Donde hay relaciones de poder, se dan las condiciones para el abuso y el acoso. Y en el Parlamento Europeo las relaciones de poder entre los eurodiputados y los ayudantes, asistentes y colaboradores, sobre los que tiene una gran discrecionalidad para contratar, despedir y decidir sus emolumentos, las posibilidades de que se produzcan situaciones de abuso y de acoso sexual se multiplican. Y, también, se multiplican las posibilidades de que no se denuncie por miedo a las represalias.
El movimiento Me Too del Parlamento Europeo, #MeTooEP, ha celebrado ese miércoles unas jornadas centradas en la ausencia de progreso en la lucha del acoso sexual en la institución. “¿Quién está bloqueando muchas de las medidas que los eurodiputados han votado en múltiples ocasiones, sin ninguna rendición de cuentas ni transparencia?”, se preguntan: “Por eso reclamamos a los candidatos a eurodiputados en las elecciones de mayo que firmen un compromiso de combatir específicamente el acoso sexual”.
La Defensora del Pueblo de la UE, Emily O'Reilly, cuyo trabajo consiste en examinar el funcionamiento de las instituciones europeas con un mandato de independencia, ha abierto las jornadas relatando sus experiencias con una reflexión: “Donde hay poder, hay potencial para que se produzca el abuso de poder. Que haya pocas denuncias es un síntoma de que pervive la vieja cultura, con falta de claridad en lo que significa el acoso y por miedo a que se trunque la carrera laboral por ser tachada de 'conflictiva'. Hace falta un cambio cultural, y llamando a las cosas por su nombre y poniendo en marcha reglas y procedimientos para abordar los comportamientos abusivos, las instituciones europeas pueden colaborar en ese cambio”.
“Quienes han sufrido el acoso”, ha explicado O’Reilly, “necesitan apoyo y canales seguros en los que comunicar las quejas y denuncias. Los trabajadores necesitan formación, y la formación debe ser continua. También debe examinarse el acoso por las redes, a la vez que la paridad en los espacios de poder y decisión es crucial. En la medida en que vienen las elecciones, las instituciones europeas deben dar ejemplo y erradicar el acoso sexual de los lugares de trabajo”.
“El acoso no es cultural, es un delito”, ha terciado la periodista Cristina Fallarás: “El Me Too tiene un problema, empezó con artistas, con mujeres famosas, y tiene un halo aspiracional. Cuando se lanza algo como #Cuéntalo, una herramienta de memoria colectiva, se lanza para que sea irrefutable. Es importante que cualquier construcción de nueva memoria colectiva no sea aspiracional, que sea horizontal y que se participe de una forma popular y colectiva. Por eso me interesa también el blog del MeTooEP, porque cuenta testimonios de víctimas”.
Birgit Van Hout, representante para Europa de la oficina de Derechos Humanos de la ONU (OHCHR), ha planteado la importancia de recoger información tanto cuantitativa como cualitativa sobre acoso sexual, una investigación integral.
“Las declaraciones de tolerancia cero son insuficientes”, ha dicho: “El acoso se debe a relaciones de poder desiguales, malas condiciones de trabajo y falta de dignidad en el trabajo. Debemos adoptar un enfoque holístico para abordar realmente este problema”.
En el último pleno del Parlamento Europeo, se aprobó una reforma del reglamento que incluye medidas a favor de la transparencia: los eurodiputados tendrán que informar con qué lobbys se reúnen y en qué se gastan el dinero. El pleno también ha aprobado una enmienda con amplia mayoría que pide a los eurodiputados que firmen un protocolo contra el acoso so pena de perder privilegios.
Pero, a partir de ahí, las votaciones se estrecharon. Y la enmienda 89/rv se aprobó por muy poco: 391 fotos a favor y 236 en contra. La mayoría necesaria eran 376. Pero, ¿qué decía esa enmienda para que las votaciones se ajustaran a causa, entre otros, por los eurodiputados del Partido Popular de Pablo Casado?:
Salvo la exministra Pilar del Castillo, que votó a favor, el resto de la delegación popular, encabezada por Esteban González Pons, votó en contra de aplicar la perspectiva de género en el Parlamento Europeo, asunto que también enciende a Vox, el partido de extrema derecha que le ha dado la presidencia de la Junta de Andalucía. El eurodiputado de Ciudadanos, Javier Nart, ha votado a favor de la enmienda, al igual que el resto de grupos españoles.
Y la enmienda que no ha pasado, a pesar de haber ganado la votación ha sido la 68. ¿Y qué decía la 68?
La enmienda obligaba a los eurodiputados a hacer formación contra el acoso, y ha logrado 350 votos a favor y 266 en contra, fundamentalmente de los grupos de la derecha, y se ha quedado a 26 votos de la mayoría absoluta. Sin embargo, no se sabe el voto nominal, puesto que no se pidió para la votación de esa enmienda.