España se ha convertido esta semana en el tercer país de Europa donde se ha contraído el dengue de manera interna: dos casos confirmados por el Ministerio de Sanidad relacionados con estancias veraniegas en Cádiz y Murcia. Poco a poco se cumple la predicción de los analistas de que el cambio climático favorece la expansión de los insectos que contagian este tipo de enfermedades: los mosquitos invasores del cambio climático: los Aedes tigre, zancudo o japonés.
El probable vector detrás de ambos casos de dengue autóctono es el mosquito tigre (Aedes albopictus). Esta especie es la principal preocupación del Centro Europeo de Control de Enfermedades porque ha demostrado una gran capacidad expansión. Se considera el segundo vector más importante para el zika, el chikungunya, el dengue o la fiebre amarilla. Desde que se detectara por primera vez en España en 2004 (Catalunya) se ha establecido por todo el litoral mediterráneo, pero también en Madrid y el País Vasco. En septiembre pasado se detectó por primera vez en Extremadura.
“Los mosquitos son muy sensibles a los factores climáticos. De la temperatura dependen tanto la densidad del vector como la capacidad vectorial”, describía el diagnóstico de impactos y vulnerabilidad sobre especies exóticas invasoras de la Oficina Española de Cambio Climático (2009). Este estudio del Grupo Especialista en Invasiones Biológicas sentenciaba que “no quedan espacios para dudar de que los efectos del cambio climático interactúan con las Especies Exóticas Invasoras (...) haciendo prever un incremento de los fenómenos de invasión”.
El último informe de los expertos de la ONU (IPCC) acerca de los efectos del calentamiento global, publicado el 8 de octubre, aseguraba que “cualquier incremento de la temperatura global afecta a la salud”. También advertía de que los “riesgos para algunas enfermedades transmitidas por vectores como el dengue o la fiebre amarilla aumentan si el calentamiento pasa de 1,5 a 2 ºC”. Se incluía la posibilidad de cambios en el alcance geográfico de estas infecciones.
La realidad ha ido confirmando el diagnóstico inexorablemente. No solo se expande el albopictus. A principios de año se aisló al aegypti (el transmisor más potente de estos virus) en Fuerteventura (las autoridades han asegurado que se consiguió erradicar meses después) y una tercera especie, el japonicus –originario de Asia– fue detectado en Asturias en agosto pasado.
¿Por qué arraigan y se expanden estas especies, en principio asociadas a entornos más tropicales? Medio Ambiente describe que “las temperaturas más cálidas pueden incrementar las poblaciones de mosquitos, su actividad y abundancia”. Además, las nuevas circunstancias climáticas les ofrecen más hábitat: las sequías en zonas húmedas ralentizan los cursos de agua, lo que deriva en nuevos criaderos. La deforestación y transformación de suelos en agrícolas proporcionan ecosistemas propicios y reduce la biodiversidad, es decir, elimina depredadores de esos insectos.
Para que los mosquitos representen un factor relevante en la transmisión de enfermedades debe haber una colonización suficiente como para que puedan transmitir el virus de un humano a otro una vez importado desde países donde se originen. De ahí que el mayor riesgo para España esté en el tigre, ya muy establecido.
Se trata de “un riesgo actual y ya constatable por su fuerte grado de implantación en este territorio. Pese a que la globalización y el transporte de mercancías están detrás del desplazamiento intercontinental de la especie, el cambio climático es un factor muy relevante en su establecimiento local definitivo en las áreas de nueva llegada”, explica el estudio Cambio climático en España y su influencia en las enfermedades de transmisión vectorial.
El ECDC también indica que se deben extremar las precauciones porque la especie aegypti (el zancudo) puede saltar de algunos focos donde se ha establecido como la isla portuguesa de Madeira al continente y “no hay ninguna razón climática o ambiental para que no pueda sobrevivir en el sur de Europa”. De hecho, estuvo presente en España hasta mediados del siglo XX. Esto haría incrementar el riesgo de transmisión de los virus del dengue, el chikungunya, el zika y la fiebre amarilla, concluye el ECDC.
¿Cómo influye en la propagación?
Una temperatura más templada afecta a la capacidad de contagio. “Un mínimo aumento en el límite inferior [14-18ºC] podría dar lugar a la transmisión de enfermedades”, explica la Oficina de Cambio Climático. El exceso de calor acorta la vida de los vectores, pero, en torno a los 30-32ºC, la cosa se multiplica porque hace falta menos tiempo para que el virus se incube en el mosquito (es más fácil que lo inocule) e, incluso, puede modificar el ciclo vital y suprimir la hibernación en la estación fría lo que amplía el tiempo que está activo (y el riego de transmisión).
El último en llegar ha sido el Aedes japonicus (autóctono de Corea, Japón y Taiwán). Viene extendiéndose desde la década de los años 90. En agosto se detectó en el concejo de Siero (Asturias) y, tras un estudio de campo, el Ministerio de Sanidad evaluó que la especie está establecida (aunque confinada a este territorio). La primera noticia de este mosquito en Europa fue en el norte de Francia en 2000. En este momento, Sanidad ha considerado que el riesgo de transmisión de patologías es “muy bajo”.