Hace casi 70 años Francis Crick y James Dewey Watson publicaron la estructura molecular del ADN. Lo hicieron gracias a las imágenes obtenidas por una mujer: Rosalind Franklin. Sin el trabajo de esta química y cristalógrafa británica, ellos nunca habrían logrado el premio Nobel. En el artículo de la revista Nature que recogió aquel descubrimiento, Watson y Crick solo citaban a Franklin en los agradecimientos, como si su contribución hubiera sido anecdótica. Ahora, esa misma revista publica una macroinvestigación cuyo resultado por sabido no es menos elocuente: todavía hoy, como hace 70 años, las mujeres reciben menos crédito y reconocimiento en los artículos científicos que los hombres.
Julia Lane, una economista y experta en estadística de la Universidad de Nueva York, ha puesto bajo su lupa a casi 10.000 equipos formados por cerca de 130.000 científicos. Y ha observado que la brecha de género en la atribución de las investigaciones se encuentra en casi todos los campos científicos y en todas las etapas de la carrera.
Es la constatación a gran escala del llamado 'Efecto Matilda' que ya denunciara en el siglo XIX la activista estadounidense Matilda Joslyn Gage: las grandes científicas de la historia ven cómo sus logros son atribuidos a los hombres que trabajaban junto a ellas.
La atribución, el crédito y la autoría siempre son importantes, pero lo son especialmente en el mundo de la ciencia. No solo por el reconocimiento del esfuerzo y el talento, también por algo más prosaico pero esencial: la obtención de financiación, becas y ascensos en el escalafón.
“Medir lo que no existe”
Lo cierto es que las mujeres científicas publican y patentan menos que los hombres. “Calcular hasta qué punto no se han reconocido las contribuciones de las mujeres es un reto, porque es difícil medir lo que no existe”, señalan los investigadores en una nota de prensa.
Julia Lane y sus colegas han asumido este reto reuniendo un amplio conjunto de datos sobre equipos de investigación, publicaciones y patentes. Para verificar sus resultados, también han realizado una macroencuesta entre los científicos.
Las mujeres afirman que sus contribuciones científicas tienen menos probabilidades de ser reconocidas que las de los hombres, porque creen que su trabajo se ignora o no se aprecia
En concreto, durante cuatro años se han evaluado los datos de 128.859 profesionales en 9.778 equipos de EE UU (incluyendo información sobre su campo de investigación y su etapa profesional), y se han cotejado los nombres que firman 39.426 papers científicos (artículos de revistas) y 7.675 patentes.
Además, se ha examinado cuántas personas de un equipo llegan a ser autoras y se ha revelado que las mujeres sólo representan el 34,85% de los autores de un equipo, a pesar de que constituyen casi la mitad de la mano de obra, en concreto el 48,25%.
Asimismo, se ha constatado que las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de ser nombradas en las patentes. Las encuestas también revelan que las mujeres investigadoras sienten que su trabajo se ignora o no se aprecia.
Relegadas a los agradecimientos
“Este estudio avanza en la línea de otras publicaciones en las que se muestra que a las investigadoras se las relega con más facilidad a la sección de agradecimientos, aunque su contribución haya sido importante para la investigación y sean merecedoras de aparecer como autoras”, afirma en declaraciones a SMC España Lorena Fernández Álvarez, miembro del grupo experto de la Comisión Europea 'Gendered Innovations'.
Fernández enfatiza las dimensiones y el enfoque de la investigación: “El tamaño de la muestra es grande. Esto permite examinar si las diferencias observadas reflejan esa disparidad de género en posiciones organizativas o se trata de la atribución de autoría. Además, es interesante la mezcla de lo cuantitativo con lo cualitativo, a través de encuestas no centradas en el género”.
El doble de firmas masculinas
En 2013 otro macroestudio publicado también en Nature –este a escala mundial–, ya reveló que las mujeres suponen menos del 30% de las autorías compartidas frente al 70% que representan los hombres. La proporción es casi de dos a una: por cada paper firmado como primera autora por una mujer existen casi dos papers (en concreto 1,93) firmados en primer lugar por un hombre.
Esta investigación detectó además otra tendencia en las citas entre artículos. En general, los artículos cuyas firmantes principales son mujeres son menos citados en otros artículos (que en su mayoría son firmados por hombres). Es decir: las investigaciones capitaneadas por mujeres son menos tenidas en cuenta.
Estos datos se suman a los ya conocidos de la llamada 'tubería rota'. Una metáfora usada para intentar explicar por qué aunque en los primeros años de las carreras investigadoras hay tantas o más mujeres que hombres luego las científicas se van quedando por el camino y no llegan a puestos de responsabilidad.
En el caso de España, como se muestra en el gráfico superior, en el grado D (que recoge la figura de Personal Investigador Predoctoral) la proporción de mujeres (59%) es mayor que la de hombres (41%). Al grado C se accede tras la defensa de la tesis, una vez que ya se es doctor: las mujeres siguen siendo mayoría (56% frente al 44% de hombres). En una siguiente etapa de estabilización de la carrera científica –el grado B– se accede a la titularidad de plazas en Organismos Públicos de Investigación (OPI), Universidades, Escuelas Universitarias, etc. Aquí los porcentajes se igualan: 51% de mujeres, 49% de hombres.
La última etapa de la carrera investigadora, donde el personal alcanza el grado A, corresponde a la categoría de Profesorado de Investigación en OPIs y de Profesorado Catedrático de Universidad. A partir de los 55 años los hombres copan el 65% de los puestos en organismos públicos y privados y plazas de docencia; mientras las mujeres se quedan en el 35% restante.
Por encima de los 65 años los hombres copan el 74% de los puestos y las mujeres quedan relegadas al 26%. Son datos del último Estudio sobre la situación de las jóvenes investigadoras, publicado en 2021 por Ministerio de Ciencia e Innovación [se puede descargar aquí en PDF, 0,97MB].