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España se entrega a la explotación de animales en megagranjas para producir alimentos

Cerdos en una granja de engorde.

Raúl Rejón

Los animales que sirven de alimento en España, se crían cada vez más en un modelo industrial, al estilo estadounidense, que favorece las explotaciones de gran tamaño y producción intensiva.

La proliferación de proyectos de megagranjas de cerdos o vacas ha levantado sospechas en las comarcas donde se planean ya sea Castilla-La Mancha, Castilla y León o Aragón. Se enumeran motivos de protección de un modelo productivo de cercanía y escala más reducida y argumentos medioambientales como el de la gestión de grandes cantidades de residuos ganaderos: hasta el 65% de los vertidos a aguas provienen de deshechos de granjas, según el Sistema Español de Información sobre el Agua. Grupos ecologistas y animalistas añaden que esta manera producir es la que luego se asocia a instalaciones donde se descubre maltrato animal.

Aunque no existen unos baremos oficiales que expliquen a partir de que punto se considera técnicamente una megagranja, la concentración y crecimiento de explotaciones es una pauta reflejada por los datos de control del Ministerio de Agricultura en el sector porcino, el vacuno o el de las aves.

España es una potencia en el sector del cerdo. Segundo país de la Unión Europea con 47 millones de cabezas sacrificadas. La gran mayoría de explotaciones utilizan el modelo intensivo que implica el alojamiento en instalaciones donde se confina y alimenta al animal. Suponen el 84% de las 86.641 granjas censadas en España por el Ministerio de Agricultura. Además, a pesar de que ha caído en número total de explotaciones, ha crecido el de las de mayor capacidad de producción (mayor número de cerdos en sus instalaciones). España ha perdido 12.900 granjas porcinas desde 2007. Pero ha ganado 504 en el grupo de gran producción, un 32% más.

En Guadalajara han tratado de frenar un par de proyectos de estas características.  Sendas explotaciones intensivas de 1.500 y 6.000 cerdos en Riofrío del Llano y Brihuega. Otra granja por encima de las 2.000 cabezas se avecina en Cuenca. La Junta explica que “son una oportunidad para que la gente se incorpore a la actividad agraria”.

Una de las organizaciones más beligerantes sobre el sistema de producción alimentario, Igualdad Animal, subraya que, aunque la ley prohíbe infligir lesiones, sí permite que ciertas prácticas [realizadas en granjas intensivas] se realicen sin anestesia como la reducción de los dientes o el acortamiento del rabo. La normativa exige un tamaño mínimo para albergar ejemplares, según el tamaño del animal “pero la privación de movimiento les crea frustración”, insisten. IA no defiende ningún tipo de producción.

La asociación profesional Interporc sostiene que “a día de hoy, todas las granjas de porcino en España cumplen con la normativa comunitaria aprobada en 2001 que determina las normas mínimas para la protección de cerdos para contribuir a la mejora y mantenimiento de la competitividad de las exportaciones ganaderas”. 

Pocas 'gallinas felices'

Aunque en grandes superficies comerciales puedan encontrarse con más facilidad huevos que provienen de gallinas no enjauladas (códigos 0,1,2), la realidad es que del censo total de gallinas ponedoras en España -que llega a 43 millones-, solo el 7,1% están en “cría alternativa”. Y de estas, las camperas o ecológicas son todavía menos: un 4,6%. El resto viven en jaulas. En Europa, la media de cría alternativa está situada en el 44%. Alemania se dispara al 90% de sus gallinas. Holanda el 80%,  Reino Unido el 60%, Italia el 34% y Francia el 30%. España es el cuarto producto de huevos de la UE con 828.000 toneladas, superada por, precisamente, Francia, Alemania e Italia. La demanda de huevos de gallinas felices en España ronda el 13%, según el Ministerio.

La normativa sobre granjas avícolas fue revisada a nivel europeo en 2012.  Los empresarios calcularon que las nuevas reglas de bienestar animal, que les daba más espacio a los animales, encarecían hasta un 7% sus costes de producción.

Con todo, la Comisión Europea acaba de publicar un informe sobre el impacto de la aplicación de las normas de bienestar animal en la industria y ha concluido que “los costes generales para cumplir con los estándares se mantienen muy bajos comparado con otros costes de producción  que afectan a la competitividad”.

Los productores españoles de ASEPRHU, que pidieron un IVA reducido para su producto con la idea de amortiguar la inversión para llegar a esos estándares, recogían en una guía que “es prioritario contribuir a la implantación de la normativa sobre bienestar de las ponedoras” este modelo “se basa en promover la sostenibilidad de la producción, la protección del medio ambiente, del bienestar y la sanidad animal”.

En Soria, en el municipio de Noviercas, se proyecta la mayor lechería de Europa. 20.000 vacas para producir 180 millones de litros al año. Es una dimensión descomunal pero ilustra hacia donde está virando el sector: enormes granjas lecheras.

La media de una explotación en EEUU es de 180 vacas lecheras. En España, sin llegar a estas cifras, la media no ha parado de crecer. En 2006 se contaban 26 reses por unidad y en 2015 ya eran cuarenta (el último dato publicado por el Ministerio). Las explotaciones más densas están en la Comunidad Valenciana con una media de 222 vacas por granja.

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