Maestras, políticas, periodistas, sanitarias, escritoras o científicas… mujeres. Y la mayoría sin notoriedad pública. Entre el medio millón de personas que vivieron el éxodo provocado por la guerra civil española, una parte quedó anclada al segundo plano. Eran ellas, las mujeres del exilio republicano. Desde Victoria Kent hasta Maruja Mallo, de Dolores Ibárruri a Neus Català.
Porque si la España vencida quedó relegada a las cunetas del silencio, la versión femenina de la historia sufrió un doble abandono. Hace 80 años de la diáspora que atravesó primero la frontera francesa para aterrizar pronto en dispares destinos europeos, africanos y americanos.
Y dentro de la marabunta de refugiados queda el drama callado. Es la memoria de un contingente humano en el que las mujeres formaron un bloque menos visibilizado.
Esa parte de la historia secundaria que ha rescatado el Congreso Internacional 'Mujeres en el exilio republicano de 1939', que acaba este viernes. La cita ha prestado una atención específica al colectivo femenino de perfiles diversos, desde la élite de mujeres dirigentes y profesionales a aquellas desconocidas.
Y dando a conocer los espacios destinados entonces a las republicanas. Como los campos de concentración, las maternidades especiales o los albergues. Lugares donde compartieron tiempo y penurias con una infancia también abocada al destierro. Ellas, de la proyección pública a las mujeres ocupadas en tareas de la vida cotidiana. Y su relato.
“En el exilio las mujeres dejarán para otro momento sus propias demandas de igualdad a favor de causas prioritarias, como la lucha antifranquista o la supervivencia en una España extraoficial y sin territorio”, explica Matilde Eiroa San Francisco, doctora en Historia Contemporánea y profesora titular en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).
Victoria Kent (Málaga, 1898 - Nueva York, 1987). Primera mujer en el mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar. Diputada en las Cortes constituyentes de la II República por el Partido Republicano Radical Socialista y en 1936 en las listas de Izquierda Republicana, dentro del Frente Popular. Fue directora general de Prisiones e intentó reformas para “humanizar” el sistema penitenciario.
Contraria al sufragio femenino pese a sus convicciones democráticas y feministas, sostenía que la mujer española no tenía la suficiente preparación social y política. Mantuvo una batalla dialéctica con Clara Campoamor. Escapó del exilio en París tras la invasión nazi de Francia y se quedó hasta su muerte en México y Estados Unidos.
Maruja Mallo (Viveiro, Lugo, 1902 - Madrid, 1995). Pintora surrealista. Una de las principales artistas de la Generación del 27. Formó parte de 'Las Sinsombrero', movimiento feminista de un grupo de jóvenes intelectuales para quebrar el papel de la mujer en una sociedad patriarcal. Su nombre real era Ana María Gómez González.
Exiliada en Argentina en 1937, recibió un rápido reconocimiento. Pasa por Uruguay y Chile y expone en París, Brasil o Nueva York. Se codea con Picasso, Magritte, Miró; es admirada por Warhol, André Breton… Amiga de María Zambrano, Federico García Lorca, María Teresa León, Salvador Dalí… Era, ante todo, libre. Pero las crónicas de la época destacaban de ella sus “conquistas”, como Pablo Neruda, Miguel Hernández o Rafael Alberti. Regresó a España en 1962. En 1982 recibió la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, concedida por el Ministerio de Cultura.
Margarita Nelken (Madrid, 1894 - Ciudad de México, 1968). Escritora y crítica de arte. Como política fue diputada del PSOE por Badajoz y la única mujer que logró las tres actas parlamentarias en la II República (1931, 1933 y 1936). Escribió libros de corte feminista, aunque también votó contra el sufragio femenino. Se le atribuye la primera traducción al español de La metamorfosis de Franz Kafka.
Conocida por sus duros discursos, fue condenada a 20 años de prisión tras la Revolución de Asturias, pero huyó a Francia. En la Guerra Civil se afilió al PCE. Estuvo en el frente, participó en la defensa de Madrid y colaboró en la organización de la Unión de Mujeres Antifascistas. El exilio la llevó a México. Su correspondencia y documentación están en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.
Neus Català (Guiamets, Tarragona, 1915 - 2019). Era la única superviviente española del campo de concentración nazi de Ravensbrück. Falleció con 103 años tras toda una vida de lucha antifascista. Feminista y comunista, era enfermera y cruzó la frontera a Francia en los últimos días de la guerra civil con 180 niños que cuidaba en Premià de Mar (Barcelona).
Obligada por las SS a trabajar en la industria de armamento, formó el 'Comando de las gandulas', un grupo de mujeres que boicoteó e inutilizó unos diez millones de balas. Tras su liberación continuó la lucha clandestina contra el franquismo. Tiene reconocimientos como la Cruz de San Jordi (2005) y la Medalla de Oro de la Generalitat de Catalunya (2015), al Mérito Cívico por el Ayuntamiento de Barcelona (2014) y la Medalla de la Villa de París con el grado de 'Grand Vermeil' –la mayor distinción de la capital francesa– (2019) y Catalana del Año (2006).
Dolores Ibárruri (Vizcaya, 1895 - Madrid, 1989), La Pasionaria. Histórica dirigente del Partido Comunista de España. Fue diputada en la Segunda República y en las primeras elecciones democráticas tras la dictadura, en 1977. Vicepresidenta de las Cortes en 1937. Secretaria general (1942-1960) y presidenta de honor a perpetuidad del PCE (2005). Miembro del Secretariado de la Internacional Comunista.
Unió la acción política con la lucha de los derechos de las mujeres y asumió la doctrina marxista como herramienta para la liberación de la clase obrera. En 1933 fue presidenta de la recién fundada Unión de Mujeres Antifascistas. Encarcelada en varias ocasiones. Tras finalizar la Guerra Civil Española, se exilió en la URSS. Regresó a España el 13 de mayo de 1977. Está enterrada en el recinto civil del Cementerio de La Almudena. Publicó sus memorias, El único camino, en 1962.
Y el destierro de las “mujeres sencillas”
Mujeres como Kent, Catalá, Mallo, Nelken o Ibárruri “representan la política, la sociedad, la cultura, la ciencia, pero también otros valores, como el esfuerzo, la superación, la humildad, el servicio a la sociedad, la ética, la democracia y la apuesta firme por las libertades y derechos sociales”, en palabras de Eiroa.
Todas “constituyeron un apoyo básico en la perduración y la memoria de la libertad y la democracia”, continúa. Con una “diferencia importante con los hombres”: tuvieron que pasar “de la participación en la vida pública, del activismo cultural, social y político” desarrollado en los años 30 a la reducción o, en algunos casos, al cese de su actividad.
“Pero en la mayoría de los casos su labor perteneció y permaneció en el terreno doméstico y emocional”, subraya Matilde Eiroa en conversación con eldiario.es. El destierro también fue distinto para las “mujeres sencillas”. Para aquellas “que no habían tenido notoriedad pública, la expulsión de su entorno fue un drama y el comienzo de una nueva vida en sitios, a veces, muy inhóspitos”.
Nuevas costumbres para “nuevas formas de sobrellevar la vida cotidiana”. A veces convertidas también “en el principal ingreso doméstico hasta que sus maridos encontraron trabajo”. Con “la máquina de coser y la costura” o “la confección de labores y útiles para el hogar” como vías de subsistencia.
Porque, al final, “ellas fueron las encargadas de la recomposición de la familia, de la instalación en los nuevos destinos y de la adaptación del núcleo familiar a la vida cotidiana”, dice la profesora de la UC3M. Y de conservar “las costumbres españolas: las recetas de cocina, las canciones, los cuentos, las fiestas, la memoria familiar”.
Ellas “transmitieron a sus hijos y a las segundas generaciones nacidas en el exilio una idea de España casi mitificada: el paisaje, la luz, el color de la geografía española”. Y “todas querían volver a España”. Como, en general, “todos los exiliados”. Pero “a una España donde hubiera libertades y no la de Franco”.