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Carmen Franco, la heredera que trató de lavar la cara a su padre el dictador

Ha muerto la hija del dictador. Carmen Franco nunca se quitó de encima la sombra de su padre. Ni quiso. Carmencita, como era conocida, ha fallecido este viernes en su casa de Madrid. Tenía 91 años. Los últimos padeciendo una enfermedad terminal.

María del Carmen Franco y Polo (14 de febrero de 1926 - 29 de diciembre de 2017) siempre defendió la memoria de Franco. Desde la misma guerra civil que había provocado su progenitor junto a un grupo de militares golpistas y de oligarcas conspiradores.

Como muestra queda aquela filmación rodada en blanco y negro. Corre 1937, en pleno terror fundacional del régimen y en la etapa de la represión caliente. Carmen Franco aparece con sus padres para lanzar un mensaje en los albores de la propaganda bélica rebelde.

“Oye nena, ¿quieres decirle algo a los niños del mundo?”, cuestiona Franco. “Pero, ¿qué les digo?”, responde Nenuca, que así la llama en privado el director junto a un puñado de generales del asalto armado al Gobierno legítimo de la Segunda República española. “Lo que quieras”, zanja el futuro opresor.

“Pido a dios que todos los niños del mundo no conozcan los sufrimientos y las tristezas que tienen los niños que aún están en poder de los enemigos de mi patria”, interpreta. Franco, mientras, balbucea el texto aprendido. La niña termina ejecutando el saludo fascista y entonando un “¡Viva España!”.

Del perpetuo lavado de cara al dictador y al franquismo queda la evidencia palpable en forma de presidencia de honor de la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) que ostentaba Carmencita.

Decía Carmen Franco en una entrevista realizada en 1992 y publicada en el boletín de la fundación que preserva la memoria de Franco: “Mi padre nunca dejó traslucir a su familia sus problemas de Estado [...]. No hacía comentarios políticos”. Quizás de ahí, por desconocimiento o ignorancia, la familia Franco nunca haya pedido perdón por el genocidio franquista que acumula todavía más de 114.226 desaparecidos forzados que siguen enterrados en miles de fosas comunes y cunetas repartidas por toda España.

Solo“ ”en una ocasión“, comenta entonces la finada, Franco habló como excepción de ”sus cosas“ de dirigente fascista. ”Cuando fue mi padre a entrevistarse en Hendaya con Hitler“, precisaba.

Y si desde entonces, desde siempre, la estrategia de blanqueamiento de la figura de Franco y del régimen dictatorial no hubiera funcionado, sería imposible que el país de la desmemoria permitiera el desprecio a las víctimas del franquismo. O que los restos del tirano reposen en el mausoleo levantado con trabajo esclavo en el Valle de los Caídos.

El holding de El Pardo

Y, también, que la Nenuca heredera del franquismo haya gestionado el rico patrimonio que nace del Franco corrupto y corruptor que amasó una fortuna ilegal desde el holding empresarial de El Pardo. Como ejemplo, el Pazo de Meirás, envuelto en una lucha por su recuperación para uso público.

Pero no es el único baluarte. La herencia que deja Carmen Franco tendrá que ser despedazada entre sus siete hijos. Caso de títulos nobiliarios (duquesa de Franco y marquesa viuda de Villaverde y Grande de España), participaciones en más de una veintena de empresas y sociedades o numerosas propiedades e inmuebles. Además de una importante cantidad económica que algunas estimaciones cifran en 600 millones de euros, como calculaba el periodista y escritor Mariano Sánchez en el libro 'Los Franco S.A.'.

Otras obras han retratado Carmencita. Caso de 'Franco, mi padre', del periodista Jesús Palacios y el historiador norteamericano y revisionista (al que el Ministerio de Defensa organizó una charla para defender al dictador) Stanley Payne. O el más reciente de la locutora Nieves Herrero, a quien la hija del militar golpista confiesa que moriría donde quería, en su casa y en su cama, y sin “miedo a nada, ni siquiera a la muerte”.

Es el rastro que deja la única hija de Franco. Del dictador genocida que sumió a su país en una cruenta guerra de mil días tras el fracaso del golpe de Estado de julio del 36. La niña que acarreó el encargo de alargar la sombra y el lavado de cara de su padre. La heredera que hoy lloran unos y desprecian otros. Porque “una de las dos Españas”, Carmencita, Nenuca, como escribió el poeta Antonio Machado, muerto en el exilio, “ha de helarte el corazón”.