aventura una posible causa: “Resulta comprensible una vez se considera que existen numerosos sistemas de préstamos y financiación de libros, que no son formalmente becas, y que muchas veces se articulan dentro del propio centro educativo, a los que probablemente acudan las familias con menos recursos si no logran una beca, además de otros canales informales como compañeros o familiares”. Lo que quiere decir es que no ahorran con las becas porque lo hacen por otros métodos, dado que la realidad es que gastan menos.
El gasto desgranado
El informe realiza un exhaustivo repaso por el gasto educativo de las familias, que aborda desde diferentes ópticas y deja algunas conclusiones que parecen intuitivas. Por ejemplo, el citado aumento del gasto por etapa o que las familias de la privada invierten más en Educación que las de la pública, igual que lo hacen las más pudientes frente a las menos y que, siguiendo la misma lógica, el porcentaje de familias humildes que no gasta nada casi duplica al de las más acomodadas.
También explica el texto que el principal gasto escolar se da en uniformes o que para el 20% de las familias con menos ingresos el gasto relativo en Educación roza el 3% de su presupuesto total anual, cifra que más que duplica el 1% que gastan los hogares más acomodados.
"La universalidad con los libros de texto parece inminente", augura una de las autoras del informe. "La mayoría de las Comunidades Autónomas están haciendo esfuerzos hacia la gratuidad siguiendo el modelo andaluz"
En general, concluyen los autores, “el hecho de que el alumno reciba beca tiene un efecto significativo en la reducción del gasto en libros de texto. Concretamente, tener beca aumenta la probabilidad de no gastar en libros en un 27%”. También rebaja su factura, aunque el ahorro (24,4 euros menos de media por alumno) parece escaso. Pero tiene una explicación, según Cobreros: “Cuando se calcula el gasto en libros hay muchos ceros, mucha gente que no gasta en libros”, explica. Y eso influye en la media. Sobre todo si entre esos que no gastan están, por ejemplo, los andaluces, que tienen un sistema de préstamo de coste cero y son la mayor población escolar de España.
Por último, las buenas noticias. “La universalidad con los libros de texto parece inminente”, augura Cobreros. “La mayoría de las Comunidades Autónomas están haciendo esfuerzos hacia la gratuidad siguiendo el modelo andaluz”. Este sistema consiste en el préstamo de libros con un banco público en toda la etapa obligatoria excepto 1º y 2º de Primaria, que al ser material fungible o es entregado por los centros o se financia con cheques para las familias. “Además, es un modelo bastante sostenible”, añade, porque los mismos libros se reutilizan durante periodos de 4-6 años.
Entre las peticiones que realizan los autores está una mejoría en el sistema de información pública para conocer cuántas familias reciben becas y poder articular políticas con información.